Luz y volumen trabajan al unísono, y se perciben a través de la composición y los recorridos de una obra arquitectónica. Le Corbusier, con su archiconocida frase de
«la arquitectura es el juego sabio […] de los volúmenes bajo la luz»
firmaba la historia de una obsesión: la del estudio de la luz, su movimiento, hasta tomar forma como una parte de sus cinco puntos de la arquitectura. En su narrativa compositiva, otro concepto, la promenade architecturale, marcaba la relación entre el cuerpo y los elementos de una obra, incluyendo ese movimiento como razón de proyecto. Luz y cuerpos en movimiento como latidos de una espacialidad fluida y continua.
Estos parámetros basales de la arquitectura se interpretan en el proyecto Casa l’Aspre de nomarq | estudi d’arquitectura, una vivienda en el pueblo alicantino de Orba, situada en una parcela pentagonal de casi 1000m2.
El solar en forma de lápiz está marcado por una fuerte pendiente, como es habitual en esta zona, que desciende de sur a norte rodeado por la perpetua presencia del mar, por una vegetación mediterránea con el verdor que caracteriza al levante, y por una ocupación del suelo residencial y extensiva donde la vivienda unifamiliar aislada constituye la única tipología. A pesar de que la vivienda proyectada por el estudio nomarq encaje en esta tipología circundante, se aleja totalmente del lenguaje arquitectónico predominante, tratando desde su personal mirada los elementos volumen, luz, recorrido, densidad, paisaje y movimiento, como objetos de la arquitectura.
Por la situación de la parcela, la vivienda se ubica en la parte central del terreno, posición que le permite encuadrar las mejores panorámicas, incluido el mar de fondo. El acceso se ubicaría así en la parte de menor cota, conectado con la calle y estableciendo el primer punto del promenade de la casa l’Aspre. Mientras que en el cuerpo de la vivienda se resuelve el programa principal de usos, esta parte baja recogerá el programa de servicios paralelos: acceso rodado, garaje, piscina, espacios exteriores, etc., todo organizado en terrazas planas de grava sustentadas por muros de mampostería de piedra. La organización del espacio exterior surge de la propia topografía del terreno, pero también del deseo de salvar (en sus dos acepciones) el arbolado existente en la parcela. En la aridez del nuevo paisaje de la vivienda, donde los materiales pétreos se solapan, se remarca la presencia de la vegetación esquivada también por la casa, dotando a ésta de una escenografía que la potencia.
Los recorridos de la parcela, en ese camino de ascenso hacia la vivienda, alinean unas visuales donde sus volúmenes, constituidos como dos piezas superpuestas, se entienden en su máxima grandilocuencia. La casa l’Aspre se estructura de este modo en dos alturas, dos cajas ortogonalmente situadas de un hormigón armado de gran expresividad que se apoyan sobre los mismos muros de mampostería que seccionan el jardín. Cada pieza, respondiendo al programa de usos, pero también con claras intenciones relacionales, se dedica a un uso diurno y nocturno en sus plantas baja y primera respectivamente. En el encuentro de ambos prismas se configura el acceso, deformándose ligeramente hacia el interior de uno de sus lados mayores para direccionar la entrada y preservar parte de esa vegetación existente. El duro hormigón se dobla para que crezca el árbol, como las flores que nacen de una roca, facilitando además la aparición de espacios intermedios como galerías o terrazas.
Esta forma irregular propicia que se opte, por su maleabilidad, por el hormigón armado como elemento estructural, y por los muros-viga como solución estructural, que permitirá evidenciar los volúmenes de la vivienda de forma más expresiva: un exterior masivo, que remarca el peso de la arquitectura, la gravedad, la superposición de capas horizontales que se muestran como un JENGA, dominado por las leyes de la física y el equilibrio. En esta operación geométrica del giro, a pesar de lo masivo de los cuerpos, la construcción expresa movimiento, potenciando los juegos de luz y sombra, como lo hacía el retorcimiento barroco, pero con unos planos y encuentros de gran limpieza.
Tanto en estas premisas estructurales, formales y funcionales como en las relaciones espaciales del interior de la vivienda, luz y recorridos son el binomio con el que el habitante interactúa con la vivienda y con el paisaje, será la mano que moldea el hormigón. Si en el exterior se produce ese contraste entre duro y blando, entre inerte y vivo, en el interior se produce entre materia y luz, entre terrenal y divino; en el interior el espacio se diluye, se ensancha, se inflama, inyectado de luz. La vivienda se llena de aire, insinúa ingravidez, ascensión, ligereza. El espacio central, cruce de los cuerpos y único espacio a doble altura de la casa, actúa como bisagra, como el eje vertical que permite el giro de las visuales. Aquí será donde se sitúe la escalera que hace de embudo y separa, sin separar físicamente, los usos de cocina y salón de la planta baja, con los dormitorios y estudio de la planta superior. Los recorridos marcan así la gradación de «soledad» sin tener que fragmentar físicamente el espacio, permitiendo entender los dos volúmenes bajo la luz como una única pieza de gran fluidez que a su vez permite diferentes niveles de intimidad y opacidad.
La casa l’Aspre logra no dejar indiferente, sino que en cada lugar consigue transmitir una emoción, o enmarcar y apoderarse de un pedazo del paisaje, u ocultarse de él, empleando principios de la arquitectura como si de un elemento más de la construcción se tratase, y produciendo estructuras que se sitúan en el paisaje alimentándose de él.
Obra: Casa l’Aspre
Tipo: Vivienda unifamiliar aislada
Localización: Orba, Alicante, España
Autor: Estudio nomarq | estudi d’arquitectura
Promotor: INHABITAT BUILDING S.L.
Proyectista: Ramón Riera Cervera
Fotografía: Milena Villalba
Texto: Ana Asensio
Traducción: Elyse Lake
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