El arquitecto español se pudiera considerar una especie de bicho raro en comparación del arquitecto “común” europeo. El modo en que durante estos últimos años se ha desarrollado la profesión en nuestro país, poco o nada tiene que ver a la del resto de nuestros vecinos. ¿Pero qué es lo que hace que sea tan diferente? En nuestra opinión, una de las principales diferencias vienen a ser el número de asignaturas de carácter técnico que se cursan a lo largo de la carrera en España y que hace, que vistos desde fuera, parezcamos una mezcla entre arquitectos e ingenieros.
Esta educación, donde materias como construcción, instalaciones y estructuras tienen un peso específico, hace que la forma de proyectar y, posteriormente, dirigir las obras sea diferente a la de nuestros vecinos europeos. Mientras en muchos de estos países, EL ARQUITECTO NO PASA DE SER UN MERO REDACTOR (DISEÑADOR) DE PROYECTOS A NIVEL BÁSICO, donde las ingenierías se encargan de terminar de desarrollar el proyecto y, por supuesto, hacer que se construya sin la presencia del arquitecto en obra.
En España, por lo menos hasta ahora, esto no ha sido así. Sino que es (o puede ser) el arquitecto quien realice la totalidad del proyecto, incluidos planos y cálculos de instalaciones y estructuras para, prácticamente, cualquier tipo de edificio. Con la siguiente CURIOSIDAD. Si en el proyecto de una vivienda unifamiliar se presenta la parte estructural calculada, firmada y visada por un ingeniero, el proyecto no recibirá el visto bueno del Colegio de Arquitectos hasta que dicha parte sea firmada y visada por el arquitecto redactor del proyecto.
Si este control total del proyecto por parte del arquitecto es (o no es) lo ideal, a nosotros mismos nos surge más de una duda. Parece que, por lo menos en determinados casos, LA COLABORACIÓN ENTRE DISTINTAS DISCIPLINAS PUEDE ENRIQUECER LA PROPUESTA. Visiones transdisciplinares del proyecto pueden llevar a un resultado óptimo, aunque la relación entre gremios como la arquitectura y la ingeniería no siempre es tan ideal como sería deseable.
A este respecto, el famoso ingeniero Javier Manterola comenta, “Hay una cosa de los arquitectos que no me gusta, y es que dejan AL INGENIERO EN SEGUNDO LUGAR. Siempre estamos en segundo plano, porque consideran que nuestro trabajo es menos importante que el suyo. Esto solo pasa en España, en otros países sí que tenemos una función verdaderamente relevante.”
Así que, aunque estemos hablando de un proyecto de vivienda, si es una ingeniería quien ha calculado las instalaciones o las estructuras (como es práctica habitual en muchos proyectos), parece que tiene sentido que fuesen ellos mismos quienes visasen su parte del proyecto y se responsabilizasen de él durante la ejecución de la obra. Aun así, son muchas las VOCES QUE SE ALZAN EN CONTRA DE LA PÉRDIDA DE ESTAS LABORES, en exclusividad, para el arquitecto. Sinceramente, en determinadas situaciones, en las que se requiere hilar muy fino, no sería lo mismo si el CONTROL del arquitecto no llegase a todos los rincones del proyecto y tuviese la capacidad de dirigir la obra en cuestión.
Pero la realidad manda y, parece que, cada vez con más frecuencia, ingenieros o INGENIERÍAS CON ARQUITECTOS EN SUS FILAS, se irán haciendo con una parte del pastel cada vez mayor. En la propia Expo de Zaragoza, uno de los pocos pabellones, donde el proyecto de ejecución fue firmado por un arquitecto (en colaboración con el Cener) y que además formase parte de la dirección facultativa era el pabellón español, obra de Patxi Mangado. El resto de pabellones fueron dirigidos por empresas, supuestamente, especialistas en la construcción del edificio. De esta forma, LA PRÁCTICA TOTALIDAD DEL RECINTO SE LEVANTÓ “A LA EUROPEA”. A nosotros, todo este sistema tampoco nos da especial confianza, aunque, también entendemos que, lo que nos guste o no, no tiene especial importancia, ante la que se nos viene encima en cuanto se asiente el Proceso Bolonia y veamos las consecuencias directas de la ley Ómnibus.
En fin, somos una profesión con una formación que abarca muchos frentes y, a buen seguro, sabremos REINVENTARNOS, pero parece que el futuro del arquitecto como hombre orquesta capaz de abarcar desde la ideación del proyecto hasta su desarrollo técnico, para bien o para mal, va llegando a su fin.
Quizás vosotros lo veáis diferente, así que, como siempre, os animamos a que nos dejéis vuestra opinión al respecto.
Stepienybarno_Agnieszka Stepien y Lorenzo Barnó, arquitectos
Estella, septiembre 2010