En ocasiones el hombre habita extraños territorios, inhóspitos como un desierto helado, hostiles como el viento gélido de los glaciares. Por alguna extraña razón, hemos pertenecido a estos lugares y nos hemos adaptado a su naturaleza desde el abrigo, la cultura o la gestión de los ecosistemas. La arquitectura significa comprender en primera instancia las consecuencias ambientales de uno de los parámetros más influyentes en la determinación de los climas fríos:
la arquitectura es también una cuestión de Latitud.
En 1970 Ralph Erskine proyecta una ciudad compacta y autosuficiente en la tundra de Resolute Bay, Canadá. En uno de los dibujos preliminares, Erskine dibuja un extraño día-noche bajo un sol disminuido, casi extinguido, acostado sobre las enormes masas del hielo Ártico1. En la esquina inferior izquierda se rotula, como una carta de navegación que ofreciera voz a aquel paisaje, la vertiginosa latitud de 74ºN: el Círculo Polar Ártico se sitúa a unos 66ºN en zonas aún más cálidas.
Una serie de edificaciones en altura protegen un espacio intramuros en ladera de orientación Sur2. El colorido asentamiento pretende integrar una comunidad de esquimales con la población de una cercana base aérea. Junto a una serie de infraestructuras energéticas, equipamientos y zonas comunes bien protegidas, Erskine proyecta una infraestructura verde, un oasis indoor, un paisaje artificial con flores, árboles y especies vegetales importadas de otros lugares del mundo.
Tal vez en la soledad blanca de la tundra exista la necesidad de restablecer una suerte de balance ecológico, superar el vértigo de una climatología inasequible desde unas condiciones mínimas de naturaleza, recuperar alguna forma de diálogo con los «placeres esenciales». El hielo habla el lenguaje indescifrable de lo inerte.
Expresar la latitud en un plano de arquitectura supone una rareza y, sin embargo, pocas variables determinan con tanta firmeza la genética de un territorio3. Expresar la latitud supone reconocer la especificidad de las trayectorias solares en un lugar determinado, incorporar los movimientos de rotación y traslación de la arquitectura:
visibilizar los movimientos circulares que nos transportan en este extraordinario Spaceship Earth4.
La latitud supone la referencia sexagesimal al Ecuador, así como la posición exacta del plano horizontal relaciona la arquitectura con el nivel del Mar, oportunamente identificado por Erskine bajo la imponente presencia del rompehielos. La arquitectura es también una cuestión de Latitud. Una cuestión de Planos y Paralelos.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Noviembre 2014.
Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
1 Las condiciones climáticas son extremas: inviernos de hasta -35ºC y vientos muy fuertes con tormentas de nieve arreciando en una noche interminable de aproximadamente dos meses y medio; por contra, los veranos suponen el día ininterrumpido durante al menos tres meses y medio, con temperaturas que no suelen sobrepasar los +2ºC.
2 La propuesta supone la adaptación del proyecto «An Ecological Artic Town» (1958), realizado por Erskine como una investigación personal y que no responde a ningún encargo real. Cuestiones como la protección de los vientos del norte, la orientación Sur o la disposición en ladera para obtener la máxima radiación solar disponible, forman parte del gran conocimiento de Erskine sobre los aspectos relacionados con el clima y el territorio: form follows climate.
3 Otros aspectos relevantes en la construcción del clima serían la altitud, el factor de continentalidad, la orografía o la naturaleza de la superficie terrestre.
4 «Operating Manual for Spaceship Earth«, R. Buckminster Fuller, 1968.
¡Todos a bordo… nos vemos en el Ártico! La evolución democrática de la arquitectura eco-lógica de Ralph Erskine. Mara Sánchez Llorens. http://ow.ly/WqmCO