Hace algunos años visitábamos Bueu para la toma de datos en la realización de un concurso de ideas1. Antes de colonizar el emplazamiento, antes de cualquier labor, nos acercamos a La Roiba. Quizá este fuera nuestro mayor acierto. El concurso planteaba la construcción de un pequeño club náutico entre las playas de Petis y Pescadoira, en el entorno de una antigua cetárea. Nuestra propuesta proponía respetar la estructura original de la cetárea y acondicionar su espacio interior como almacén de traineras, al tiempo que la cubierta se transformaba en terraza privilegiada sobre la ensenada de Bueu. Casi todo lo aprendimos antes en La Roiba.
Ramón Vázquez Molezún (re)construye una antigua fábrica de salazones y la acondiciona para su nuevo uso residencial2. Sobre el espacio inferior alojado entre los muros de piedra existentes, inundable durante las mareas vivas y habilitado como almacén de embarcaciones, se establece un plano horizontal de hormigón, una bandeja rehundida respecto al camino posterior de acceso que vuela aérea sobre los muros de piedra existentes: una plataforma entre la tierra y el mar. Sobre este mecanismo esencial y primero, se proyecta otro plano superior de cubierta, resultando la ventana horizontal sobre la ensenada, la grieta contenida entre estos dos planos, el mecanismo principal de construcción del afuera. La sombra horizontal bajo la plataforma y el primoroso hueco – fenêtre en longueur – bajo la cubierta (sin apoyos aparentes), aportan una ilusión de ingravidez que contrasta con la pétrea verticalidad de los rotundos murallones.
Precisamente esta delicada intervención se encuentra ahora en un profundo estado de deterioro:
“en los últimos cinco años la Roiba ha sufrido importantes desperfectos que atentan contra su integridad” 3.
Mucho nos tememos que en la batalla contra el mar todo está perdido de antemano: el propio Chillida proyectaba el desplome del Peine del Viento como una parte natural e inevitable de su existencia. Y sin embargo, como arquitecto, no encuentro una mejor manera de expresar nuestra confraternidad: cuidar la arquitectura de manera colectiva, sin más intermediarios que nuestra propia capacidad de asociación4.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. julio 2014
Notas:
1 Concurso para la realización de Club Náutico en Bueu, enero 2001, Primer premio (en colaboración con Jorge Valseca). El pantalán que exigían las bases se propone flotante para evitar precisamente lo que ha ocurrido con el espigón construido en la playa de Beluso. Esta propuesta, 13 años después, aún se encuentra a la espera de que el Ayuntamiento de Bueu gestione la titularidad de la cetárea sobre la que convocó el concurso.
2 Refugio de verano en Bueu, Pontevedra, 1969.
3 Cita extraída de la campaña iniciada en Kuabol por los arquitectos María Vázquez Molezún, Jesús Gallo y Pablo Olalquiaga. Colaboran en el equipo los arquitectos Nuria Prieto, Álvaro Mallo, Borja López Cotelo, María Olmo Béjar, Alberto Alonso Oro y Ana Espinosa. Enlace para colaborar aquí. Facebook. Twitter.
4 Cuidar: del latín cogitāre (pensar). El verbo cogitāre se compone de co- (acción conjunta o global) y agitare (poner en movimiento, agitar), un frecuentativo de agere (llevar adelante, hacer avanzar, mover, tratar, actuar).
Desde Párrafos de Arquitectura apoyamos la campaña de crowdfunding iniciada en la plataforma Kuabol por varios compañeros y amigos para la restauración de la Roiba en dos fases. Cuidar es avanzar. Cuidar es agitar una bandera sostenida por muchas manos. Cuidar es poner las manos a la obra. Manos a la Roiba.