“En esta habitación (…), la señora Moreau decidió instalar su cocina. El decorador Henry Fleury concibió para ella una instalación de vanguardia y anduvo pregonando por todas partes que sería el prototipo de las cocinas del siglo XXI: un laboratorio culinario con un avance de una generación sobre su época, dotado de los perfeccionamientos técnicos más sofisticados, equipado con hornos de ondas, placas autocalentadoras invisibles, robots electrodomésticos teledirigidos capaces de ejecutar programas complejos de preparación y cocción. (…)
La cocinera de la señora Moreau, una borgoñesa robusta, natural de Paray-le-Monial, que respondía al nombre de Gertrude, no se dejó engañar por aquellos groseros artificios y advirtió en seguida a su señora que no guisaría nada en una cocina semejante, en la que nada estaba en su sitio y nada funcionaba como ella sabía. Reclamó una verdadera cocina de gas con sus quemadores, una freidora de hierro colado, un tajo de madera y sobre todo un trastero donde poner las botellas vacías, las canastas de quesos,las cajas de fruta, los sacos de patatas, los lebrillos para lavar la verdura y el cesto de alambre para escurrir la ensalada.”
La dificultad de la arquitectura por entender la vida.
Los dos párrafos de la cita anterior pertenecen al libro de Georges Perec, La vida instrucciones de uso,1 donde se apelotonan dentro de descripciones interminables y sin relación aparente, las emociones, sentimientos y vivencias acaecidas hasta el año 1975, en un inmueble de viviendas del distrito diecisiete de París.
El texto es un auténtico experimento para recrear la vida de este edificio en toda su complejidad. El propio Perec describe su novela como la visión desde la calle de todo lo que pasa en el interior de una casa de vecinos a la que se le hubiera quitado la fachada y en la que todos los aposentos fueran visibles al mismo tiempo.
Es la misma sensación que tenemos al contemplar una casa de muñecas de varios pisos con la tapa abierta. Lo que vemos es una auténtica exposición pública de la sección del edificio. Ante lo inusual de esa imagen podríamos soñar con relaciones, posibles o imposibles, recrear la secuencia de lo que ocurre a lo largo de todo un día y actuar con despreocupación infantil representando diferentes papeles y personajes.
Aunque parezca asombroso, el mercado infantil funciona de la misma manera que el de los adultos.
Es curioso, lo que ocurrió con una casa de muñecas moderna, diseñada y fabricada por el doctor Christopher Cole en los años setenta. Este médico comenzó a fabricar casas de muñecas debido a su gran interés por la arquitectura. Más tarde y una vez alcanzada la jubilación se convirtió en su afición de tiempo completo. De todas formas su casa de muñecas moderna era una casa de muñecas especial, ya que desarrollaba el concepto de flexibilidad asociado a lo moderno. Es decir una flexibilidad basada en la técnica, en artilugios móviles y modificables.
“Los suelos son extraíbles y las paredes interiores están clavadas. Su diseño permite que los niños organicen las habitaciones según los tamaños que quieran, sobre una estructura base determinada”.2
Sin embargo, los niños, como muchos de los clientes que se acercan a los despachos de los arquitectos, demostraron ser más convencionales que las apetencias arquitectónicas del doctor Cole, ya que prefirieron unas casas de muñecas de aspecto más tradicional. Por este motivo, Christopher Cole cambió sus planes y desechó la fabricación de este modelo de casa. Son muy escasos los ejemplos que quedan de este especial juguete.
El aprendizaje particular de la noción de domesticidad, es un fenómeno lento, pero no cabe duda que todo el mundo, de una manera intuitiva e innata, lleva dentro de sí la definición de lo que tiene que ser un hogar. Es una idea primitiva de refugio, de cobijo seguro y de sentirse cómodo con el espacio.
En cambio, la identificación con el carácter moderno de la arquitectura supone la existencia de un proceso cultural, que requiere esfuerzo, que no viene dado de antemano y que, muchas veces, se encuentra en contraposición con lo que habitualmente se entiende por un hogar acogedor. Desde el momento en que intervienen las convenciones culturales se pierde la espontaneidad y la arquitectura se aleja de la naturalidad de la vida.
Javier Mozas, arquitecto, a+t research group
Vitoria-Gasteiz, marzo 2016
Notas.
1 Georges Perec. La vida instrucciones de uso. Editorial Anagrama. 1988.
2 Christopher Cole: Casa de muñecas moderna. The Ultimate Doll’s House Book. Dorling Kindersley Limited, Londres, 1994. Para la versión española: El libro de las casas de muñecas. Editorial Raíces, Tolosa, Guipúzcoa, 1995.
Artículo completo en a+t 13 Vivienda y Flexibilidad II.