Con este pretexto pretendo ahondar en la arquitectura de Palacios, el arquitecto que la diseñó, así como pasear entre sus edificios, la mayor parte de ellos en Madrid.
Madrid es un territorio muy amplio, una ciudad grande. Y aunque este ciclo trata fundamentalmente de la arquitectura en el barrio de Chamberí, vamos también a pasearnos por edificios de otros barrios.
El barrio está dividido en varios sectores o sub barrios que son Vallehermoso, Rios Rosas, Gaztambide, Arapiles, Trafalgar y Almagro. Es un barrio que pertenece al Ensanche Madrileño del Plan Castro. Un barrio donde conviven vecinos de clase media-alta. La Plaza de Chamberí es por donde se accede a la estación fantasma.
En uno de los distritos con mayor terreno no urbano. Paradójicamente una de sus mayores deficiencias es la escasez de zonas verdes, ya que los terrenos libres están ocupados por los depósitos reguladores del Canal de Isabel II. En un intento de dotar al distrito, esta institución ha puesto a su disposición dichos terrenos, en los que, por ahora, se han abierto una serie de jardines, como son el Parque de Santander y el Jardín de Enrique Herrero. En fechas próximas se abrirá al público, igualmente, el depósito número dos.
Por otra parte, son numerosas las plazas ajardinadas (Olavide, Teniente de Alcalde Pérez-Pillado, Conde del Valle de Súchil, etc.) a las que hay que sumar algunas zonas recuperadas como parque frente a la Basílica del Santísimo Cristo de la Victoria, en el Centro Cultural Galileo o parte del solar de las antiguas Escuelas Pías de la calle de Gaztambide.
La mayor parte del viario del distrito se encuentra completamente arbolado, en las dos aceras, cuando el ancho de la calle lo permite. Son especialmente interesantes las calles de Santa Engracia y General Álvarez de Castro, que mantienen la doble hilera de árboles, y el ensanchamiento del tramo de la calle de Fuencarral entre las glorietas de Quevedo y Bilbao.
Las principales especies que aparecen son: prunos «Pisardi», hibiscos, acacias, castaños de indias, almeces y plátanos de sombra. También está magníficamente conservada la población de moreras en el Parque Móvil y los cedros centenarios de las diversas instalaciones del Canal de Isabel II.
La estación de Chamberí, desconocida o fantasma, hoy está clausurada y convertida en Museo desde el 2.008. Escondida bajo tierra, en la confluencia de las calles Luchana con Santa Engracia, se esconde una de las joyas de la arquitectura civil madrileña.
En conjunto, la estación presenta un diseño elegante de líneas blancas que se completa con la apertura de un lucernario en el vestíbulo, que permitía la entrada de la luz directa de la calle.
Fue diseñada por el arquitecto y urbanista gallego Antonio Palacios. Fue una de las primeras estaciones de Metro que se construyeron en Madrid con la construcción inicial de la Línea 1. La primera estación fue la de debajo de la Glorieta de Cuatro Caminos.
En la década de los 60, debido al incremento del tráfico de viajeros, Metro decidió alargar las estaciones de la línea 1 para poder poner en servicio nuevos trenes de mayor capacidad, de hasta seis coches. De esta forma, los andenes de todas las estaciones se ampliaron, desde los metros con que contaban desde su inauguración, hasta los 90, que tendrían a partir de entonces. Ante la imposibilidad técnica de ampliar la estación de Chamberí, por su anden curvo el Ministerio de Obras Públicas decidió cerrarla el 22 de mayo de 1.966.
La estación permaneció inutilizada durante más de cuarenta años, reduciendo los trenes su velocidad cuando atravesaban sus instalaciones, a las que se recortaron los andenes para facilitar la circulación. El hecho de que los accesos exteriores se hubiesen tapiado permitió la conservación de muchos de los objetos cotidianos de la época, como carteles publicitarios, tornos y hasta billetes en las papeleras. No obstante, la estación acabó por ser vandalizada.
En el más de medio siglo que lleva cerrada la parada de Metro de Chamberí, el lugar ha llegado a acumular una fama poco fundada como lugar de sucesos paranormales. El equívoco puede venir del apodo de “estación fantasma” que recibió durante décadas, debido a que sus andenes oscuros eran visibles por los pasajeros de la línea 1 que se pegaban a los cristales al pasar por el lugar.
En la red se cuentan historias truculentas de asesinatos, de niñas arrojadas a los andenes en el lugar por curas y monjas… ninguna de ellas está contrastada ni tiene reflejo documental en la prensa de la época. No obstante, si buscas relatos y sucesos inexplicables sobre esta estación, hay un libro que recopila quince de ellos. Se trata de Chamberí y sus fantasmas, de Luis María González.
El 31 de agosto de 2.006 se iniciaron las obras de restauración de las instalaciones, con vistas a convertirlas en museo. El 25 de marzo de 2.008 se produjo, finalmente, su inauguración y su reapertura como una de las dos sedes de Andén 0, el centro de interpretación del Metro de Madrid.
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HORARIOS:
Jueves de 10:00 a 13:00 horas.
Viernes de 11:00 a 19:00 horas.
Sábados y domingos de 11:00 a 15:00 horas.
Festivos, solo los que coinciden con los días de apertura y en horario del día semanal correspondiente.
El último acceso permitido será media hora antes del cierre al público
La visita es gratuita: El acceso libre hasta completar el aforo.
Las visitas guiadas solo se realizan a las horas en punto. Las ultimas visitas guiadas se realizan a la hora en punto anterior a la de cierre.
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Antonio Palacios Ramiro nació en enero de 1.874 en Porriño (Pontevedra). Realizó muchos diseños en Madrid, donde residió permanentemente, en Galicia, con quien siempre conservó su vínculo cultural y afectivo, así como en otras provincias, aunque con obras de menor importancia.
Fue un hombre de una gran producción arquitectónica y de una gran imaginación que tenía desde muy joven. Su producción alcanzó su punto álgido entre 1.910 y 1.926. Ejerció como profesor en la Escuela Superior de Artes e Industrias y en la Escuela de Arquitectura de Madrid con la asignatura Proyectos de Detalles Arquitectónicos.
Su estilo arquitectónico inicial está inspirado en el secesionismo vienés pero va evolucionando hacia un regionalismo, sin abandonar influencias manuelinas, platerescas o expresionistas.
Digamos que Palacios es un ecléctico. Pincha y toma de aquí y de allá pero siempre con una gran sabiduría y hacer, dentro de la arquitectura que diseña. Por ejemplo en la Casa Consistorial de Porriño (1.924), lugar donde nació, donde podemos ver esta mezcla de estilos, aunque se puede más o menos encuadrar dentro del regionalista. Algunos críticos del momento, alaban esta obra como si fuera la de un poeta.
Siempre estuvo interesado en la piedra y llegó a ser un experto en la estereotomía de la misma.
La estereotomía de la piedra es una rama de la cantería que estudia el modo de como pueden tallarse, partirse y aprovecharse las rocas extraídas de la cantera con arreglo a su colocación específica en obras de arquitectura e ingeniería.
Por ejemplo en el Instituto Cervantes en la Calle Alcalá de Madrid, muy cerca de la Gran Vía, donde el arquitecto hace un alarde de la piedra, sobre todo en el zócalo que rodea el edificio por los dos lados que tiene. Fue antiguamente Banco Español del Río de la Plata.
Es un edificio monumental de estilo neogriego mostrando columnas en la fachada y cariátides enmarcando la puerta de entrada. Las Cariátides son columnas con forma de mujer; cuando son de hombres se llaman Atlantes.
Muchas de las obras de Palacios han sobrevivido al paso del tiempo, gracias a la utilización de este material tan sólido así como de las restauraciones y rehabilitaciones realizadas, que cambiaron la función inicial en diferentes edificios. Así por ejemplo, en tres de sus más significativos edificios realizados en Madrid.
Uno fue el Hospital de Jornaleros de Maudes en la Calle Raimundo Fernández Villaverde, en este caso en el distrito de Chamberí, que se transformó en los años 90 en sede de la Consejería de Transportes.
Esta obra se sitúa entre la tradición y la modernidad, contradicción que se manifiesta de forma evidente al incorporar una potente y bien resuelta estructura vista de acero, dentro de una tipología que pertenece a la tradición hospitalaria del siglo anterior.
Fue en 1.908 cuando recibe el encargo de esta obra monumental: un hospital con todos los servicios y con aforo para 150 camas. Este hospital-hospedería se debía construir en un barrio alejado del centro de Madrid. El edificio muestra similitudes arquitectónicas con el Palacio de Comunicaciones.
Fue construido, para dar asistencia gratuita a los jornaleros y terminado en 1.916. Sigue un modelo de cuatro naves en forma de aspa de inspiración renacentista, que se juntan en un patio octogonal. Modelo típico de los hospitales españoles construidos en la época de los Reyes Católicos, arquitectura que era ciertamente admirada por Palacios. Se reafirma en su proceso constructivo artesanal, los materiales empleados: piedra caliza y granito son incluidos en la construcción «casi en crudo», sin tallar apenas. Se trata de la única obra madrileña de Palacios que emplea sólo piedra.
Otro es el edificio de la sede del Banco Central, en la Calle Alcalá, que se transformó recientemente en el Instituto Cervantes. O el Palacio de Correos en la Plaza de Cibeles (llamado antes Palacio de Comunicaciones), convertido hoy en sede del Ayuntamiento de Madrid y Sala de Exposiciones (Centro-centro). Este edificio, símbolo de Madrid en cierto sentido, lo diseñó recién acabada su carrera. Forma un conjunto de dos edificios de fachada blanca en un lateral de la Plaza de Cibeles. Se encuentra en el distrito de Retiro en el barrio de los Jerónimos y ocupa cerca mide 30.000 m2 de superficie construida. Se inauguró en 1.919, comenzando su funcionamiento como central distribuidora de correos, telégrafos y teléfonos.
El Estado convocó un concurso en 1.904, ante la complejidad que estaban tomando las telecomunicaciones y la cantidad de usuarios que las utilizaban. El solar era un solar muy interesante, en el Paseo de la Castellana, perteneciente a los desaparecidos jardines del Buen Retiro, dentro de los llamados de San Juan. La propuesta original de Palacios era que, en una arquitectura dominada por las falsas molduras de yeso en las fachadas, se presentaba una fachada labrada de piedra blanca. El diseño de Palacios – Otamendi se menciona, por las críticas de la época, que es atrevido y disonante, con personalidad propia en el ambiente clasicista existente en el Paseo del Prado.
Se discutía sobre la inexperiencia y juventud de sus autores: Palacios hacía cuatro años había acabado la carrera. El diseño integra las Centrales de Correos, Telégrafos y Teléfonos con el edificio de la Dirección General mediante pasadizos elevados.
El diseño inicial permite que el acceso principal al edificio se haga por la fachada que da a la Plaza de Cibeles mediante una escalinata (en la actualidad no existe). Muestra un exterior con fuerte influencia del gótico salmantino y los populares Entretiens de Viollet-le-Duc aunque en el sistema estructural y la búsqueda de sinceridad en los acabados interiores así como en el mobiliario, se pueden ver influencias de Wagner, de la Secesión vienesa y de las vanguardias arquitectónicas del momento.
Un rasgo particularmente innovador de la obra, prácticamente inédito en la España de comienzos de siglo, es su compleja estructura metálica, diseñada por el ingeniero industrial Ángel Chueca Sainz. Es precisamente este uno de los edificios más polémicos, el que más fama le proporciona y uno de sus diseños más complejos.
Palacios representa en este periodo la imagen de éxito de los jóvenes arquitectos de la época; el haber ganado el concurso de un edificio tan importante le supuso gran popularidad. Esto le supuso poder dar clases en la Escuela de Arquitectura durante dos ejercicios académicos.
Es uno de los primeros ejemplos de arquitectura modernista en Madrid. Con sus fachadas de evocaciones neoplaterescas y del barroco salmantino. Diseñado también con Joaquín Otamendi es impresionante su interior con dobles y triples alturas, ascensores, barandillas, escaleras, lugares donde se atendía al público para echar las cartas y mandar paquetes, así donde se escribían las direcciones postales, diseñados los arquitectos ayudados por el colaborador y diseñador, escultor romántico Ángel García Díaz.
Algunos de estos diseños eran lámparas, remates de pasamanos o taquillas. Todo al milímetro. Este edificio fue llamado la catedral de las Comunicaciones, por su aspecto monumental y caterdalicio. Actualmente se le llama Centro Centro, la sala de exposiciones y sede del Ayuntamiento de Madrid.
Durante la vida de Palacios, estuvo dedicado a la producción y diseño de su obra. Podemos dividirla en tres etapas. La primera fue en la que trabajó en conjunto con el ingeniero Joaquín Otamendi Macheabarrena (1.910-1.917). La segunda, desde 1.907 al 1.936, lo hace más bien en solitario y acentúa su tendencia monumentalista.
La tercera etapa hasta su muerte, es cuando realiza el Circulo de Bellas Artes en Madrid, a partir del cual su fama desciende y finalmente muere en su casa del Plantío en 1.945. El Círculo de Bellas Artes es una entidad privada sin ánimo de lucro ubicada en la calle Alcalá, enfrente del edificio Metrópoli. Un centro multidisciplinar donde se desarrollan actividades como artes plásticas, literatura, filosofía, conferencias, política y un sinfín de ellas.
Posee un gran valor arquitectónico, destacando entre los edificios colindantes por su imagen urbana Art Decó, por su altura, su volumetría y la composición y ornamentación de de sus fachadas. Su terraza es un lugar de visita de los madrileños y turistas por las vistas que tiene sobre Madrid. Allí destaca la figura de Minerva, diosa de la sabiduría y el arte, enorme escultura sobre los tejados. Símbolo del Círculo desde su fundación. Y hay un restaurante donde se puede tomar algo.
El interior es impresionante. Desde la escalera imperial que sube hasta la última planta con balaustradas de mármol, hasta las diferentes salas, tanto de conferencias como salas de exposiciones. Y por supuesto, la “Pecera”, el bar restaurante en la Planta Baja, con su correspondiente terraza en la calle. Obligado lugar de parada para degustar una cerveza y maravillarse con los frescos de sus techos o de la escultura de una mujer desnuda en el centro de la sala diseñada por Jean-Pierre Lescourret y de la lámpara de cristal del techo. La llamaron la pecera porque allí, detrás de sus amplios ventanales, se colocaban los señores para no ser vistos por las mujeres que pasaban por la calle de Alcalá, para poder mirarlas bien.
En Galicia una de sus obras más importantes es el Monasterio de la Visitación de las Salesas Reales, en el barrio de Teis en Vigo de 1.942, dos años antes de su muerte. Es de estilo regionalista con un cierto aire medieval en el que emplea materiales y tipos de construcción vernáculas gallegas, así como el que utiliza en otros edificios como el Templo Votivo del Mar o la Casa Consistorial de Porriño.
El proyecto inicial del Monasterio constaba de un gran patio alrededor del cual se hallaba una serie de pabellones y la Iglesia. Finalmente se construyó sólo un pabellón. El material utilizado en la fachada es el granito de la zona, sin pulir, es decir tal como sale de la cantera, otorgándole así un aspecto rústico acentuado con la utilización de contrafuertes. Solo en las ventanas se aprecia el labrado de la piedra.
Palacios fue también el arquitecto encargado del diseño de interiores de las primeras estaciones del Metro de Madrid, organizó los accesos y la estética de las primeras líneas, así como de su popular logotipo en forma de rombo. En la actualidad, debido a las constantes remodelaciones del metro madrileño, apenas existen rasgos de su diseño, excepto en el diseño de algunas entradas en el centro de la ciudad.
Volvamos, pues, a la Estación de Metro de Chamberí, objeto de este texto. Se encuentra en la Línea 1 entre las estaciones de Iglesias y Bilbao bajo de la Plaza de su mismo nombre.
Fue inaugurada el 17 de octubre de 1.919, e inspirada en las estaciones de París, siendo una de las primeras ocho estaciones de la primera línea (la 1), llamada inicialmente Norte-Sur, que existieron en el metro madrileño, junto con las de Sol, Red de San Luis (hoy Gran Vía), Hospicio (hoy Tribunal), Bilbao, Martínez Campos (hoy Iglesias), Quevedo y Cuatro Caminos.
La red Metropolitana de Madrid se empezó a pensar mucho antes, desde 1.886, apoyado y en parte financiado el proyecto, por el Rey Alfonso XII (que dio un millón de pesetas de entonces). En agradecimiento a su apoyo, el primer nombre de la empresa fue Metropolitano Alfonso XIII. Anteriormente, en 1.871, comenzó a funcionar un tranvía eléctrico precursor del Metro, tirado por caballos y en 1.879 el primer tranvía a vapor.
Debido a la congestión de tráfico en la superficie, se comenzaron a estudiar propuestas basada en otros metros americanos (como el de Nueva York) y europeos (el “tube” de Londres y el de París).
Algunas curiosidades del inicio del metro madrileño.
Fue construido con dinero español pero inspirado en el Metro londinense, entre otros. Por eso el sentido de los trenes es por la izquierda. Además antes de 1.924, por todas las calles de Madrid se circulaba de esa manera. Luego, se cambiaron en la superficie, pero no el Metro por el costo excesivo que suponía. Actualmente sólo el tren de superficie, va por la derecha.
Antonio Palacios era entonces el ingeniero jefe de la Compañía Metropolitana de Transportes. Este hombre logró atenuar la posible resistencia ciudadana de viajar entre las galerías subterráneas del subsuelo, al decorar el transporte público subterráneo mediante azulejos blancos, o azul cobalto. Coloristas, brillantes y luminosos en los espacios en contacto con el público. Es decir, en los andenes del metro, en los túneles de paso y en las estaciones, seguían las directrices higienistas de la época: sencillez, funcionalidad y economía.
Su misión en la Compañía Metropolitana fue entre otras cosas, la de proporcionar un estilo decorativo a los vestíbulos y puntos de acceso del nuevo medio de transporte. Palacios diseñó también los accesos de granito con sus barandillas de hierro enroscado para las bocas monumentales, como en otras estaciones de países como Francia (en París), Inglaterra (Londres) o EEUU (Chicago o Nueva York).
Diseñó igualmente templetes de acceso en la Puerta del Sol (este templete estuvo en funcionamiento hasta 1.934), y en la Red de San Luis (el templete de metro de la Red de San Luis estuvo vigente en la plaza hasta 1.970, luego ha sido trasladado a Vigo).
Estos dos templetes fueron precursores en Europa, siendo los primeros en su estilo y de influencia wagneriana (es decir del arquitecto vienés Otto Wagner). Los pasillos interiores del metropolitano se realizaron en azulejos blancos biselados, para evitar la posible claustrofobia causada en los pasajeros al tener que viajar en un medio de transporte subterráneo, tan poco habitual en la época.
Destaca el empleo unificado de estilos en los pasillos y salas, mediante una decoración fundamentada en el empleo de cerámicas toledanas y sevillanas de tonos dorados y azules. Y mucha luz. Las continuas modernizaciones a que se ha visto sometida la red de Metro han hecho desaparecer casi todo el trabajo de Palacios, en la actualidad pueden verse vestigios de su obra suburbana en la Estación de Chamberí.
Muchas de estas estaciones, durante la Guerra Civil se convirtieron e almacenes y refugios cuando sonaban las sirenas en los bombardeos aéreos. Aquí se muestran unas imágenes de lo que digo.
El túnel de la “risa” que une Chamartín con Atocha, era un sitio clave para resguardarse de las bombas. Se llamó así, porque parecía que no se iba nunca a terminar y por eso cuando se hablaba de él a todos “les daba la risa.» También por la similitud que presentaba con una atracción de feria, muy popular en la época de la construcción, llamada «tubo de la risa». Consistía en un tubo que había que atravesar mientras giraba alrededor del eje. La prensa de la época contraria al gobierno se mofaba de la nueva construcción, con lo que la bautizó con ese nombre, el cual perduró durante varias décadas.
La estación de Chamberí, permaneció cerrada más de 40 años, reduciendo la velocidad los trenes cuando atravesaban sus instalaciones y se recortaron sus andenes para facilitar la circulación. El hecho de que sus accesos exteriores se taparan facilitó la conservación de muchos objetos cotidianos, como las taquillas, carteles publicitarios e incluso billetes en las papeleras. Más tarde, desgraciadamente, fue vandalizada por grafiteros.
Los conductores de metro y revisores eran hombres mientras que las taquilleras eran mujeres solteras, lo que causó un gran revuelo en ese momento. Cuando se casaban tenían obligatoriamente que dejar el trabajo aunque percibían una buena dote por la Compañía. Y no se trataba solo de velar por la carga de trabajo de las mujeres.
A pesar de la proverbial cortesía que de puertas afuera se destacaba de los madrileños, en un comunicado interno la empresa consideraba que sería negativo para ellas
«el trato directo con las masas enormes de público, cuya cultura en ocasiones deja desgraciadamente bastante que desear»,
además de advertir su
«temor a que pudieran fomentarse así las relaciones ilícitas».
Tras la reclamación de una taquillera despedida por casarse en 1.930, el Consejo adoptó una medida para compensarlas: cualquier taquillera que tuviera que dejar su trabajo por casarse recibiría una compensación de 250 pesetas si llevaba más de un año en la empresa, y de 500 si llevaba más de cinco años. Además, permitía que los puestos sin trato con el público, como oficinistas y telefonistas, sí estuvieran desempeñados por mujeres casadas. Eso sí, en todo caso las mujeres solo podían trabajar durante el día: a partir de las 22 horas, todos los turnos eran desempeñados por hombres.
La red de metro de Madrid fue símbolo de los nuevos tiempos. Había hombres que tomaban el metro solo por ir a verlas.
En los años 30, las mujeres comenzaron la reivindicación para poder conservar el empleo tras contraer matrimonio. Consiguieron conservar las posiciones que no eran de atención al público y cobrar compensación si eran despedidas por casarse. Por increíble que parezca, solo consiguieron que verdaderamente cambiara el tema y no fueran despedidas ¡en la década de los 80!
Y aunque parezca una norma de principios de siglo, lo cierto es que las mujeres casadas tuvieron prohibido el trabajo como taquilleras en Metro de Madrid hasta 1.984. Ese año el Tribunal Constitucional dictó una sentencia en la que se declaraban este tipo de excedencias forzosas como ilegales, a raíz de la lucha de un grupo de 60 trabajadoras a las que les había sucedido lo mismo en Telefónica. Ese año, 30 mujeres casadas que se habían visto obligadas a irse de la empresa pudieron recuperar su trabajo como taquilleras.
También en ese mismo 1.984, una mujer pudo acceder a un puesto que estaba reservado solo para hombres: el de conductora de Metro. Fátima Ramírez, de 26 años, fue la primera mujer que condujo un tren bajo las calles de Madrid desde el final de la guerra civil, durante la cual algunos de los empleos estuvieron desempeñados por mujeres por la ausencia de hombres, destinados al frente.
Vamos a estudiar ahora la publicidad en el metro tanto en esta estación, que se trata de una publicidad antigua, dado que aún permanecen carteles de cuando funcionaba como una estación más en Chamberí, así como en otras estaciones más modernas.
El metro de Madrid cumplió sus primeros 100 años en 2.019.
Esta fue una oportunidad para repasar la historia de esta Compañía, como impactó en la sociedad y como fue una nueva forma de entender la publicidad convirtiéndose también en un espacio para poder dar a conocer los productos que se necesitaban vender, tanto el los trenes, pero sobre todo en unos paneles curvados que seguían la forma abovedada de las estaciones.
O en plano, pero muchas veces, como en en el caso de la Colonia Gal, eran hechos de distintas piezas de cerámicas vidriadas, como la que usaban para el revestimiento de las paredes.
Hasta la llegada de los móviles, de la televisión y de los ordenadores se convirtió en un público cautivo, es decir es un consumidor que no sólo es habitual o fiel, sino que es verdaderamente seguidor de la marca, por lo que únicamente adquiere productos o servicios de dicha compañía. Es el cliente ideal para cualquier marca. Por ejemplo en esa época, la misma Colonia Gal o por ejemplo el Cola Cao, el Agua de Carabaña, etc.
Llaman la atención por su formato los de la empresa Gal, compañía de perfumes situada en Chamberí, responsable de fragancias como Varón Dandy o jabones como Heno de Pravia. Un paseo por el andén descubrirá al visitante los anuncios de Cementos Portland, de Lámparas Phillips, de Longines, de purgante Carabañas o de Cafés La Estrella. Todos construidos azulejo a azulejo. Además, varias proyecciones sobre el andén opuesto (solo se puede caminar sobre uno) recrean otros comerciales de la época.
Otros anuncios insertados en los paneles que aún perduran, tal como he comentado, en este caso son relojes Festina o Longines o las lámparas Philips.
La publicidad es el arte que intenta aumentar el consumo de un producto, insertar una nueva marca dentro del mercado o reposicionar una marca en la mente de un consumidor. Es hacer público un mensaje sobre algo o alguien (un político, un partido, un cantante, etc) con carácter comercial.
El bombardeo publicitario está más presente en nuestra vida de lo que pensamos. Desde, en esta época, en las redes sociales, pasando por la televisión y acabando con la propaganda que recibimos en los buzones de nuestras casas. Y hace tiempo se limitaba al Metro, vayas publicitarias o la radio.
Las campañas publicitarias son cada vez más creativas y buscan que la audiencia no solo preste atención al mensaje que lanzan sino que hablen del mismo con sus conocidos.
Cuando utilizamos el transporte público para movernos por la Comunidad de Madrid, estamos recibiendo mensajes publicitarios constantemente. Y eso fue así desde el principio de la red del servicio Metropolitano Las fronteras de la creatividad se expanden.
¿Cómo podemos encontrar la publicidad?
La red de Metro de Madrid cuenta con 301 estaciones. Millones de personas utilizan estos servicios diariamente para moverse por la Comunidad. Las campañas publicitarias que se utilizan en este medio de transporte son muy variadas.
Por último, voy a comentar sobre uno de los elementos característicos del Metro, junto con los andenes, las entradas o accesos, las escaleras y, por supuesto, los convoyes de trenes. Me refiero a las taquillas. Elementos fundamentales en otra época porque eran esos cubículos metálicos, donde se sacaba los clásicos billetes, como los que vemos en la pantalla. Normalmente con taquilleras o taquilleros que los vendían. Eso era antes y era así.
Ahora se han sustituidos por modernos expendedores de tarjetas de transporte. Algunas se renuevan todos los meses, otras cuando se acaba el saldo. Son estas tarjetas rojas que forman parte del cotidiano de todos los que viven en Madrid y toman el transporte público, ya sean metro o autobuses. Se pueden cargar en la entrada de las estaciones o también en los estancos.
El Metro de Madrid pasó de tener una sola, la línea 1, a 302 estaciones. Es la tercera de Europa por kilómetros, después de las de y Londres y Moscú, y la novena del mundo, tras los metros de Tokio Shanghái, Pekín, Londres, Nueva York, Seúl, Moscú, y Guangzhou. Es también la segunda red de metro más antigua del mundo hispanohablante, después del Subte de Buenos Aires. Fue además una de las que más rápidamente se expandió entre 1.995 y 2.007. En 2.018 se contabilizaron 657,21 millones de desplazamientos.
La red de metro de Madrid la componen 12 líneas convencionales y el ramal que une Ópera y Príncipe Pío. Además, existen tres líneas de metro ligero que suman un total de 27,78 km y cuentan con 38 estaciones.
Cristina García-Rosales, arquitecta
Madrid, Octubre 2020