La visita del Papa nos ha dejado varios temas para reflexionar, uno de ellos es el rol que debiera cumplir la base aérea “Las Palmas” en la Lima del siglo XXI.
Como bien es sabido, Lima se ha duplicado en habitantes y superficie en los últimos cuarenta años, y ese crecimiento no ha tenido como correlato un modelo de planificación que reserve espacios para el desarrollo de áreas verdes y equipamientos de escala metropolitana. En ese proceso, el ejército se reservó ciertos predios para la ubicación de sus instalaciones y servicios, en lo que en ese entonces eran zonas periféricas, pero que hoy están rodeadas de ciudad. Esta realidad no solo dificulta el funcionamiento de las instalaciones, sino que también impacta en la calidad de vida de los vecinos, afectados por la contaminación sonora y los riesgos propios ese tipo de actividades.
Ya existen casos de predios militares convertidos en urbanos, como el cuartel “La Pólvora”, y la base aérea de “Collique”, que, si bien han ayudado a disminuir el déficit de vivienda, su nivel de aporte en espacios públicos y equipamientos a escala metropolitana es escaso. Hace años que se viene hablando del futuro de la base aérea “Las Palmas”, y la mirada ha sido muy similar a la de “Collique”, con el incentivo que su ubicación es más atractiva para el mercado inmobiliario.
Por otro lado, la misa celebrada el domingo pasado pone en evidencia la escala de la pista de aterrizaje, que representa el 13% del total del complejo militar (60has. de 472Has.), y donde se reunieron aproximadamente un millón doscientas mil personas, población equivalente a la del distrito de San Juan de Lurigancho.
¿Cuál sería el mejor uso futuro de un predio similar en superficie al distrito de Jesús María, el mismo que alberga al Campo de Marte y la Residencial San Felipe?
Según el diario Gestión, el déficit de viviendas en la ciudad es de 612 mil unidades, utilizando la densidad del mismo distrito podríamos estar hablando de cerca de 20 mil hogares, que en edificios de 5 pisos ocuparían menos del 10% del suelo del complejo militar. Con este cálculo rápido podemos darnos una idea del enorme potencial que tiene el predio para aportar a la solución de la demanda habitacional y déficit de equipamientos y espacios públicos de nuestra urbe.
Los limeños merecemos una gran ciudad, existen notables ejemplos internacionales en los que se han reconvertido predios similares para usos urbanos, generando, además de vivienda, importantes espacios públicos y equipamientos. Podríamos hablar de ciudades europeas y norte americanas, pero mejor revisar el caso de la ciudad de Quito, donde el proceso de reconversión de su antiguo aeropuerto está en marcha, con un ambicioso proyecto de renovación urbana que aportará a la ciudad un gran parque de 136 hectáreas, equipado con diversos servicios culturales y deportivos.
Estos grandes proyectos urbanos debieran propiciar también la reflexión sobre las políticas nacionales de vivienda. Iván Alonso, en su artículo “Aléjate de mí, oh tren de cercanías”, ha puesto en tela de juicio la pertinencia de la construcción del anunciado tren para Lima, argumentando que el supuesto beneficio en la creación de nuevas viviendas no justificaría el costo de su construcción y funcionamiento. Si bien, y como urbanista, considero que las inversiones en infraestructura urbana no deben determinarse solamente con argumentos económicos, también pongo en duda el beneficio real de tan importante inversión, siendo que su justificación está en la creación de nuevas ciudades satélites para reducir el déficit de vivienda, formula que ha fracasado a nivel mundial.
Bajo este enfoque, el complejo militar de “Las Palmas” toma un rol protagónico en el desarrollo futuro de la ciudad, sustentado además en su fácil conexión con el Metro Línea 1, el Metropolitano, la ampliación de la Vía Expresa, la Panamericana Sur y el Circuito de Playas. Su importante superficie nos permite pensar en modelos alternativos de vivienda social, como edificios destinados a alquiler bajo el formato recientemente anunciado por el Ministro Bruce, propiciando la mixtura social y ofreciendo a las parejas jóvenes departamentos bien ubicados que les permitan reducir sus tiempos de desplazamiento, y por ende mejorar su calidad de vida urbana.
Estamos a tiempo de proyectar nuestra ciudad con grandeza, dejemos de pensar que el futuro está en los arenales del norte y sur, y reenfoquemos en los grandes predios con usos disfuncionales, donde seguro encontraremos respuestas para la ciudad del mañana en la que todos soñamos vivir.
Aldo G. Facho Dede · Arquitecto urbanista
Lima · Abril 2018
Con la colaboración de Carlos Morales Dávila
Autor del Blog Habitar: Ambiente+Arquitectura+Ciudad y fundador de la Red Latinoamericana de Urbanistas