La participación en Caño Roto
Una de las muletillas recurrentes en el discurso de los arquitectos -en su huida hacia adelante ya no como héroes sino como traductores o intérpretes de las demandas sociales respecto a vivienda y ciudad- es la participación, de la cual se ha hablado mucho, tales como Manuel Tochez, Santiago de Molina y stepienybarno e incluso Israel Nagore con su serie sobre open buildings.
Hace poco oíamos con asombro cómo alguien dejaba caer, a modo de descubrimiento secreto dicho en petit comité en una reunión de doctorandos, la posible relación entre nuestros arquitectos de los años cincuenta y Christopher Alexander y sus patterns, lo cual nos recordó parte de una conversación con Antonio Vázquez de Castro, de la que ya hemos contado una parte antes aquí, si bien ahora la traemos a colación por el asunto de la participación:
“Esa historia me la conozco bien. Cuentistas internacionales ha habido muchos y el primero fue Christopher Alexander, al que conocí en el concurso de Lima.1 Cuando surge en los años 70 el proyecto de PREVI, que era todo autoconstrucción, los únicos que sabíamos de esto allí éramos nosotros. Estaban Stirling, Correa, van Eyck,…2 toda la flor y nata internacional. No tenían ni idea de lo que era un poblado; estaban todos metidos en el estilismo de la clase pudiente y en el Movimiento Moderno salvo la democracia austriaca y la vienesa. Aquí había una situación de miseria auténtica, aunque pasara rápidamente. Cuando llegabas ahí la escala aumentaba. El 80% de Lima era chabolismo y te asustaba la magnitud pero no meterte en un barrio, ese barrio era igual en el que tú estabas. Nos llamaron porque las Naciones Unidas cuando hicieron ese concurso empezaron invitando a trece arquitectos internacionales. Hicieron un concurso nacional y a nosotros nos invitaron para conocernos allí. Cogieron de las revistas pero a nosotros nos vieron porque era la experiencia más parecida a lo que había que hacer allí, en Lima, donde fuimos como maestros. Les enseñábamos lo de Caño Roto y se quedaban anonadados; lo que había costado, las dificultades que tuvimos… Se quedaron con los ojos abiertos y luego hicieron unos proyectos que no servían para nada porque eran proyectos cuya única utilidad era quedar bien en una revista pero no eran radicales en absoluto, como sí lo era el tema de la miseria y el chabolismo.”
Antonio Vázquez de Castro en Caño Roto
A pesar de lo bienintencionado y extremo del momento, el romanticismo y la inocencia de la que hablábamos en un artículo anterior desaparece en cierta medida cuando le preguntamos al arquitecto Antonio Vázquez de Castro porqué decidió irse a vivir a Caño Roto con su familia y nos cuenta que
“nosotros en primer lugar allí hacíamos de todo. La oficina nos la montaron allí, el proyecto lo teníamos que hacer in situ, los poblados se llamaban dirigidos y el nombre se quedó porque se pensaba una cosa que era muy interesante internacionalmente porque en aquel momento estaba muy en el ambiente: se pretendía que nosotros diseñáramos de acuerdo con los usuarios. Era una situación dramática socialmente. Yo estuve viviendo allí los dos o tres años que duró la cosa hasta que se acabó y luego me fui, entre otras cosas, porque mi delineante necesitaba esa vivienda más que yo. En Caño Roto estuvimos secuestrados. Éramos gente joven y el proyecto nos interesaba mucho, por lo cual, nos explotaron. Hicimos mucho más que dirigir una obra, y eso además cobrando sólo la mitad de los honorarios. En aquella época, por las horas oficiales te pagaban la mitad de los honorarios de las tarifas y encima tenías que hacer allí mucho más de lo que se suponía que tenías que hacer. A nosotros, por ejemplo, nos montaron allí una oficina para que pusiéramos en marcha el asunto de la participación. Luego la gente renunció a la pretensión inicial de que diseñáramos en conjunto, como sí se hizo en otro lugar y fue un fracaso horroroso. Aquí ya lo vimos nosotros, coges los libros que se han publicado de las mentiras que han dicho por ahí y ves que todo eso es mentira podrida.”
Vázquez de Castro no duda en responder sin pestañear que se refiere a
“Turner y todos estos que hablaban del diseño participativo”
si bien rápidamente pasa a explicarnos cómo fue su manera de trabajar junto a Íñigo Vázquez de Onzoño y añade que
“es imposible y más cuando, como en nuestro caso, la gente ni siquiera sabía leer los planos. Caño Roto tiene una gran riqueza tipológica porque lo trabajamos en esa dirección desde el principio. Al mismo tiempo, estábamos muy presionados para que el proceso no se dilatara. Había una gran urgencia política. En dos o tres meses hicimos muchísimas series tipológicas para ver cuáles tenían más aceptación y siempre jugando con la baja densidad pero con cierta compactación y ocupación de suelo, huyendo un poco de los esquemas del Movimiento Moderno de grandes espacios libres a pesar de que aquí seguía vivo todo lo que se había dicho en los CIAM y la carta de Atenas. Nosotros fuimos por otro camino que nos interesaba más y fue quizá el éxito rotundo de los poblados. El problema era diseñar con gente que no tenía ningún nivel cultural ni comprendía nada, no sabían entender un plano. Todo ello lo suplimos con probar muchas series tipológicas aunque fuimos lo suficientemente sensatos para no ir mucho más allá ya que todo se complicaba aún más por la prestación personal (mano de obra) con la que se hacía Caño Roto al igual que Orcasitas. En general, sobre todo se hizo en los poblados del sur, al contrario que en otros poblados como Entrevías en los que la gente quería una vivienda hecha por alguien de fuera y no participando ellos.”
Vázquez de Castro y el proceso
Con respecto a cómo fue el proceso de acuerdos y descartes con los usuarios finales, Vázquez de Castro añade que
“en lugar de ceñirnos a lo que se hacía en todo Europa a partir de dos tipos básicos, uno bajo y otro en altura, nos pareció que la riqueza tipológica era una ventaja que aprovechamos para compactar en unos casos y dejar espacios libres lo más ponderados posibles de forma que en lugar de dos, utilizamos ocho tipos de los muchos que teníamos. Diseñábamos viviendas que tenían sus ventajas y sus inconvenientes. Unos preferían más unas frente a otras y había tipos que nos gustaban personalmente más que otros pero no renunciábamos a hacerlos porque la gente los demandaba y pensamos: “si les gusta, vamos a hacerlo así”.
Vázquez se muestra muy crítico con el proceso participativo del que fue protagonista.
“Al final, la decisión la tomamos nosotros pero aprovechamos el diálogo inútil que produjo ese esfuerzo para tomar una decisión nosotros mismos en lugar de, en plan cómodo, hacer como en Fuencarral, dos tipos, uno de bloque y otro unifamiliar. Tuvimos que sobrepasar un poco la crudeza profesional y la facilidad profesional complicándonos más la vida, sabiendo que hay tipologías que tienen soluciones alternativas y elecciones alternativas perfectamente válidas y eso yo creo que también se notó mucho en la riqueza no solo tipológica si no también espacial y compositiva, que lo otro que siempre es un esquema más aburrido. Se llamaban dirigidos por eso, pero de dirección compartida no hubo nada de nada”.
Cincuenta años después, los medios a nuestra disposición han cambiado y la predisposición de una sociedad más culta y preparada nos hace pensar que la participación es necesaria y posible aunque para ello tengamos que definir los términos de nuevo siendo optimistas, en un esfuerzo aún por hacer.
bRijUNi architects (Beatriz Villanueva y Francisco Javier Casas Cobo).
Riyadh (Arabia Saudí), octubre 2011
Notas:
1. Proyecto Experimental de Vivienda, desarrollado entre 1967 y 1978 según el siguiente programa: iniciativa y concurso, 1967-1969; desarrollo 1970-1972; construcción, 1972-1976; entrega de las viviendas, 1978-1979, Fuente: Equipo Arquitectura. PREVI Lima: 35 años después.
2. Los 13 equipos invitados fueron: James Stirling — Inglaterra-, Knud Svenssons — Dinamarca-, Esquerra, Samper, Sáenz, Urdaneta — Colombia-, Atelier 5 — Suiza-, Toivo Korhonen — Finlandia-, Charles Correa — India, Kikutake, Maki, Kurokawa — Japón-, Iñiguez de Onzoño, Vázquez de Castro — España-, Hansen, Hatloy — Polonia-, Aldo van Eyck — Holanda-, Candilis, Josic, Woods — Francia-, Christopher Alexander — EEUU-, más los equipos peruanos seleccionados mediante concurso abierto, que fueron: Miguel Alvariño, Ernesto Paredes; Miró-Quesada, Williams, Núñez; Gunter, Seminario; Morales, Montagne; Juan Reiser, Eduardo Orrego; Vier, Zanelli; Vella, Bentín, Quiñones, Takahashi; Mazzarri, Llanos; Cooper, García-Bryce, Graña, Nicolini; Chaparro, Ramírez; Smirnoff, Wiskowsky y Crousse, Páez, Pérez-León. Fuente: García Huidobro, Fernando; Torres Torriti, Diego; Tugas, Nicolás. PREVI Lima y la experiencia del tiempo.