Me gusta cuando estas por terminar de leer un libro y toda la parte gordita de la paginas leídas recaen sobre tu otra mano; la mano que pasaba las páginas ahora es la mano que atenta recibe el mayor peso de lo escrutado, de lo leído, de lo aprendido, de lo envejecido, de lo desgastado, de las tardes, de lo está a punto de convertirse en experiencia.
La otra parte- floja en peso- sin presión se hace cómplice inmediatamente de la otra mano, pero guarda sin embargo las mayores expectativas del desenlace. Aquellas paginas no serían tales si es que nosotros no seamos parte de lo ya leído.
Ya a las manos no le importa quien recepciona y quien soporta el peso del libro; porque ahora el peso ya perdió su conciencia.
Por eso cuando estamos por terminar de leer un libro es él quien ahora nos relata; nuestras manos se han sumergido entre sus páginas al punto de desaparecer, ahora le pertenecen, ambas por igual, porque juntas han hecho en el tiempo una jornada, trabajando y descansando, hasta el punto que de alguna manera lo han vuelto a escribir.
José del Carmen Palacios Aguilar, M.Arch. ETSAB
Lima, 2021