El Frontón Recoletos (1935) es obra del Arquitecto Secundino Zuazo y el Ingeniero Eduardo Torroja. Su forma responde a las necesidades funcionales y estéticas del espacio deportivo. La continuidad de curvas de los graderíos en relación con la doble forma laminar de la cubierta, dotan al edificio de una gran expresividad plástica.
Requisitos
Para cubrir los requisitos del juego de pelota vasca para remonte y pala, al que estaba destinado el edificio, era necesario cubrir una gran zona rectangular delimitada por dos muros, uno principal y otro de rebote, unidos por otro muro lateral de mayor longitud que los anteriores. Estos tres muros delimitan la zona de juego y en el otro lateral se disponen los graderíos donde se sitúa el público.
Obviamente todo el recinto debe ser diáfano para permitir tanto el juego como la visión de los espectadores. Asimismo, otro factor a tener en cuenta es la altura de la cubierta sobre la pista de juego y, finalmente, la adecuada iluminación natural del recinto.
Durante la Guerra Civil Española la cubierta sufrió importantes daños que provocaron su desplome en 1939. Con ello desaparece uno de los elementos más vanguardistas e innovadores a nivel internacional en el campo de las estructuras laminares.
Descripción de la obra
«El antiguo Frontón Recoletos estuvo situado en la calle Villanueva esquina a Cid, frente al lateral de la Biblioteca Nacional, con un jardín que llegaba hasta el paseo de Recoletos. Fue uno de los últimos frontones construidos en Madrid y, como todas esas instalaciones deportivas, fue derribado en 1973, perdiéndose uno de los edificios más singulares con una extraordinaria cubierta laminar, que fue motivo de muchas visitas de especialista de todo el mundo a nuestra ciudad.
Fue proyectado por Secundino Zuazo y Eduardo Torroja, en 1935. Éste último describe así su cubierta:
“Una cubierta laminar de 8 centímetros de espesor cubriendo a toda luz una planta de 55 x 32,50 m, formada por dos lóbulos cilíndricos longitudinales de 12,50 x 6,40 m de radio encontrándose en forma de gaviota ortogonal disimétrica. En los faldones a Norte la lámina está sustituida por celosías triangulares. El conjunto está anclado en los puntos medios de las generatrices extremas y la libre dilatación queda asegurada gracias a la elasticidad de las estructuras de apoyo embutidas en los muros extremos”.
La dificultad de la ejecución obligó a pedir un informe a José Eugenio Ribera y José Mª Aguirre y a construir un “modelo reducido” para comprobar los cálculos.
También tanía gran interés la estructura del anfiteatro que
“por ménsulas montadas transversalmente sobre dos vigas maestras de 33 metros, paralelas a la fachada, una en la misma fachada y la otra a 4,50 m de separación. De esas ménsulas cuelga todo el piso del palcos y el conjunto apoya solamente en los muros de escalera, con supresión total de soportes intermedios”,
como también definió Torroja.