Los siglos no comienzan cada cien años. Lo recuerda el libro Lo viral (2020), cuando explica que los grandes acontecimientos que transforman el mundo trasladan ese inicio a otras fechas más significativas, aquellas que realmente suponen un cambio de época. El siglo de Xosé Bar Bóo (Vigo, 1922 – Santiago de Compostela, 1994), que se conmemora este año, empezó mientras un joven arquitecto austriaco se encontraba en Berlín, trabajando en el estudio de un arquitecto prusiano algo más mayor. Unas décadas después, las mismas manos que descubrían el oficio en Alemania sostienen una maqueta en la Escuela de Arquitectura de Madrid, señalando el inicio simbólico de otra biografía. De algún modo, se trataba de un nuevo comienzo.
La fotografía que recoge ese momento no es un simple registro de un visitante extranjero que acude a la Escuela, es el retrato de un nombre consagrado avalando el trabajo de un estudiante de cuarto curso. Y resulta todavía más relevante cuando descubrimos que el proyecto que se muestra es una vivienda pensada para la ciudad natal del estudiante. En la maqueta destacan los potentes muros de piedra y una ligera estructura de hormigón, cerrada hacia los vientos y abierta hacia el horizonte. Ambos, maestro y discípulo, se reconocen en una misma arquitectura. El primero, debido a las casas que ha proyectado al otro lado del Atlántico, en la costa este de los Estados Unidos. El segundo, por las que desea proyectar a lo largo de la costa gallega.
A ese reconocimiento inicial siguieron otros, que marcaron los sucesivos comienzos de su biografía, como el primer encargo, aun siendo estudiante, para la casa familiar en Vigo, que convierte en un manifiesto construido. La promesa de la maqueta de la Escuela se fue haciendo realidad proyecto a proyecto y, a comienzos de los sesenta, su nombre aparecía en las publicaciones especializadas del momento, como Arquitectura Española Contemporánea o la edición española de la Historia de la Arquitectura Moderna. Estos dos libros lo situaban como uno de los representantes fundamentales de la tercera generación moderna, una tarea que refrendó enseguida, con sus primeras obras, recogidas a finales de la década en los números dedicados a Galicia de las revistas Arquitectura y Hogar y Arquitectura.
El arquitecto nos dejó a finales del siglo veinte, convertido en maestro. Se iniciaron entonces otros reconocimientos editoriales a título póstumo. El Colegio Oficial de Arquitectos de Galicia, institución de la que había sido decano entre 1977 y 1979, le dedicó una gran monografía, Xosé Bar Bóo Arquitecto (1996), hoy agotada. La Fundación Barrié publicó otra monografía titulada La obra de Xosé Bar Bóo. Una arquitectura a la medida del hombre (2000), con un exhaustivo estudio sobre su vida y obra, derivado de una tesis doctoral. En fechas más recientes, otra tesis doctoral, La obra de Xosé Bar Bóo: objetividad y dimensión colectiva (2016), sigue demostrando el interés por su arquitectura en el siglo XXI, y cómo esta tiene la capacidad de ofrecer múltiples lecturas y aproximaciones.
Cuando celebramos el siglo de Bar Bóo nos sumamos a todas esas aportaciones que nos han precedido desde ámbitos y lugares diferentes, conmemorando ese siglo propio que se construye a partir de relaciones y de momentos significativos, más allá de unas fechas que acotan un inicio y un final. Elogiamos a un autor que, con su arquitectura, quiso convertirse en un hombre de su tiempo, como había sucedido con aquel que, durante un instante eterno, sostuvo su maqueta en la Escuela de Madrid. Hoy, como entonces, siempre queda algo por escribir, siempre es posible un nuevo comienzo.