Instituto Técnico de la Construcción y del Cemento.
Eduardo Torroja Miret, Gonzalo Echegaray Comba, Manuel Barbero Rebolledo
El Instituto Técnico de la Construcción y del Cemento, desde su creación, se erige como uno de nuestros más destacados embajadores. El Instituto se convierte en promotor y baluarte de la modernidad e innovación en el sector de la construcción, y en punto de encuentro y foro de debate internacional en lo referente a la investigación científica y su implementación.
Para la ubicación del Instituto Técnico de la Construcción y del Cemento se eligió una finca con suficiente extensión que permitiese un desarrollo horizontal del particular programa de necesidades además de una futura ampliación de las instalaciones en caso de que los avances de la investigación lo precisaran.
El complejo consta de dos edificaciones principales: el edificio central y el edificio de laboratorios de cementos y hormigones. Ambos quedan unidos por un porche o paso cubierto que delimita el patio de alarifes y, bajo rasante, por una planta técnica que da servicio a todo el conjunto.
Compuesto por una serie de cuerpos articulados entre sí que, en planta, conforman la letra griega π, el edificio central acoge la zona representativa junto con estudios y laboratorios, talleres, salas de reuniones, comedor, etc. Su configuración da lugar a varios patios como el de los sietes, la alberca, o la zona de recreo.
Por su parte, en el edificio laboratorio de cementos y hormigones se disponen estudios, laboratorios y la gran nave de la fábrica piloto para la investigación sobre la producción de cementos.
En la construcción del Instituto se introdujeron dos conceptos de una gran modernidad: la prefabricación y la repetición modular. Algunas de las soluciones empleadas, como las ventanas, losetas de piso o gárgolas, se prefabricaron en talleres anejos a la obra siguiendo el módulo de 1,60 m, adoptado para la organización general. Con esta estrategia no sólo se optimizaron costes y plazos de ejecución, también se consiguió una completa libertad en la distribución interior de las diferentes zonas.
La utilización del módulo no impidió la incorporación de espacios y elementos muy singulares, principalmente, en el edificio central. Es el caso de los vestíbulos, la sala de conferencias, la zona de dirección o el depósito de agua. Entre ellos, destacan el comedor circular y la cubierta de la nave de talleres.
También en las zonas ajardinadas se encuentran piezas notables, como el dodecaedro-silo de carbón, la pérgola de las costillas y la de los sietes.