El proyecto surge en una etapa en que las incursiones nacionales en la «arquitectura moderna» han dado ya sus primeros frutos. Si ha de encontrarse un referente de la obra este podría ser la sede del «movimiento moderno»: el edificio de la Bauhaus en Dessau de 1926, con similar imagen dentro de la misma lógica compositiva.Difieren sin embargo en la consideración del entorno realizado por Vilamajó y de la de Gropius prescindiera acorde a los principios del movimiento moderno. En la Facultad de Ingeniería el lugar condicionó doblemente el partido, respetando la integración a un paseo urbano caracterizado por la topografía, vegetación y morfología y explotando las singulares visuales a la ciudad y al mar. La composición se estructura en base a un conjunto de volúmenes referidos a unidades programáticas, articulados a partir del vestíbulo de acceso. Evita así la imposición al entorno de un volumen contundente. El habitual recurso de la «arquitectura moderna» de levantar bloques sobre pilares, resulta especialmente pertinente para mantener y encuadrar las visuales, además de proporcionar fluidez a nivel peatonal. Su alternancia con bloques sobre el suelo produce una elaborada incorporación del elemento sorpresa.
Los espacios abiertos modelados por el edificio e integrados al parque, se conciben como unidad que fluye alrededor y por debajo de los volúmenes. Este sentido dinámico que promueve el recorrido por la apertura de diversas perspectivas se vincula a los principios de composición barroca.La concepción de la forma resulta indisoluble de la estructura, al realizarse todo el edificio en hormigón armado – con la asistencia del Ingeniero W. Hill – .
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Texto extraído de: Guía Arquitectónica y Urbanística de Montevideo. — Montevideo : Junta de Andalucía ; Intendencia Municipal de Montevideo, 1992