El circo era el arte escénico más popular y más igualitario de la URSS que a diferencia del teatro, ballet o música, no exigía ninguna educación previa. Sus funciones eran baratas, sencillas y divertidas, no trataban temas existenciales si no era para hacer comedia. En muchas ciudades de la URSS y de los países aliados se construyeron equipamientos fijos, con compañías locales o visitantes y están entre los contenidos que mejor han sobrevivido los cambios políticos y sociales. Al contrario de sus orígenes nómadas, que continúan siendo su manera de funcionar en el resto del mundo, en los países socialistas el circo era un referente cultural fijo que se encontraba en pleno centro urbano incluso en la avenida principal.
Como todas las instituciones soviéticas, el circo fue nacionalizado en 1919, al acabar la revolución. En 1929 se fundó la escuela de circo de Moscú y en 1946 se introdujo el estudio para los payasos, formando las primeras instituciones educativas públicas en el mundo para las artes del circo. Desde 1957 los circos de toda la Unión Soviética han sido gestionados por la empresa estatal Soyuzgostsirk (Unión de los Circos Públicos) que llegó a construir alrededor de 70 equipamientos hasta la caída de la URSS. Los trabajadores del circo formaban parte de la clase media: tenían una carrerea, eran empleados públicos y además tenían beneficios, por el peligro de las disciplinas y por el interés cultural que tenía el circo. Desde la época de “deshielo”, tras la muerte de Stalin, varios circos de la URSS y sobre todo el de Moscú, hacían tours y ofrecían funciones en Europa occidental, cosa que situaba a sus trabajadores por encima de la media de los funcionarios públicos.
Las funciones de circo eran diarias, en las grandes ciudades se hacían dos al día y eran pensadas para todos, independientemente de la edad, educación, nivel económico o posición en el sistema funcionarial. Al no alcanzar nunca el ideal teórico, la sociedad soviética no era tan igualitaria como a menudo se piensa, de manera que el circo era la forma artística socialmente más cohesionadora. Se trata de un arte colectivo en todos los sentidos: no hay un solo autor, las actuaciones se crean durante el proceso de entrenamiento por sus actores y todos contribuyen al éxito de la compañía por igual. La creación de las piezas –de los acróbatas, malabaristas o de los domadores- comprende superar los límites del propio cuerpo, competir consigo mismo, con la naturaleza o con los compañeros. El circo une el arte con el deporte, la ciencia y la mecánica y en esto está en la línea del imaginario de la ideología comunista.
La especificidad del circo soviético, heredero del circo ruso con influencias del oriente lejano, es la introducción de una línea narrativa. No se trata de un simple cúmulo de exhibición de habilidades, sino todas las piezas de una manera u otra se desenvuelven alrededor de un hilo conductor. Ésta característica, junto con la popularidad de la forma expresiva ha contribuido a que circo sea también el medio ideal para trasmitir un ligero mensaje ideológico. Durante la Segunda Guerra Mundial, el circo de Moscú, ahora conocido como el circo viejo o el circo de Nikulin, no detuvo las actuaciones. Las acrobacias incluyeron las motocicletas y armas, los payasos iban vestidos de soldados alemanes para ridiculizarlos y al final de la función un tanque entraba a destrozar algún triste tinglado enemigo.
Los circos que se han construido en la Unión Soviética han variado muy poco su forma original. Todos son de planta redonda y en su forma exterior recuerdan a las carpas de tela de los circos que conocemos. El origen del circo en los rituales tribales y en los ejercicios militares en grupo dictó esta forma inicial que se modificó en la época romana para incluir otro tipo de competiciones y que volvió a sus orígenes en el renacimiento para dar lugar al circo moderno. La forma es dictada por las características físicas de las actuaciones: las acrobacias se desenvuelven libremente en el espacio, se tienen que poder observar desde cualquier punto por igual. No necesitan ninguna escenografía que las fijara en un punto escénico concreto. Lo mismo pasa con los números con animales: se pasean en círculos, se miran entre ellos y hacen sus actuaciones juntos. O los payasos, malabaristas y el resto.
La evolución del circo soviético como forma arquitectónica ha tenido dos vertientes principales: el progreso tecnológico de la maquinaria escénica y los cambios de forma exterior que ha sido paralela a los cambios de la arquitectura soviética en general. En cuanto a la tecnología, los circos han ido acumulando los espacios laterales, salas de entrenamiento y preparación, zonas controladas para animales, etc.
El circo nuevo de Moscú inaugurado en 1971 y considerado el mayor circo en el mundo con el aforo para 3.400 espectadores, cuenta con 5 arenas: ecuestre, de agua, ilusionista, pista de hielo y efectos de iluminación, situadas en plataformas hasta 18m bajo tierra, que se pueden intercambiar durante la función.
La mayoría de los circos soviéticos se construyeron al acabar la Segunda Guerra Mundial y después de la primera y necesaria oleada de construcción destinada a la industria, vivienda, administración y monumentos. Muchos sustituyeron a los circos antiguos de madera o se situaron en lugares donde habitualmente las compañías visitantes levantaban sus carpas.
El único edificio que sobrevivió a la guerra que fue el circo de San Petersburgo, inaugurado en 1877 como el primer circo fijo del Imperio. Sus fachadas neoclásicas fueron simplificadas en la reforma de 1959-1962, para no desentonar de la arquitectura del realismo socialista promovida por Stalin desde los años 30. El estilo “nacional en la forma, socialista en el contenido”, como se definía el realismo socialista -con la forma nacional basada en el modelo neoclásico- continuó utilizándose más allá del XX congreso del PCUS (1956) y de las críticas a los excesos monumentales estalinistas.
Muchos de los proyectos estaban ya decididos o empezados, pero tardaban en ejecutarse, así las formas neoclásicas comparten los circos de Minsk, Tbilisi, Kiev o Yerevan, todos construidos a finales de los años 50 o principios de los 60.
En su famoso discurso en la Conferencia nacional de constructores, arquitectos, trabajadores en la industria de materiales, construcción y maquinaria de caminos y puentes y empleados en organizaciones para el desarrollo del diseño e investigación, de diciembre de 1954, Nikita Khruschev (1953-1964) reclamaba un uso más eficiente y económico de los materiales y elementos constructivos, insistía en la producción de espacios con elementos prefabricados y en la racionalidad y funcionalidad de la forma.
La edificación manual con ladrillos, la decoración profusa e injustificada y el peso excesivo de los elementos estructurales fueron temas centrales de este llamamiento al cambio de paradigmas arquitectónicos que llegó a identificarse con una vuelta al modernismo o vanguardismo de pre-guerra. Los circos más racionalistas, como los de Kazan, Novosibirsk, Donetsk, Kharkov, Stavropol o Volgograd, construidos en la segunda mitad de los años 60 y primera de los 70 son formas limpias con grandes superficies opacas o transparentes, con elementos de estructura ligeros y prefabricados.
El circo que marcó tendencia fue el nuevo circo de Moscú o circo Bolshoi, de 1971 que introdujo una cúpula espectacular, con acabado metálico de 36m de altura, similar a las cúpulas de salas de deportes o de exposiciones construidas en otros países socialistas en la misma época. Un precedente fue también el circo Globus de Bucarest de 1960 de arquitectos N. Porumbescu, C. Rulea, S. Bercovici y N. Pruncu.
A partir de mediados de los años 70, coincidiendo con el estancamiento económico de la era de Brezhnev (1964-1982) y la huida hacia adelante de la arquitectura representativa, los circos soviéticos se construían cada vez con formas y decoraciones más espectaculares.
Los circos de Chisinau, Dniepropetrovsk, Dushanbe, Kislovodsk, o Yekaterinburg tienen las formas o detalles más elaborados. Esta época corresponde a la crítica de la austeridad formal de la era Khruschev, al desarrollo de formas oníricas y la vuelta de decoración basada en motivos nacionales. Este sello nacional y abstracto, realizado en elementos prefabricados, llevan los circos de Tashkent, Almaty, Karganda, Nizny Novgorod o Baku.
De la misma manera que ha exportado formas, la arquitectura soviética ha exportado usos a los países satélites. Así los circos como equipamientos públicos se han construido en Pyongyang, Ulaan Bator o Hanoi, siguiendo las mismas características y evolución formal como los de la URSS. Al tratarse de un arte muy popular estos centros han sido exitosos y durante el proceso de transición no han perdido su presencia en la vida cultural. La gran mayoría ha sido reformada –por países ya independientes y gobiernos de diferentes colores- o se encuentra en el proceso, como en el circo de Yerevan que fue demolido en 2012 y el nuevo edificio se espera inaugurar éste o el próximo año.
En Astana, la nueva capital de Kazakhstan que no experimentó los tiempos soviéticos, aterrizó en 2005 un nuevo y reluciente OVNI para albergar los espectáculos de circo. El caso más indicativo del bienestar del circo en los países ex soviéticos es caso del circo de Ashgabat: construido en la época soviética (1978-84) el circo fue abolido en 2001 por el primer presidente del Turkmenistan independiente, Saparmurat Niyazov. Su sucesor, Gurbanguly Berdimuhamedov, lo volvió a instaurar en 2008 en el mismo, espléndidamente restaurado, edificio de la época soviética.
Jelena Prokopljevic. Doctora Arquitecta
Barcelona. Junio 2014
Notas:
Imágenes: diferentes autores y páginas de internet. Entre ellas: Panoramio, Flickr, Bohemian Blog o Architectuul