La obra de Dieste toma el ladrillo y lo lleva a su máxima liviandad en la creación de superficies curvas a partir de una nueva tecnología, que el denominó cerámica armada: construcciones abovedadas realizadas con ladrillo, armadura de acero y un mínimo de hormigón.
«El ladrillo es económico en su producción y ha ofrecido desde hace milenios una lógica constructiva propia. A través de la historia, ya los romanos, habían perfeccionado la construcción de bóvedas y cúpulas con este elemento.
En muchas sociedades pueden observarse distintos tipos de edificaciones domésticas que utilizan el ladrillo para construcción de aljibes, pozos y dinteles de puertas que siguen la técnica de bóvedas y cúpulas, donde el ladrillo se traba uno a uno, con un simple mortero. A partir de esta técnica se realizan superficies de gran resistencia, (puentes, muros de contención, dinteles) que resisten la carga a partir del peso debido a su gran masa relativa.»