En la actualidad los arquitectos abordamos con asombrosa solvencia construcciones poco frecuentes dentro de nuestra formación académica y disciplinar. En concreto, emergen entre otras, interesantes propuestas en el campo de la indumentaria, el diseño de moda, las técnicas de patronaje e incluso la producción de estas otras envolventes para el cuerpo humano.1 La filiación disciplinar parece evidente y de hecho, si se recurre al lenguaje, la terminología asociada a la construcción de espacios y a la vestimenta presenta en algunas lenguas el mismo origen común:
“la palabra Wanda (muro) posee la misma raíz y el mismo significado básico que Gewand (vestido), aludiendo directamente al antiguo origen y al tipo de cerramiento espacial visible”.2
Interesa aquí sin embargo, no tanto el abordaje del diseño del traje desde las herramientas propias de la arquitectura, sino la consideración de ésta como parte de un conjunto de filtros y urdimbres graduales entre el cuerpo y el afuera, una serie de permeabilidades sucesivas íntimamente ligadas a nuestra identidad.
La estrategia del proyecto como colección de filtros late con fuerza en la propuesta de acondicionamiento del antiguo Museo Español de Arte Contemporáneo3 para su transformación en el actual Museo del Traje, obra de los arquitectos Concha Lapayese y Darío Gazapo de Aguilera.4 El jardín que rodea el museo se presenta como un paisaje – patrón hilvanando senderos y topografías a modo de primera camisa vegetal, un elemento de transición, un primer o segundo filtro, si el jardín aún mayor de la Ciudad Universitaria de Madrid es tenido en cuenta.5 El museo se concibe como un cuerpo sobre el que intervenir a base de tejidos y fibras naturales, incorporando la materialidad y las texturas del paisaje exterior al interior y estableciendo una secuencia de umbrales interconectados:
“El tema del traje y el vestido nos remitía inevitablemente al concepto de lo textil, al concepto del abrigo, de las membranas que normalmente las personas llevamos superpuestas”.6
La indumentaria está ligada íntimamente a los procesos de construcción de nuestra identidad, pero y la arquitectura
¿debe representar de alguna forma nuestra expresión vital?
Y en caso afirmativo
¿cómo hacerlo siendo todos nosotros tan distintos?
Una posibilidad resulta de los colectivos: en la Unidad de Habitación de Marsella habitan, fundamentalmente, arquitectos; nos reconocemos en la superestructura de hormigón casi de la misma manera que aceptamos ciertas normas no escritas en el vestido o el lenguaje disciplinar; los espíritus transgresores e inconformistas que habitan en la pandilla adolescente vibrarán en la Casa de la Juventud de Rivas7; los colores y texturas de trajes y vestidos se activarán ante la paleta picassiana de fondos grises en el Museo del Traje. Habitante e identidad, reconocimiento y activación, colectivo e individuo, cuestiones transversales y comunes a una disciplina que se despliega sobre refugios sucesivos.
El hecho de habitar siempre vuelve, como tema esencial y primero, sobre el abrigo.8
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Abril 2014.
Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas.
1 Una buena muestra de ello se dio cita el pasado 29 de marzo en el Portfolio Speed Dating organizado por Roca Gallery y comisariado por Brijuni Arquitectos: las propuestas de la ganadora Ara González o la finalista Brezo Alcoceba coincidieron con la presencia en el jurado de Nacho Martín, arquitecto y profesor de Diseño de Moda en el IED ModaLab.
2 Gottfried Semper, en Style in the Technical and Tectonics Arts or, Practical Aesthetics, p. 248. Visto en la tesis doctoral de Nacho Martín, Trajes Espaciales. La vestimenta como proyecto arquitectónico, ETSAM 2012.
3 MEAC, Madrid. El edificio original es obra de los arquitectos Jaime López de Asiaín Martín y Ángel Díaz Domínguez. Actualmente está catalogado como Bien de Interés Cultural y fue Premio Nacional de Arquitectura en 1969.
4 Sirvan estas líneas como humilde homenaje a Darío Gazapo, uno de mis más queridos y admirados profesores en la ETSAM.
5 La Ciudad Universitaria se instala a finales de los años 20 en la finca de La Moncloa, un entorno natural de más de 300 ha situado en el noroeste de Madrid en la margen izquierda del río Manzanares, situación inspirada por los campus verdes norteamericanos bien conocidos por Alfonso XIII.
6 Darío Gazapo, entrevista en serie documental producida por MDAi (Máster en Diseño y Arquitectura de Interiores), ETSAM, UPM.
7 Manuel Collado y Nacho Martín, Mi5 Arquitectos, 2009
8 Abrigo. (Del Latín Aprȋcus, defendido del frío). Defensa contra el frío / Refugio / Auxilio, amparo.