En la fotografía de los EE UU del siglo XX hay dos Adams. Uno, Ansel (1902-1984) fue un esteta y se dedicó a retratar espectaculares paisajes que hoy pueblan las salas de espera y se repiten en los calendarios. El otro, Robert (1937) estaba igualmente fascinado por la naturaleza, pero le importaba ponerla en relación con el ser humano y sus efectos, casi siempre terribles, sobre ella. Dado el mensaje de ambos (consolador el de Ansel y desolador el de Robert), es claro que la fama se la llevó el primero. El Los Angeles County Museum of Art (Lacma) quiere compensar la situación con una monumental exposición, Robert Adams: The Place We Live, A Retrospective Selection of Photographs (Robert Adams: el lugar en el que vivimos. Una selección retrospectiva de fotografías).
La muestra, que se inagurará el 11 de marzo y en la habrá varias charlas de Adams, es la mayor organizada hasta ahora (más de 300 originales) del documentalista que narró el primer gran ladrillazo del siglo XX: la construcción salvaje y masiva de desarrollos urbanísticos, vías de comunicación y otras obras desarrollistas en la coste oeste de los EE UU, especialmente en el estado de California, durante los años sesenta y parte de los setenta, en una época de gran prosperidad económica y explosión demográfica a consecuencia del baby boom posterior a la II Guerra Mundial.
Adams empezó a hacer fotos tarde, cuando trabajaba como profesor universitario en el estado de Colorado. La pasión por la cámara pudo con él y, en 1967, pidió que le rebajasen la jornada laboral a solamente media para tener tiempo para vagabundear y retratar.
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Anxel Grove