Aunque pueda parecer una terrible contradicción, ya desde los años 50, arquitectos como Miguel Fisac han experimentado con las propiedades líquidas del hormigón. Una masa cementosa que adquiere una condición pétrea tras su fraguado, pero que en origen es un fluido que permite tratarlo de forma eficaz.
El hormigón por tanto adopta la forma del molde en el que se vierte, pero tradicionalmente esas formas reproducían las geometrías de las estructuras de madera, como si la evolución del material no hubiese supuesto un evolución material. Será Miguel Fisac el que quiera de alguna manera buscar la geometría natural que le corresponde al nuevo material y se planteará cuestiones como; cuando el hormigón no tenga nada que le moleste, ¿qué forma tomará?. Llegando a afirmar:
«Es el único material que se echa blando en un molde. Pues que quede un poco la huella de que aquello ha sido blando.»
Sus obras con encofrados elásticos construidos con bastidores de madera, cables y lonas propiciaron muros de hormigón cuya materialidad final asemejaba almohadillados, texturas imposibles para un elemento pétreo que mantiene su memoria fluida.
Casi 60 años después de las obras llevadas a cabo por Fisac, con cierto aire experimental, arquitectos contemporáneos han retomado esa capacidad expresiva del hormigón.
Los arquitectos Mierta y Kurt Lazzarini acaban de inaugurar un edificio de viviendas en el pueblo rural suizo de Samedan, que reinterpreta estas cuestiones. El edificio se sitúa en el centro de este núcleo urbano de montaña y hace uso de su estructura fragmentada, de su colocación aterrazada y de la expresión de sus muros de hormigón para fundirse con el entorno.
En el fondo la volumetría del edificio reinventa las típicas formas de las casas rurales suizas, así como su morfología generada mediante la adición de diferentes piezas. Esta relectura del modelo clásico ha generado un edificio con la geometría de las antiguas construcciones pero con la rotundidad que un cierto aire minimalista contemporáneo le ha otorgado.
En la fuerte pendiente aparecen, los tres volúmenes que componen el edificio, con sus plantas ligeramente trapezoidales. El edificio de mayor altura se encuentra colocado en el extremo más elevado de la parcela lo que acentúa su carácter dominante respecto del pueblo.
La estratificación del paisaje aterrazado de la región, de las áreas de cultivo y de las laderas que rodean el valle se ha llevado a la fachada. La fachada reproduce la estratificación del paisaje mediante la estratificación de sus propios hormigones. Capas de diferentes hormigones, realizados con piedras diferentes de la región, se van acumulando de forma sinuosa sobre la pared del volumen edificado. Los muros ofrecen una especie de estampado, de acuarela paisajística del entorno, generando una integración armónica en el paisaje y también histórica, ya que la piedra es la materia típica de la zona, lo que ofrece una especie de continuidad de la memoria del lugar.
Otro proyecto que parte de premisas similares es el realizado por el artista plástico Walter Jack, para la construcción de un muro de contención en la región de Cornwall.
La obra se sitúa en Heartlands, una promoción inmobiliaria destinada a promover la transformación del suelo de unas antiguas minas de estaño, en una nueva área urbana, que incluirá equipamientos culturales, comerciales, residenciales y turísticos.
El muro quiere expresar la presión geológica que la minería tuvo en la tierra durante el apogeo de la minería de estaño en Cornualles, cuando los mineros estaban golpeando el corazón de la región a más de un kilómetro de profundidad. Un recuerdo histórico aún visible en muchos edificios y fábricas de la región y que Walter Jack, toma como metáfora inicial de su trabajo. ¿Como contener un terreno que ha sido licuado por el hombre para extraer sus minerales?
Mediante una técnica de moldeo realizada con cauchos se crea un efecto fluido y sensual sobre la masa de hormigón. Walter y su equipo crearon un gigante molde de caucho en el que el hormigón debe penetrar por todos los resquicios, por lo que hubo que utilizar hormigones extremadamente fluidos, tremendamente líquidos. Una vez terminado, el llenado del molde, la pieza final se cortó en seis secciones que fueron transportadas a la obra. Una vez allí, especialistas en montaje de estructuras prefabricadas recompusieron la pieza inicial para generar esa visión inusual, la de una piedra convertida en líquido, o en una tela arrugada por el viento.
La expresividad de las telas de las esculturas barrocas de Bernini, esa fluidez textil tallada en el mármol por el artista romano, es alcanzada ahora por el mantenimiento de la memoria líquida del material. Si el hormigón al fin y al cabo es una masa que permite construir de forma artificial una roca, algo de su memoria, de su origen o de su composición química debe quedar latente en su expresividad. El hormigón ahora se ve liberado de la geometría de sus moldes y puede expresar su latir interno, el de la fluidez que lo creó.
íñigo garcía odiaga . arquitecto
san sebastián. marzo 2012
Publicado en ZAZPIKA 25.03.2012