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La piedra y la luz | Marcelo Gardinetti

Capilla de Ronchamp | Paul Koslowski ©ADAGP

En tiempos remotos, el hombre primitivo descubrió en la caverna un lugar donde encontrar cobijo ante la lluvia y el frio. Esta revelación, que le permitió soportar las inclemencias del clima en un espacio de relativa comodidad, es rotulada por Umberto Eco como el nacimiento de la arquitectura1.

Miles de años después, la imagen prístina narrada por Eco puede aplicarse como un signo de profusa analogía para graficar las características esenciales del espacio interior de la Capilla de Ronchamp, la máxima poética de Le Corbusier.

Ronchamp es un ejercicio erudito que se desprende de cualquier antecedente tipológico para buscar los umbrales de la arquitectura. Sus muros tridimensionales trazan un paralelo con la caverna2, establecida como formas de la naturaleza modeladas por el hombre en la cima de una colina.

Capilla de Ronchamp | Paul Koslowski ©ADAGP

Las tensiones y ambigüedades de su geometría construyen su figura como un continuo de concavidades y convexidades que permiten resguardar un espacio de ensueño. Los muros configuran entidades autónomas que se asocian para encerrar el espacio con el perfil poco ortodoxo de la cubierta, definida de manera inversa a la curvatura del terreno y al natural escurrimiento del agua.

La puerta principal pivotando sobre el eje del vano, anticipa el evento haciendo que el acceso a la capilla no resulte un hecho intrascendente.

En el lado sur, el muro es portador de un espesor dramatizado. Su superficie calada irregularmente permite conducir en distintas direcciones los haces de luz natural que viajan impregnados del color de los vitrales, salpicando el espacio en un espectáculo agraciado y cambiante con el transcurrir del día.

Capilla de Ronchamp | Paul Koslowski ©ADAGP

Acentuando estas tensiones, la cubierta se retira de los muros para permitir el ingreso de la luz solar, que a su paso envuelve la curvatura de cemento consumando una maniobra de premeditada seducción.

La ausencia de aristas establece una continuidad indefinida de los muros, siempre subyugados por haces de luz provenientes de diferentes direcciones que impiden la definición precisa de los límites. En este suceso, la rugosidad del muro construye la complicidad necesaria para conmover con las diferentes intensidades de sombras.

Capilla de Ronchamp | Paul Koslowski ©ADAGP

Le Corbusier amalgama la piedra y la luz de manera candorosa, con tanto ímpetu que resulta imposible concebir un elemento sin el otro. El diseño conjuga el ideal artístico de fusionar la arquitectura, la pintura y la escultura como pocas veces se alcanzó en otras obras del movimiento moderno.

El interior de Ronchamp compone un relato genuino y homogéneo. El carácter invariable de un edificio atrapado por el sortilegio de la luz como resultado de un ejercicio de arquitectura puesto al servicio de la poesía, o de la poesía puesta al servicio de la arquitectura.

Capilla de Ronchamp | Paul Koslowski ©ADAGP

Marcelo Gardinetti.  Arquitecto
La Plata. Abril 2014

Nota:

1 “Obligado por el frio y la lluvia, siguiendo el ejemplo de los animales u obedeciendo a un impulso en el que se mezclan confusamente el instinto y la razón, nuestro hombre se refugia en un repliegue, en un hoyo al pie de una montaña, en una caverna. Protegido del viento y del agua, a la luz del día o bajo el resplandor del fuego (suponiendo que ya lo ha descubierto) nuestro hombre observa la caverna que lo cobija” Umberto Eco, la estructura ausente, ©debolsillo 2013 pág. 325

2 Otra alusión al discurso de Umberto Eco se refleja en las palabras de William Curtis: “la transición al interior de Ronchamp es espectacular. Se entra en una cueva de otro mundo, en una catacumba”. William J.R. Curtis, Le Corbusier ideas y formas, © Phaidon 1986 pág. 177

Marcelo Gardinetti
Marcelo Gardinettihttps://marcelogardinetti.com/
No voy a hablar de la penumbra, mejor voy a ver si puedo despertar. Arquitecto, - Universidad Nacional de La Plata, La Plata, 1985 - Editor responsable en Tecnne 2012 a la fecha. - Columnista de arquitectura en revistas y sitios web. 2012 a la fecha - Director en estudio de arquitectura, 1985 a la fecha. - Consultor Senior en Proyectos institucionales. 1995 a la fecha - Docente, Universidad Nacional de La Plata, 1985-1990 y 2011-2014 - Coordinador Técnico en Universidad Nacional de Tres de Febrero, 2014 - 2019 - Director en Arquitectura Escolar, Provincia de Buenos Aires, 1991-1996 y 2001-2010 - Representante Técnico, convenio UBA - FETINGRA, años 2020 a la fecha
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Alberto Alonso Oro
Alberto Alonso Oro
9 years ago

La caja de Nuestra Señora
Óscar Tenreiro

Ronchamp figuró muy temprano en mi búsqueda de la arquitectura.
Era además bastante común en ese tiempo que si el destino era Francia
había que llegarse hasta el que ya en ese entonces (comenzaban los
sesenta) podía calificarse de edificio mítico.

La viuda de nuestro compañero fallecido demasiado joven no hace
mucho Jorge Rigamonti, Helena Correa, me contó como Jorge, recién salido
de la Facultad, había llegado hasta el lugar (probablemente en 1961 o
62) y como era tarde había encontrado la capilla cerrada debiendo
quedarse fuera pernoctando en algún rincón. Allí lo encontró al día
siguiente uno de los curas que, al conocer que venía de tan lejanas
tierras lo invitó a desayunar y lo guió después hacia el interior de la
capilla antes de los servicios. Lo ocurrido a Jorge ejemplifica lo que
fue el peregrinaje a Ronchamp para todos los de mi generación. En su
insistencia quedándose allí al descampado para no dejar trunca su
visita, resume la actitud de muchos de nosotros yendo a esa colina
ansiosos de experimentar el goce que menciona Corbu. El goce interior,
regalo de la gran arquitectura.

[…]

http://goo.gl/5n3tP7

Alberto Alonso Oro
Alberto Alonso Oro
9 years ago

Y la luz se hizo

Publicado por Luis Lope de Toledo

En
el principio creó Dios los cielos y la tierra. Y la tierra estaba
desordenada y vacía, y las tinieblas cubrían la superficie del abismo, y
el Espíritu de Dios se movía por la superficie de las aguas. Y dijo
Dios: Sea la luz; y la luz se hizo. Y vio Dios que la luz era buena; y
separó Dios la luz de las tinieblas.

(Gen. 1, 1-4.)

Y es posible que esa luz saliera del teléfono móvil de Dios, mientras
buscaba el cajetín de los fusibles después de que un apagón los dejara a
oscuras en el paraíso.

Luz. ¡Simplemente con apretar un interruptor! Algo tan trivial y cotidiano
en nuestras vidas con lo que llevamos viviendo desde que nacimos. Algo
impensable hace menos de 150 años, antes de que al señor Joseph Wilson Swan
se le encendiera la bombilla, y encendiese las de los demás. ¿Pero qué
ocurría con la luz antes de que se produjera toda esta orgía eléctrica
que ha llegado hasta nuestros días?

[…]

http://goo.gl/DlgqZ0

Mateo Morelli
Mateo Morelli
9 years ago

Elogio a la poesia de la luz!

Espónsor

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