A lo largo del siglo XX el concepto de complejidad se ha ido integrando prácticamente en todos los ámbitos del conocimiento. La realidad es compleja, las relaciones entre diferentes cuerpos del saber son complejas, se habla de la teoría de sistemas complejos, del paradigma de la complejidad y de las ciencias de la complejidad. Muchos de los conceptos anteriores, si bien están relacionados entre sí, poseen un significado y un alcance diversos.
Las ciencias de la complejidad estudian los fenómenos del mundo asumiendo su complejidad y buscan modelos predictivos que incorporen la existencia del azar y la indeterminación. La teoría de los sistemas complejos es un modelo explicativo de los fenómenos del mundo con capacidad predictiva que reúne aportaciones de distintas ramas del conocimiento científico íntimamente relacionados con la naturaleza.1
Las primeras referencias al paradigma de la complejidad las da el sociólogo francés Edgar Morin, en contraposición a lo que denomina el paradigma de la simplificación. Morin define siete principios básicos que guían el pensamiento complejo, considerándolos complementarios e interdependientes.
Sitúa el principio sistémico o organizacional bajo el que se relaciona el conocimiento de las partes con el conocimiento del todo; el principio holístico que incide en que las partes están dentro del todo y el todo está en cada parte; el principio retroactivo que refleja cómo una causa actúa sobre un efecto y, a su vez, éste sobre la causa; el principio recursivo que supera la noción de regulación al incluir el de auto-producción y auto-organización; el principio de autonomía y dependencia en el que expresa la autonomía de los seres humanos pero, a la vez, su dependencia del medio; el principio dialógico que integra lo antagónico como complementario y finalmente el principio de la reintroducción del sujeto que introduce la incertidumbre en la elaboración del conocimiento al poner de relieve que todo conocimiento es una construcción de la mente.
Al plantear el paradigma de la complejidad se ha dicho que éste constituye una manera concreta de orientar la forma de pensar el mundo, de construir conocimiento. Una forma que incorpora el concepto de sistema complejo adaptativo, hace suya la necesidad de un diálogo continuado entre las distintas formas de conocimiento, y niega la existencia de formas de conocimiento más simples unas que otras.
En su aspecto más académico las ciencias de la complejidad es un cuerpo de conocimiento todavía hoy en pleno desarrollo, dedicado al estudio de los sistemas naturales dinámicos, que engloba un conjunto de teorías y sub-teorías interrelacionadas. De estas teorías emergen y se consolidan algunos conceptos claves en la caracterización de la ciencia contemporánea como son la idea de caos, la imprevisibilidad, el azar, el indeterminismo, la no-linealidad, la autoorganización, la emergencia y la autosemejanza.
Una de las obsesiones de estas ciencias de la complejidad es aproximarse a la realidad, en sus más diversas manifestaciones sin simplificarla, sin renunciar a su entramado complejo.
Varias teorías procedentes de las ciencias, se dirigen, explícita o implícitamente, en este sentido. Una lectura epistemológica de las mismas, muestra que estas teorías acercan paradójicamente las ciencias naturales y las ciencias humanas y quizás en parte por ello, la arquitectura no ha permanecido al margen de la emergencia de este conocimiento y con cierta naturalidad, ha hecho suyas algunas de las principales aportaciones de estas teorías y algunas de sus aplicaciones al comportamiento espacial.
El concepto de complejidad, entendido tradicionalmente en un sentido cuantitativo, es revisado, proponiéndose una visión cualitativa de la idea misma de complejidad promoviendo una nueva visión de carácter operativo, apuntándose cómo puede ser aplicada al desarrollo creativo de la arquitectura del siglo XXI.
En cualquier caso, estas teorías manejan unos términos para describir y explicar la realidad que se mueven en unas coordenadas muy distintas a las tradicionales y que como mínimo han enriquecido una parte del discurso arquitectónico para crítica de los pensadores más tradicionales y solaz de aquellos que prefieren desmarcarse de una sintaxis que consideran avejentada. La arquitectura, en sus más diversas manifestaciones, aparece en el nuevo contexto, constituida por fluctuaciones, iteraciones, borrosidad, turbulencias y torbellinos, catástrofes, fractales, bifurcaciones, atractores extraños, líneas de fuerza, etc.
El éxito del concepto complejidad entre los arquitectos actuales esta fuera de toda duda. Algunos arquitectos sin mentar específicamente ciertos modelos científicos, adoptan algunos de sus conceptos clave tanto en la producción y el diseño de sus edificios, como en sus escritos y conferencias. En realidad podríamos afirmar que estos modelos científicos están entrañados en un contexto cultural que transciende lo científico.2
Otros arquitectos incluso están usando términos propios de las ciencias de la complejidad sin ni tan siquiera darse cuenta o saber de su existencia. En suma, la apropiación arquitectónica de las ciencias de la complejidad se hace desde las formas más explicitas y cultas, hasta las más sutiles, desde las más directas hasta las indirectamente mezcladas en otros contextos.
Independiente de ciertas posturas que por vanidad se acercan al paradigma de la complejidad como tendencia más cercana a una moda que a un planteo investigador serio, se puede percibir y se están desarrollando trabajos profesionales, docentes e investigaciones de primera línea que indican un profundo cambio en la manera de hacer arquitectura, síntomas relacionados con la visión científica contemporánea y con un meta-contexto cultural a esa visión, vinculada.3
Más allá de lo científico, la adopción por parte de la arquitectura de ideas y conceptos provenientes de estas ciencias naturales es una operación que desvela una relación fundamental con la naturaleza tal y como así ha sido a lo largo de la historia de la arquitectura.
Esta operación de mímesis con la naturaleza puede entenderse como la voluntad mimética de la arquitectura de reproducir una visión científica de lo natural, pautada por la idea de complejidad.
Una vez más, no lo vamos a descubrir ahora, una mirada abierta a la naturaleza ofrece a la arquitectura una verdadera base desde la que investigar sobre nuevas herramientas de referencia del hecho proyectual contemporáneo. No se trata tanto de que las ciudades y los edificios sean miméticamente naturaleza, sino que se comporten como ella.
A fin de cuentas si los humanos no dejamos de ser una especie más de la naturaleza, nuestros hábitats y nuestras herramientas no pueden ser otra cosa que naturales, es decir, si consideramos un panal de abejas como una estructura natural, no podemos dejar de considerar una ciudad como naturaleza misma.
Miquel Lacasta. Doctor arquitecto
Barcelona, noviembre 2012
Notas:
1 Es interesante el artículo de BONIL, Josep, PUJOL, Rosa Maria, SANMARTÍ, Neus, y TOMÁS, Catalina, “Un nuevo marco para orientar respuestas a las dinámicas sociales: el paradigma de la complejidad”, Universidad Autónoma de Barcelona,UAB, Bellaterra, 2004.
Los autores forman parte del grupo Complex del Departamento de Didáctica de la Matemática y las Ciencias Experimentales de la Universidad Autónoma de Barcelona
2 GRILLO, Carlos D., La Arquitectura y la Naturaleza Compleja: Arquitectura, Ciencia y Mimesis a finales del Siglo XX, UPC Departament de Composició Arquitectònica, tesis doctoral dirigida por Dra. Marta Llorente, Barcelona 2005, p. 28.
3 Ídem
«A fin de cuentas si los humanos no dejamos de ser una especie más de la
naturaleza, nuestros hábitats y nuestras herramientas no pueden ser otra
cosa que naturales, es decir, si consideramos un panal de abejas como
una estructura natural, no podemos dejar de considerar una ciudad como naturaleza misma.» miquel lascasta