Inside job, el documental que ahora llena los cines, es un típico producto norteamericano hecho para los norteamericanos. Trata de explicar las causas de esta Gran Crisis desde la quiebra de Lehman Brothers en 2008, el conchabamiento entre banqueros, reguladores, comisionistas y agencias de rating, ante la condescendiente y cómplice colaboración de autoridades políticas y organizaciones económicas internacionales. El dinero les sale a estos delincuentes por las orejas y aún necesitarían otros orificios de desagüe para poder metabolizar los miles de millones de dólares que se metieron en el cuerpo o convirtieron en centenares de helicópteros, yates, lamborghinis y kilogramos de cocaína, consumida en la oficina o en prostíbulos de lujo. Vista así, la Gran Crisis es el thriller del año y un thriller de argumento tan complejo como la composición de los productos tóxicos ofrecidos a la inversión y consustanciales a la burbuja. Esta cinta de éxito es, sin embargo, tan pesada como cargante, tan monótona como perezosa, tan teatralmente insolente como fallida en sus intentos de acorralar a las cabezas fundamentales de la debacle.
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VicenteVerdú
+ artículo publicado en elpais.com