La arquitectura solicita una cierta predisposición ante el hallazgo, algo parecido a un estado de expectación. El placer del descubrimiento es adictivo, estimulante desde la militancia del más contumaz de los ingenios, a menudo íntimamente relacionado con el sentido del humor y, en última instancia, la inteligencia. Imaginamos que precisamente a esto se refiere Alejandro de la Sota cuando afirma de forma luminosa que la arquitectura «da risa», para concluir inmediatamente después con un doloroso «la vida no«. Su manera de bromear era decir la verdad.
El banco que aparece en la imagen cumple ahora más de 100 años. Se trata de un diseño de Edwin Lutyens para el jardín de la casa de Ednaston Manor (1912-19), uno de los proyectos que el arquitecto británico aborda desde la variante neoclásica del estilo Queen Anne.1 La incorporación de una enorme rueda en un extremo y dos asideros en el otro, transforma el banco en una forma extraña de carruaje, un artefacto desde luego muy poco neoclásico que permite su fácil transporte. Imaginamos la sonrisa taimada de Lutyens ante esta criatura engendrada como un injerto, a medio camino entre la cómoda y el carretón: un objeto sin duda alejado de los cánones culturales de su espacio y tiempo.2
La arquitectura necesita del ingenio como instrumento de transformación de las rutinas del mundo. Desde la predisposición ante el hallazgo se despliega en el fondo una forma determinada de conocimiento, una mirada higiénica que nos libera de la tentación de tomarnos demasiado en serio: perder la gravedad. Como si la imaginación fuese no ya
«más importante que el conocimiento» (Einstein),
sino literalmente, más ligera. Tan ligera que lo grande se hiciera pequeño y lo pequeño grande; tan ligera que lo importante no fuera sino aquello verdaderamente secundario.3
Reivindicamos para la arquitectura un sentido más allá de la medida y la escala; un sentido menos tangible y ortodoxo, pero no por ello menos necesario y conveniente; un sentido al margen de la gravedad y de la técnica; un sentido que nos devuelva las razones del humor. Una ingeniería del ingenio.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Junio 2015.
Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas:
1 Continuando con la idea de proyectar casas para jardines y no a la inversa, Lutyens prestará gran atención al paisaje como organismo dentro del cual debe surgir la arquitectura.
2 La movilidad del banco no es un asunto menor, pues permite reconfigurar continuamente la mirada sobre el jardín, transformando un territorio habitualmente conocido y estable en un paisaje cambiante y movedizo, no ya por la posición impredecible de los bancos, sino por las nuevas perspectivas y situaciones que éstos ahora nos ofrecen.
3 Imposible no recordar aquí las puertas levadizas de Oíza en «Otras puertas«, o el acceso de la vivienda del conserje en el proyecto Alejandro de Sota para el Museo Provincial de León, acceso principal del edificio del antiguo Obispado, reservando una pequeña puerta secundaria como nuevo acceso «principal» al museo.