“Habitar una memoria frágil, sólo vivible desde el interior”1
“La vivienda define el espacio privado mientras al espacio de los demás; es un recinto de privacidad, un espacio de acontecimientos personales. Sus límites, que definen ese mundo donde va acumulándose nuestra experiencia, son fronteras complejas, tensas y ricas e situaciones y pueden ser desde membranas hasta espacios habitables en sí mismos”.2
La construcción de la propia vivienda, del refugio para sí mismo, ha sido un tema muy fértil (también muy polémico) a lo largo de la historia de la Arquitectura. Se entiende esta acción como una ocasión de experimentar y materializar las obsesiones más íntimas y personales de cada uno; convirtiendo su refugio3, su hogar, en un laboratorio de pruebas y conceptos extrapolables a otros proyectos –“Por lo general se trata de extrapolar la experiencia de un proyecto realizado a una cierta escala e imaginar lo que podría ocurrir al aplicar su estrategia a una escala mayor. Es decir, el uso de prototipos” 4-.También supone una plasmación de un sentido propio del habitar, intentando articular mediante elementos arquitectónicos su modo de relacionarse con el mundo y con los suyos que a través de la lectura de estas trazas físicas, inertes, podremos comprender y vislumbrar. Tal vez Smiljan Radic haya sido especialmente prolífico en este campo, construyendo una y otra vez el mismo refugio, en diferentes tiempos y lugares; por ello, a través de la Casa Habitación, podremos ir detectando todas estas ideas que conforman el imaginario y producción arquitectónica del arquitecto chileno.
1.
“Cuando un habitante de la isla de Chiloé quería mover su casa, la arrojaba con bueyes al mar y la hacía flotar tirada por botes hasta la otra orilla de la isla”.
En el archipiélago de Chiloé, en Chile, perviven todavía una serie de lógicas de sentido comunitario, de festejos y momentos de reunión en torno a tareas que, por su magnitud, requieren a todas las personas de una población. La minga, la más conocida de estas labores comunitarias (hoy ya casi un reclamo turístico), consiste en el transporte de casas de una isla a otra por medio de embarcaciones. Las construcciones de madera, vaciadas y arriostradas, son dispuestas encima de flotadores y remolcadas de un punto a otro del lago, desplazando las viviendas entre las diferentes islas. Una vez allí, mediante yuntas de bueyes, son transportadas sobre troncos de árboles hasta su nueva ubicación. Una acción que no deja trazas físicas en el territorio en el que se realiza, pero que carga no sólo la memoria del edificio trasladado sino también de las personas implicadas en su desplazamiento, sean propietarios de ella o no.
No es casual que Smiljan Radic emplee los barcos y los bueyes para hacer llegar hasta el claro del bosque donde se ubica la casa los materiales que conformarán el refugio, madera y vidrio principalmente. Ni es casual la elección de una estructura de madera con ensambles “a media caña” sin utilización de piezas metálicas como las viviendas de pescadores de esa costa chilena; estructura que aparte, por la excepcional condición sísmica de Chile, permite por su propia materialidad y disposición, dar la respuesta más eficiente ante un terremoto. Tampoco podemos obviar otro aspecto , finalmente no materializado por imposibilidad de transporte hasta el lugar, la cimentación sobre grandes bolones de roca, queriendo fundar su hogar del mismo modo que las iglesias de ese territorio (rasgo recurrente a lo largo de su obra, que veremos en el Restaurante Mestizo o en el pabellón de la Serpentine Gallery ). Resulta más literal otro aspecto de la vivienda, de la modificación del año 2007, consistente en una cerramiento textil que a modo de tienda de campaña corona la vivienda generando un segundo piso; pues deja de ser una relación sutil, estructural5, de la arquitectura popular de Chiloé, para pasar a poder ser leída como una respuesta formal, tal vez demasiado inmediata, de las cubiertas metálicas de la misma.
La Casa Habitación lleva incorporada en su memoria, en la de los materiales que la componen y su disposición, el territorio de Chiloé y sus particulares condiciones, incluso la humedad adquirida por la madera durante su transporte. Esto consigue arraigar, de la misma forma que la minga hacía, una arquitectura a un paisaje y a las personas involucradas en el proceso. Y viceversa, llevar el territorio (tanto el físico como el intelectual) incorporado en el ADN de cada uno de los aspectos, materiales y soluciones técnicas que han definido la respuesta arquitectónica. Por lo tanto, una vez entendidas todas estas lógicas que subyacen en este refugio, comprendemos mucho mejor la siguiente frase:
“Aparentemente, esas casas no tiene que ver con un lugar específico, con una vista o un paisaje, sino con el reconocimiento de todo un territorio en el que una casa se puede mover, o si se quiere puede flotar con facilidad. La arquitectura no necesita muchas veces de un sitio, necesita de un territorio”.
“El tiempo que pasa (mi Historia) deposita residuos que van apilándose: fotos, dibujos, carcasas de bolígrafos-rotuladores ya secos, desde hace tiempo, carpetas, vasos perdidos y vasos no devueltos, envolturas de puros, cajas, gomas, postales, libros, polvo y chucherías: lo que yo llamo mi fortuna”. 6
Tal vez el aspecto más interesante de este refugio sea su relación con el paisaje, lejano y próximo, propio y ajeno. Así, el sistema constructivo del que hablábamos antes, unas crujías separadas 56,5 centímetros, permiten conformar una visión isótropa del interior, la de un paño de estanterías continuo en todo el perímetro (a excepción de la puerta) que sirve de intermediario, de protección y límite ante el exterior –“La habitación, como todo refugio intenta preservar un alejamiento. El velo de vidrio de sus fachadas posee el aura de transparencia que justamente en nuestra civilización nos hace desaparecer”. Sin embargo esa isotropía está destinada a ser modificada, a ser intervenida una y otra vez por los propios objetos que hacen vivible la casa. Las pertenencias de la familia Radic irán colonizando, tupiendo y acumulándose en esos huecos; sustituyendo la naturaleza exterior por un nuevo paisaje formado por sus tesoros, sus deshechos, por su Historia, buscando que sea ésta la que se convierta en el verdadero paisaje (memoria):
“Esta estructura trata de solucionar con un sistema constructivo toda una habitación y todo lo que ella puede sostener. No sólo las cargas de la propia construcción, sino los vestigios y los recuerdos que en ella se pueden acumular. De esta manera, se pretende que con el tiempo las caras de esta caja se llenen de restos los cuales «compondrán» finalmente sus fachadas”.
De alguna forma, ese territorio de doble naturaleza al que se refería Radic está evidenciado en el espesor del sistema constructivo de la Casa Habitación; donde en un mismo plano visual, que podríamos entender casi como la representación de un paisaje, son capaces de establecerse cuatro niveles de relación: con el entorno inmediato (visión del exterior), con Chiloé (la materialidad y memoria de la vivienda), con su pasado (las pertenencias que han ido atesorando) y su presente.
Será precisamente esta superposición de niveles, la multitud de “datos blandos”7 de ideas potenciales, depositados en apenas cincuenta o sesenta centímetros de espesor de cerramiento lo que haga posible establecer la Casa Habitación como un proyecto germinal y paradigmático dentro de la trayectoria del arquitecto chileno.
Un auténtico laboratorio de pruebas, un registro fidedigno de sus obsesiones personales que podremos ver reflejadas, impregnando el resto de sus proyectos.
Antonio Giráldez López
Arquitecto y vago
Madrid · enero 2015
Notas:
1 Extracto de la producción audiovisual “Un ruido naranjo” de Smiljan Radic.
2 Gallego, M. Anotaciones al Margen.
3 Término empleado por el propio Radic para denominar una serie de proyectos de viviendas realizadas para sí mismo y Marcela Correa (recogido en la entrevista realizada por El Croquis).
4 Las citas de Smiljan Radic han sido extraídas de El Croquis a no ser que , explícitamente, se indique lo contrario.
5 Término que no hace referencia al aspecto tectónico, sino que debe entenderse en el sentido filológico del término.
6 Georges Perec. Especies de espacios. Libro al que hace referencia en la memoria del proyecto recogida en Arquitecturas de Autor 27.
7 En varias ocasiones Smiljan Radic emplea este término para referirse a aquellas ideas, que de forma inconsciente condicionan y formalizan el proyecto arquitectónico. Concretamente aparece en la conferencia Biarch. Un ruido Naranjo.
Bibliografía:
El Croquis nº 167. (2013) Madrid: El Croquis Ed.
VV.AA.(2003) Arquitecturas de Autor. Nº27. Smiljan Radic. Pamplona: T6 Ediciones.
Radic, S. Un ruido naranjo (producción audiovisual).
Perec, G. (1974) Especies de espacios.
Gallego, M. (2007) Anotaciones al margen. Barcelona: Gustavo Gili.
SUMA HABITACIÓN. Miguel Ángel Díaz Camacho
«Conservo un recuerdo excepcional, incluso creo que prodigioso, de todos
los lugares donde he dormido». Con estas palabras Georges Perec inicia
el capítulo dedicado a la habitación dentro de un fantástico ejercicio de literatura experimental publicado
en 1974: Especies de Espacios (1). La experiencia del sueño se vincula a
la experiencia arquitectónica como herramienta primera de la memoria,
trascendiendo la vulgar idea inmobiliaria del dormitorio: el
granero seminal, la alfombra mullida del palacio, la translúcida tienda
de campaña o los cojines sobre el nudoso crujir de la madera en el
desván. Lechos de fortuna, escenarios, lugares donde quedarse dormido.
http://ow.ly/KnZTH