La arquitectura es un oficio artístico creador de belleza que -unido a la técnica constructiva- proporciona cobijo a los seres humanos. Es decir, siguen vigentes -a mi entender- los tres pilares de Vitruvio (utilitas, firmitas y venustas). Y no es una actividad artística en la que un creador pueda explayarse sin contar con el “otro” a quien va destinada su obra. En esto se diferencia de la escultura o de la pintura y de otras artes. Eso sí, la buena arquitectura posee indudablemente un “alma” aunque sea la de un contenedor reciclado.
La arquitectura surge gracias a una idea generadora. A través de un proceso complejo, en el que intervienen muchas personas, se convierte en objeto construido y, más tarde, puede ser que lo haga en “lugar”. En este proceso es necesario contar con diversos factores.
1. Saber para qué ha de servir, cual va a ser su USO. Si ha de tener una función o varias. Es importante que los futuros moradores intervengan, opinen, participen… Los arquitectos / as, en definitiva, no somos más que intérpretes de los sueños y deseos de los usuarios, a cuyo servicio estamos. (UTILITAS)
2. Ensamblar entre sí los conocimientos técnicos-estructurales que permitan al edificio mantenerse FIRME contra viento y marea e inclemencias varias, soportando su propio peso y el de los enseres y personas que lo habitan; utilizar parámetros que aíslen y protejan del frío y del calor, haciéndolo confortable y energéticamente sostenible según el lugar y el clima del entorno; aplicar con acierto los conocimientos de los distintos materiales (a ser posible locales), de la economía (para que no sea cara su construcción), de las instalaciones (agua, gas, electricidad, iluminación, calefacción), de su solidez (como la casa del las tres cabritas resistiendo el empuje del lobo), del buen envejecimiento al paso del tiempo… (FIRMITAS).
3. Es necesario no perder de vista la BELLEZA, esa cualidad intangible que tienen las cosas (y las personas) que nos hace amarlas infundiendo en nosotros un deleite espiritual. ¡Cuántas veces se ha olvidado este concepto, desgraciadamente, haciendo que la ciudad sea cada vez más gris y torpe! (VENUSTAS)
Y ahora viene la pregunta del millón ¿tiene futuro la arquitectura?
Evidentemente, sí. Mientras los seres humanos sigamos poblando nuestra hermosa Tierra, la arquitectura vivirá. Y puesto que cada vez somos más los habitantes del planeta, serán necesarios más espacios que nos protejan y acojan.
Ahora bien, ¿cómo será el futuro del proyectar?
Se me ocurren varias ideas, ahí van algunas:
1. Seguramente el futuro, -o más bien diría el presente-, será diferente del pasado. Como obviedad, puede valer. Pero la cuestión es que ya NO NOS VALEN los modelos anteriores. Las redes y las nuevas tecnologías, entre otros factores, han contribuido a cambiar nuestra forma de vivir, de habitar en el espacio y de relacionarnos.
2. La ciudadanía está tomando conciencia de la situación en la que nos desenvolvemos, cada vez nos fiamos menos de los políticos y de los medios. Y como lo cotidiano es político, necesitamos tener UNA VIVIENDA DIGNA, UNOS ESPACIOS PÚBLICOS ADECUADOS, UNA CIUDAD QUE SEA LA CASA DE TODOS. Vivir una vida buena en un entorno amable y afectivo.
3. En esta situación hacia la que discurrimos, la arquitectura ha de convertirse, poco a poco, tal como está sucediendo en sectores de momento minoritarios, en una EXPRESIÓN COLECTIVA. Si los holandeses lograron, a fuerza de sentadas y manifestaciones, que las ciudades de su hermoso país poseyeran carriles bici para humanizar sus desplazamientos, esta tendencia es la actual. Se llama movilización ciudadana, y está en contra del poder establecido. Del sistema.
La arquitectura, y por tanto la forma de proyectar, será FLEXIBLE, COMUNITARIA Y PARTICIPATIVA, VIABLE ENERGETICAMENTE, RECICLABLE, MULTIDISCIPLINAR, IGUALITARIA Y NO SERVIRÁ para que unos cuantos se enriquezcan. Si no para que entre todos INTENTEMOS MODULAR ESPACIOS ÉTICAMENTE SENSIBLES (según el término de Santiago Molina), AFECTIVAMENTE SOSTENIBLES, LÚDICOS, HUMANISTAS Y ACOGEDORES.
Esta será, probablemente, la nueva forma de proyectar el espacio.
Cristina García-Rosales. arquitecta
madrid. marzo 2011