“Asumiendo condescendientemente lo peor del gusto y valor de sus clientes, las grandes firmas de arquitectura están prolongando la vida de un tipo que no ha sido afectado por nuevas ideas o ambiciones desde la realización del World Trade Center en 1972. Tras haber convertido New York en una insufrible demostración de mediocridad arquitectónica, ahora siguen su misión en otro continente”
Rem Koolhaas [1]
El rascacielos se ha establecido como un objeto que entroniza imágenes de poder relativizando el objetivo de la arquitectura como modeladora la ciudad. Generador de espacios urbanos poco alentadores, estratificado en capas jerárquicas, sumido en una carrera por superarse en altura, representa una manera de construir que hace tiempo se muestra anacrónica.
El trabajo de Rem Koolhaas replica esta forma de concebir la arquitectura. La declaración del párrafo inicial es concluyente. Esa ponencia realizada antes de construir su primer edificio en altura es corroborada en la realización de uno de los diseños de arquitectura más interesantes de este siglo, el CCTV de Beijing. La Central de Televisión China compone una posición concreta sobre la materialización de edificios en altura que supera las carencias de sus antecesores.
Koolhaas evita participar de esa pugna infecunda por erigir el edificio más alto, declarando que siempre habrá alguien que hará otro mayor. Su objetivo se focaliza en construir una nueva imagen urbana en base a dos conceptos que le permiten suplir carencias típicas de los edificios en altura:
– Establecer un edificio que forme parte del espacio urbano en lugar de prevalecer en altura: “si únicamente se atiende la verticalidad, no se ofrece nada a la ciudad”.
– Proponer una idea de recorrido que permita distribuir el programa sobre todo el edificio, evitando la estratificación por pisos.
Koolhaas traza una volumetría que se establece a partir del vacío, propiciando la generación de un espacio urbano significativo. Esta decisión se apuntala en la definición de un programa que permite una fuerte relación entre trabajo y sociedad, situación a la que Koolhaas siempre estuvo atento.
El diseño propone una plataforma común con una plaza elevada a nivel de calle, de la que emergen dos torres. Ambas ascienden paralelas estrechándose a medida que se elevan. Este juego formal distorsiona el sentido de la perspectiva, que las muestra imponentes desde uno de los lados y estrechas y débiles desde el otro.
Las torres concluyen unidas en la parte superior por vigas perpendiculares entre sí, que recomponen la figura rectangular que cubre la plaza. El bucle propuesto da forma a una figura tridimensional que enmarca un nuevo espacio urbano a la vez que acentúa su espectacular imagen icónica.
La envolvente exterior evita mostrar divisiones entre pisos y modulaciones de ventanas, eliminando todo signo que evidencie la escala humana. De esta manera se dificulta obtener referencias sobre su tamaño a la distancia. Una red diagonal de acero a la vista muestra los refuerzos estructurales, red que se hace densa en los puntos donde los esfuerzos son más intensos.
El acceso principal se ubica en la base de una de las torres. En este punto el visitante se prepara para el recorrido interno por la totalidad del edificio. El circuito propuesto se inicia en una de las torres, establece un mirador en el puente en voladizo y concluye en descenso interactuando en las actividades de la otra.
El primer contacto con la actividad interna se establece en el museo aledaño al acceso. En el primer nivel, un amplio hall de distribución vincula con un teatro de 1.500 personas y las salas de cine digital. El visitante tiene la posibilidad de establecer circuitos entre los estudios de grabación y las áreas de producción para programas de tv. Una secuencia de salas de exposiciones y restaurantes permite disfrutar del mirador ubicado en el ángulo del puente. Tres ventanas redondas cortan el piso de la terraza y permiten vistas hacia el jardín ubicado en la plaza inferior. El descenso permite visualizar otra parte de los estudios, áreas de producción y grabación.
El recorrido no se establece únicamente como un paseo para el visitante, propone el entendimiento del proceso funcional que se lleva a cabo dentro del edificio.
El vacío enmarcado por la arquitectura varía según el punto de vista y la distancia de observación. El voladizo termina por definir la imagen escultórica del edificio. Compone un lugar dentro del espacio urbano que establece el punto de contacto entre la calle y el edificio.
Este icono del siglo XXI establece un punto de inflexión en el carácter de edificios urbanos de alta densidad. Hace posible la interacción con el espacio público desde una estructura integra y homogénea que no resigna imagen simbólica.
Con esta obra, OMA no reformula el rascacielos, delata su obsolescencia.
Marcelo Gardinetti . arquitecto
La Plata. abril 2013
Notas:
[1] Koolhaas, Rem. Content, 2004, Taschen, New York.