1. La secta. Censo de personajes. El patriarca: Frank Lloyd Wright
Genial arquitecto estadounidense. Nacido según unos en 1867 y según otros (entre quienes me encuentro) en 1869. En agosto de 1928, con 61 -o 59- años de edad, se casó con una joven montenegrina de 29 años. Era su tercer matrimonio, aunque había convivido con cuatro mujeres. (Con una de ellas no había llegado a casarse: Fue asesinada antes).
El gran arquitecto estaba arruinado, y soportaba una de las mayores crisis personales y profesionales de su vida, aunque ya se había repuesto de otras.
No; no estaba en su mejor momento.
2. La secta. Censo de personajes. La lideresa malona: Olgivanna
Nacida Olga Ivanovna Lazovich y casada como Olgivanna Lloyd Wright: No le bastó el «Wright», que adoptó hasta el «Lloyd»). Nacida en 1898. Bailarina en el ballet ruso de Gurdjieff. Tenía 29 años cuando se casó -en agosto de 1928- con Frank Lloyd Wright. (Antes se había casado con otro arquitecto, con quien había tenido a su hija Svetlana).
Esta mujer, con una gran visión (y con una cara de hormigón HA-25/P/20/IIb), convenció a su famoso pero arruinado marido para que montara la secta: The Taliesin Fellowship. Una preciosa hermandad formada por estudiantes de arquitectura y jóvenes arquitectos de todo el mundo que acudirían gozosamente a aprender, a trabajar y a vivir con el gran patriarca. No, no cobrarían nada por su trabajo. Por el contrario, pagarían mil dólares al año (un dineral) para recibir el privilegio de formar parte de la secta. A cambio de ello recibirían una formación integral en arquitectura. («Integral» quería decir que ordeñarían las vacas, ararían los campos de la bella comunidad… Qué digo comunidad: hermandad. Y se alojarían en los hermosos edificios… que no existían, y que para empezar tendrían que construir ellos mismos).
3. La secta. Censo de personajes. El bobalicón, William Wesley Peters
Uno de los aprendices más conspicuos de Wright. Era muy competente, y también muy alto, lo que ponía frenético al maestro, que era más bien corto de estatura y diseñaba siempre los techos muy bajos.
-¡Quítate de ahí, Wes, que me rompes la escala!
Y es que ver al bueno de Wes Peters ahí derecho, como un pasmarote, casi rozando el techo con la coronilla, echaba a perder toda la magia.
4.La secta. Censo de personajes. La primera hija, Svetlana
Olgivanna ya tenía una hija, Svetlana, cuando se casó con Wright. Luego tuvo otra hija con él: Iovanna.
Svetlana, adoptada por Wright, se casó con Wesley Peters. En el microrreino que era Taliesin, el rey (y, sobre todo, la reina) casaba a su hija mayor (los seis hijos anteriores de Wright no contaban; no eran hijos de Olgivanna) con el más notorio de sus discípulos, y de esa forma le nombraba legítimo heredero.
Svetlana murió en las cercanías de Taliesin a los veintinueve años de edad, con su hijo Daniel, en un accidente de coche que ella conducía.
5. La secta. Censo de personajes. La rusa loca, Svetlana
La hija de Stalin, Svetlana (otra Svetlana, qué casualidad), se escapó de la URSS a la India, en pos de su amor, con quien permaneció hasta que él murió. Los graves problemas para obtener permisos de salida, y el insoportable control al que estaba sometida, la lanzaron a la huida definitiva: Roma, Friburgo, Zúrich, Nueva York, Princeton y Taliesin.
Había escrito un libro de memorias: Veinte cartas a un amigo, en el que criticaba el régimen soviético
¡y ponía a caer de un burro a su propio padre!
Era el libro más morboso del mundo. Ella era la persona más morbosa del mundo. La hija del diablo huía del infierno y contaba intimidades y maldades de su padre.
El libro se tradujo a todos los idiomas y Svetlana se hizo rica.
Edición española del libro. El título original, Veinte cartas a un amigo, no tenía morbo. Era mucho mejor este: Mi padre, mi padre, mi padre.
Ah, y la autora Svetlana Stalin: nada de Alilúyeva.
Además de dinero, mucho dinero, los Estados Unidos le dieron protagonismo, fama, confort. La exhibían como trofeo arrebatado al enemigo, la llevaban de acá para allá, la vitoreaban como heroína, presumían de ella.
Svetlana había renunciado al apellido de su padre y había tomado el de su madre, Alilúyeva, suicidada cuando ella tenía seis años. Una infancia desamparada, una vida desequilibrada.
No sabía manejar dinero, y tenía demasiado. No sabía qué se hacía con él.
Pero Taliesin estaba lleno de deudas, como de costumbre, y la abeja reina sí que sabía que hacer con esa pasta. La olió desde miles de kilómetros de distancia y la atrajo hacia sí.
José Ramón Hernández Correa · Doctor Arquitecto
Toledo · Junio 2016
Nota.- La primera parte de la historia que voy a contar ya la conté -admirablemente bien, según dijo el ínclito crítico y académico Don Florián-Nepomuceno Robasiestas Juanjo-Nomepises- en mi novela La hoja desnuda, publicada en 1998 por la demarcación de Toledo del COACM y actualmente en fase de corrección y reedición por Cornac Ediciones. De modo que no me extenderé mucho. Y me remito a la novela. (No os preocupéis: Cuando renazca en esta su segunda vida lo contaré cien veces). Empecemos con el censo de personajes: