En torno al año 2007 Alejandro Zaera se encontraba negociando con la EMV la próxima construcción de su edificio de viviendas sociales en Carabanchel. Puede ser que fuera ahí cuando se enteró que esos corredores comunes que, al estilo de las famosas streets in the sky de los Smithson, había planteado como lugar de encuentro vecinal y disfrute colectivo debían, por ley, ser privatizados. Si no lo hacía él lo harían los vecinos, argumentaban los funcionarios. Sin embargo este espacio conserva su carácter exterior y su vocación pública al cubrir sus paramentos verticales con bambú y los horizontales con tablones ligeramente separados por los que, poéticamente, podría caer la lluvia.
Las streets in the sky, los anchos corredores de acceso a las viviendas abiertos a las inclemencias del exterior que, en teoría, fomentarían la relación vecinal, son una constante en este tipo de proyectos. Las viviendas sociales de toda Europa están plagadas de ellos. En España parecen un objetivo imposible. La gente prefiere no “perder superficie” en el corredor y ampliar su salón. Además, no nos gusta tener que llevar el paraguas hasta la puerta de casa. Es curioso que este esquema funcione mejor en países con un clima claramente peor que el nuestro como los nórdicos o Holanda, por ejemplo.
Mientras para los países de tradición protestante la privacidad es algo completamente prescindible, para los cristianos su pérdida representa un drama. Otro motivo por los que preferimos los corredores interiores y oscuros a los exteriores que permitan que un vecino vea el interior de nuestras cocinas. Todo esto pueden ser motivos culturales más que fundamentados para justificar el desuso de este tipo de accesos a las viviendas de los países del sur de Europa. Sin embargo, los arquitectos vemos estos elementos como fundamentales para fomentar la cohesión social, que, por cierto, es mucho mayor entre los nórdicos que entre los mediterráneos, y nos empeñamos en imponerlos a una sociedad que, constantemente y con la ley de su parte, los privatiza.
Patrick Geddes entendía el urbanismo desde el punto de vista de un biólogo. Había que estudiar la cultura, los gustos,las necesidades, las formas de asociación y el tipo de economía de una población para poder “trasplantarla” a otro lugar y que, al igual que cualquier esqueje natural, “floreciera”. Si esto es verdad, es posible que los arquitectos de este rincón del mundo tengamos que resignarnos a hacer ciudades de casas aisladas sin espacios comunes que los ciudadanos no necesitan. Ciudades para individuos y no para ciudadanos.
En el blog que los vecinos de Carabanchel han creado para comentar noticias y opiniones sobre su PAU es notoria la disconformidad de los vecinos de algunos de sus edificios.
“Pues no es por nada, pero el edificio de Bambú es una tremenda patada al buen estilo, a mi me daría vergüenza vivir en un edificio así, imagínate el cachondeito de las visitas cuando las enseñes tu casa de bambú. Hay que reconocer que serán mega-baratos esos pisos de la EMVS, pero el diseño es atroz, parece una jaula para chimpancés. Eso para que lo hacen para señalar a la gente que viva dentro ya como ciudadanos de segunda clase, porque vamos….”
Los arquitectos siempre hemos desechado opiniones como esta que, claramente, no provienen de una persona que tenga conocimiento sobre nuestro oficio. Sin embargo, está claro que existe una gran incomunicación. No es posible concebir que los antiguos Foreign Offices estuvieran pensando en los futuros habitantes de su edificio como “chimpancés” o “ciudadanos de segunda” pero parece ser que es así como ellos se sienten. Hay que decir, también, que una charla informal y muy breve de uno de estos vecinos con el propio Zaera, transcrita por su mujer en este mismo blog, sirve para estos vecinos trasladen su odio desde éste hacia la EMV.
Cuando miramos a los compañeros holandeses, noruegos o daneses, suspiramos con envidia pensando en el respeto que les tienen sus compatriotas no arquitectos. Las sociedades allí son más cultas, pensamos. Sin embargo, nosotros contamos con este otra sociedad. Tenemos dos opciones, plegarnos a sus deseos o, siguiendo con el símil botánico, intentar nuevos esquejes que den como resultado especies florales más hermosas o, en el peor de los casos, tomates.
Texto por bRijUNi arquitectos: Beatriz Villanueva Cajide -Arquitecto y Master en Proyectos Arquitectónicos Avanzados (ETSA Madrid)- y Francisco Javier Casas Cobo -arquitecto y Master en Teoría, Análisis e Historia de la Arquitectura (ETSA Madrid).
Bergpolder, vivienda social [Brinkman+Van Tijen+Van der Vlugt] | vaumm
En 1933 los arquitectos Brinkman, Van Tijen y Van der Vlugt construyeron
el que probablemente sea el primer ejemplo de vivienda social en
altura. Un simple prisma de viviendas pasantes en galería con su eje
longitudinal orientado norte-sur, de forma que sus fachadas principales
se orienten a este y oeste. Los únicos añadidos a esta leve estructura
son un volumen acristalado que contiene el ascensor y la escalera, así
como una pequeña cubierta en la planta baja que configura el hall de
acceso y un local comercial.
[…]
http://goo.gl/nyT6Yy
No, en absoluto.
La razón de hacer edificios con corredores son los ascensores no la cohesión social.