El campamento exige campo abierto, eventualidad y movimiento. Su fragilidad, ligereza y condición horizontal, se ha desplegado de forma análoga tanto en la campaña militar como el asentamiento vacacional, tanto en la emergencia como en la feria o el circo. El campamento fascina por su capacidad de nomadismo y su vocación efímera de alteración del paisaje: fascina su fugacidad. Existe sin embargo un arquetipo poco dado a la dinámica ambulante, una incorrección, una rareza surgida desde la huida y el estremecimiento: la iglesia de campaña.
Durante el periodo Nazi y después de la II Guerra Mundial se desarrollaron algunas rutas populares de peregrinación a través de territorio alemán1. Gottfried Böhm proyecta la iglesia de Nuestra Señora de la Victoria en Allgäu, una pequeña localidad de la Baviera pre-alpina muy cerca de la frontera con Austria2. Se trata de una iglesia ligera y desmontable, un campamento listo para instalar en los meandros del Camino. Diecinueve pabellones prefabricados y planta hexagonal se organizan de manera informal a modo de racimo espacial, un cluster, una situación que integra con naturalidad el eje cardinal entre el altar y la pila bautismal. Cada pabellón cuenta con una cubierta casetón y lucernario central superior, quedando pilares metálicos circulares, cerchas y tablero de chapa, sin revestimiento: la estructura es la arquitectura. Las unidades exteriores presentan menor altura y una de ellas (en la imagen) integra hábilmente el campanario como parte del lucernario equipado; la posición del altar se enfatiza desde la singularidad vertical de su cobertura.
Nos fascina la iglesia por su emotiva capacidad de convocatoria, su espiritualidad, al margen de su condición espacial o material: del escondite o la cueva al templo monumental; del aislamiento de la ermita a la centralidad de la catedral; de la infraestructura al santuario; de la escultura al campamento. Sin embargo, de todas ellas, el templo de campaña convoca una extraña conexión con los hombres y la naturaleza: no espera al peregrino sino que sale a su encuentro cuando éste se extravía; no es ajeno al paisaje en el que encuentra su hábitat, pero desaparece iterativo tras su desiderátum. La vaporosa imagen del templo como una luz intermitente, como un campamento para el espíritu, como un claro en el bosque a la espera de la parroquia errante.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Septiembre 2014.
Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas:
1. Pehnt, Wolfgang, «Gottfried Böhm«, Basel. Birkhäuser, 1999, págs. 90-91
2. Iglesia de peregrinación Nuestra Señora de la Victoria, Opfenbach-Wigratzbad, Allgäu, Gottfried Böhm y Michael Eberlein, 1972-76.