La casa como oportunidad inexcusable para la experimentación encuentra su plenitud en dos momentos determinantes de la historia: la postguerra de los dos grandes conflictos bélicos internacionales del Siglo XX. La estandarización, la economía de medios, la aplicación de nuevas tecnologías y materiales o la propuesta de nuevas formas de vida serán temas comunes en, por ejemplo, ‘Pessac’ (1925) o las ‘Casas Loucheaur’ (1929), de Le Corbusier; la ‘Casa experimental’, Weissenhofsiedlung, Stuttgart (1927), de Walter Gropius; o ya en Estados Unidos y dentro del programa de las Case Study Houses, la CSH#8 (1945-49), diseñada por Charles & Ray Eames. El proyecto doméstico como laboratorio.1
Heredera en parte del programa norteamericano, aunque proyectada y construida en Oslo entre 1952-1955 por Arne Korsmo y Christian Norberg-Schulz, la casa en Planetveien 12 constituye uno de los iconos de la arquitectura escandinava.2 Al margen de su configuración espacial y constructiva, interesa aquí su estrategia programática como «live-work home«, una casa para vivir pero que habrá de financiarse con el trabajo que precisamente allí ha de producirse.
El nivel bajo rasante se destina a los trabajos en metal y madera de Grete Prytz Kittelsen, así como a su taller de esmalte, iluminado a través de un patio jardín escalonado; la planta alta se configura como una oficina de diseño que integra un dormitorio con cama escamoteable; entre la producción y el prototipado, la planta baja explora las valencias sociales del estar internacional y se diseña como un marco experimental para todas las creaciones de los Korsmo:
«podemos usarlo como lugar de pruebas para maquetas y otros artículos, dibujar sobre las pizarras pivotantes, como auditorio para películas y proyecciones, como una pequeña galería de exposiciones no solo de nuestro trabajo, también de nuestros colegas y amigos; y como mini-teatro si uno levanta la escalera levadiza».3
La casa respira el aire del atelier, una suerte de tramoya doméstica. Salvo el hogar en ladrillo, todo será removible, escamoteable, levadizo, pivotante, corredero, ligero y apilable como el conjunto multicolor de cojines prismáticos que permite infinitas disposiciones para sentarse o tumbarse en un espacio de programa intangible. La casa promete la celebración de la vida desde el noble oficio de la creatividad.
Como si el ejercicio del diseño estableciera un paisaje confortable sobre el que habitar y producir a un tiempo, una vida interior estimulante ante un afuera blanco y hostil durante gran parte del año. La existencia luminosa de la que ha desaparecido tanto la apariencia burguesa como la rutina proletaria, la idea del ocio y del trabajo, para sintetizar una nueva utopía concurrente, una quimera, una nueva fertilidad conjuntiva, un ecosistema receptivo felizmente rentable y propositivo: la casa productiva.
Miguel Ángel Díaz Camacho. Doctor Arquitecto
Madrid. Junio 2015.
Autor de Parráfos de arquitectura. #arquiParrafos
Notas:
1 Ver artículo «El proyecto doméstico como laboratorio«, MADC, publicado en la revista RITA nº2, págs. 124-131.
2 La casa forma parte de un conjunto de tres: Planetveien 12, 14 y 16, perteneciendo una de ellas a la familia de Korsmo y otra al propio Norberg-Schulz. Una vez separado Korsmo de su mujer Grete Prytz Kittelsen (una reconocida diseñadora noruega a la que la escuela de arquitectura de Oslo -AHO- dedica su hermosa sala de dibujo), ésta permanecerá en la casa hasta su muerte manteniendo en perfecto estado de conservación el proyecto original. Ver Tostrup, Elisabeth; «Planetveien 12. The Korsmo House. A Scandinavian Icon«, London, Artifice, 2014.
3 rne Korsmo, 1955. Ibídem. pág. 36. Traducción MADC.