La experiencia de escribir acerca de la arquitectura es siempre ambivalente. Quiero decir que cuando se escribe de arquitectura en abstracto, como aquí se intenta, se gana el placer de manejar los conceptos sin los prejuicios de una forma arquitectónica específica, y se pierde la capacidad de elaborar y comunicar relatos asumibles por una gran masa de co-ciudadanos, debido a la aspereza y complejidad misma de los conceptos que se manejan en arquitectura.
Hace ya muchos años que no nos sorprenden expresiones como un plano virtual, una secuencia de vacíos, o una articulación urbana. Y francamente, estas expresiones son difíciles de comprender por aquellos que no son arquitectos.
Aún más.
Estas expresiones normalmente se relacionan con el desarrollo de la explicación de una forma arquitectónica dada, y que viene acompañada por dibujos, maquetas o imágenes de síntesis que de una manera u otra aclaran las esencia compositiva de las expresiones precedentes. Ahora bien, sin la compañía amable de un proyecto específico sobre el que hablar, se requiere todavía más, de una cierta capacidad de lectura de conceptos ligados a la filosofía, la geografía, la composición, la historia del arte, etc.
Es por eso que hay que encontrar las claves especificas de escribir acerca de la arquitectura, que evidentemente no es lo mismo que escribir de arte, de música o de literatura.
En todo caso me gusta la idea de que existe una manera acertada, correcta, precisa y coherente de escribir arquitectura en su vertiente teórica, sin caer en una retórica alambicada y complicada pero carente de conceptos claros. Una cosa es lo complejo y otra es lo complicado.
Para mayor desgracia, aquellos que sentimos la necesidad de escribir teoría de la arquitectura en forma de reflexiones abiertas, tenemos muy pocos maestros en los que reflejarnos en nuestra propia lengua. Acaso Ignasi de Solà-Morales,1 que escribió tanto como crítico de arquitectura, como y sobre todo teórico. Su claridad en la manera de estructurar contenidos, su pedagogía conceptual y la pertinencia de los temas sobre los que reflexionaba, hicieron de él, el reflejo brillante sobre el que palidecer.
Quizás pueda significarse también a Rafael Moneo en esta categoría, si bien su triple faceta, como profesional, como docente y como teórico, da una dimensión más global tanto a su obra construida, como a la escrita, pero también menos punzante.
De todas formas, sobre el tema del oficio de escribir, recuerdo una de esas pequeñas joyas del filósofo alemán Arthur Shopenhauer, llamada El oficio de escribir y el Estilo,2 que publicó en 1851 como capítulos XXIII y XXIV, en una de sus obras más reconocidas Paraliponema.
Como comenta su traductor, Esteve Serra, (…)
«Schopenhauer ataca con vehemencia lo que él considera un sabotaje a la lengua alemana, sobre todo en lo que respecta a los escritos filosóficos, por parte de aquellos que confunden ininteligibilidad y profundidad y desdeñan el sentido común y la claridad a la hora de expresarse».
Y es que precisamente ese es el gran reto que surge cuando se decide escribir acerca de los conceptos de la arquitectura, prescindiendo de la obra arquitectónica. La complejidad y dificultad de afrontar ciertas ideas parece necesitar de una expresión igualmente compleja y obscura.
No creo que tenga que forzosamente ser así.
Por un lado, ciertas ideas de arquitectura son ásperas en su expresión y requieren de matices, de paralelismos y referencias para que queden bien fijados. Eso puede hacer el relato algo difícil de comprender, pero si está bien escrito, dejará los cultismos justos para perfilar y matizar los conceptos y acabará por crear más luz, que no sombra.
Por otro lado, si que es cierto , especialmente en la cultura anglosajona, que la teoría de la arquitectura se ha trufado de conceptos rimbombantes pero en muchas ocasiones, vacíos. Conceptos que más que mostrar una idea, la dejan en suspenso, a medio camino entre la intuición y el cultismo y por falta de rigor o por falta de espacio físico en el espacio editorial donde se lanza el texto, se deja una especie de zona brumosa, algo pedante y sin duda, obscura. Esta manera de escribir, a la postmoderna por decirlo así, ha conformado prácticamente un estilo propio, donde el juego consiste en provocar una nube de ideas, sin dejar ninguna clara ni cimentada. En este sentido esta manera de escribir me recuerda sarcásticamente el web economy bullshit generator, que de forma automática es capaz de crear supuestos conceptos para la jerga de la economía global que surge de las redes, o la adaptación al Landscape Urbanism que bajo el evidente nombre de landscape urbanism bullshit generator, también se recrea en una falsamente compleja manera de operar con ideas, si bien algunas resultan de los más sugerentes.
Sea como sea, me quedo con algunas de las perlas que Schopenhauer deja ir en el texto antes citado del que comparto dos reflexiones para alguien se anime a leer la totalidad.
«272 En primer lugar se puede decir que hay dos clases de escritores: los que escriben por el tema mismo, y los que escriben por escribir.
273 Se puede decir también que hay tres clases de autores: en primer lugar, los que escriben sin pensar. Escriben de memoria, a partir de reminiscencias, o bien directamente a partir de libros escritos por otros (…)
En segundo lugar, los que piensan mientras escriben. Piensan para escribir.
En tercer lugar, los que han pensado antes de ponerse a escribir. Si escriben, es sólo porque han pensado. Caso muy raro».
Hay evidentemente una manera de escribir que se acerca a una manera de vivir y entender la arquitectura. Quizás esa sea la lección de Schopenhauer.
Miquel Lacasta Codorniu. Doctor arquitecto
Barcelona, Octubre 2014
Notas:
1 Ignasi de Solà-Morales escribió una serie de artículos en los diferentes números de Any que promovió Peter Eisenman durante los años noventa y que Cynthia Davidson como editora lideró. Los artículos del Any, es la colección de conferencias que Solà-Morales impartió en diferentes partes del mundo y que se publicaron en Anyone (1991), Anywhere (1992), Anyway (1993), Anyplace (1994), Anywise (1995), Anybody (1996), Anyhow (1997), Anymore (1999) y Anything (2000)
Los artículos del Any es también el libro que recoge todos los textos de Ignasi de Solà-Morales publicados en los diferentes números. De Solà-Morales, Ignasi, Los Artículos del Any, Colección la Cimbra núm. 7, Fundación Caja de Arquitectos, Barcelona, 2009.
2 Schopenhauer, Arthur, El Oficio de Escribir y el Estilo, editor José J. De Olañeta, traducción de Esteve Serra, Ed. Centellas, Palma, 2014
Acertado y actual.Tal vez la simplificación del discurso sea el signo predominante de estos tiempos.Menos tiempo, menos densidad, espero no derive en lo insustancial.