«Toda construcción auténtica, toda creación humana es una interacción de funciones y no una diferenciación de dominios»
José María de Labra
La galería madrileña José de la Mano, en su interés por desvelar la obra desconocida de autores del siglo pasado, ha realizado un segundo proyecto expositivo sobre José María de Labra con el sugerente título de Laboratorio de Formas[1]. Como se indica en el catálogo, la idea de «laboratorio» evoca a Oteiza y a su personal experimentación con tizas, pero también nos vincula a otro laboratorio, el de Formas de Galicia, concebido en el exilio de la mano de Luis Seoane e Isaac Díaz Pardo tomando la integración de las artes como una de sus premisas fundamentales.
La obra José María de Labra Suazo (A Coruña, 1925 – Palma de Mallorca, 1994) se encuadra perfectamente dentro de los ideales de aquel laboratorio. Además de su exploración en el mundo de la pintura y la escultura abstracta, enseguida traslada su investigación a la configuración del espacio religioso, participando en el diseño de las vidrieras del Colegio Apostólico de los Padres Dominicos en Valladolid (1952) o de la iglesia de San Pedro Mártir en Alcobendas (1955), ambas proyectadas por Miguel Fisac.
Su primera exposición importante, la celebrada en 1955 en el Ateneo de Madrid, cuenta con un catálogo prologado por Fisac. En él, el arquitecto escribe: «esta exposición no es su obra, es una serie de estudios, de ejercicios para hacer dedos, como dicen los pianistas». Y añade: «Un concierto completo ya lo ha dado Labra en varias ocasiones —yo soy testigo de mayor excepción—; otros los está comenzando a ejecutar. No son cuadros, ni siquiera pinturas murales. ¡Triste concepto de lo que es la fusión de las artes tienen los que creen que una auténtica cooperación plástica es pegar, más o menos acertadamente. a una arquitectura, estatuas y pinturas en las paredes!».
En efecto, los ejercicios de Labra son tanteos, ensayos, primicias que avanzan la idea de obra total anhelada en el sueño de la recuperación moderna. Las maquetas de celosías de madera construidas en su laboratorio se convierten en elementos de articulación y desvelo del espacio en obras como el pabellón español en la Feria Mundial de Nueva York (1964) o la sede de la Sociedad Recreativa Hípica en A Coruña (1967).
Los lígneos tamices de luz propuestos por Labra se incorporan con naturalidad en fachadas e interiores aportando expresividad y dinamismo a la construcción. En ocasiones llega a ensayar con partes móviles, haciendo de la plástica moderna objeto esencial y variable en la definición del ambiente.
En el ecuador del siglo pasado, creadores como Labra, Oteiza, Manuel Molezún, Díaz Pardo o Jesús de la Sota —a quién la galería dedicó también un magnífico proyecto reivindicativo—, además de otros nombres por desvelar, hicieron de la recuperación moderna el escenario perfecto para reivindicar la integración de las artes y, de su obra, la mejor demostración de esta idea.
antonio s. río vázquez . arquitecto
a coruña. abril 2013
Notas:
[1] Un primer proyecto, bajo el título de Labra: Fuerza y forma. Un mundo objetual abstracto se llevó a cabo en noviembre de 2010.