En dos entradas anteriores he publicado dos textos, el primero de René Clair y el segundo de Sigfried Giedion, sobre las relaciones entre rodar una película y construir un edificio. El otro día encontré otro texto en el mismo sentido, esta vez del interesante director israelí Amos Gitai (en la fotografía), por cierto, hijo del arquitecto Munio Weinraub y estudiante de arquitectura en Haifa y Berkeley.
Gitai declaraba:
«Creo que los dos procesos tienen mucho en común, porque en la arquitectura también tienes un texto verbal, un programa de construcción que te dice: «Por favor, realiza este tipo de programa con estos servicios». Entonces tienes que traducir esta información verbal a su forma. Al igual que cuando haces una película, tienes un tema o una historia, y tienes que crear una forma. Otra cosa que me gusta de ambos medios es que no son artes íntimas, porque está involucrada una estructura industrial y social. Por eso, pasas por un largo proceso para traducir tu idea a través de una gran cantidad de filtros, hasta que finalmente obtienes el resultado. Lo más importante es si la estructura funciona, el edificio se levanta y no se cae, o la película existe. Ahí está la espina dorsal y las paredes y las vigas -para continuar con este tipo de metáfora- y puedes verlos, pero sin que interfieran con los espacios interiores del edificio o la película. Así tienes una estructura que te permite leer en el edificio o la película, pero sin sobre-interpretar los espacios interiores, cada uno tiene una especie de efecto acumulativo, al igual que cuando caminas a través de un espacio y cada pasillo o habitación o la ventana que dan otra visión del mismo, pero se sabe que tiene una estructura continua».
Jorge Gorostiza, arquitecto. Autor del blog Arquitectura+Cine+Ciudad
Santa Cruz de Tenerife, mayo 2011