Entre las obras que nos legó Agustín Pérez Bellas (Vigo, 1927-1982) figura un libro de poemas y relatos titulado «Mi silueta felina», publicado por Ediciós do Castro en 1996. En la introducción, Graciela Baquero y Beatriz Ruibal, encargadas de la edición, explican que
«Intenta ser una primera aproximación a la obra literaria de un hombre, hoy desaparecido, que dejó entre nosotros el fruto de su tarea: relatos, poemas, novelas, canciones, dibujos y pinturas».
Esta amplia labor en diversos campos artísticos se fue generando en paralelo a sus proyectos, convirtiéndose en una especie de refugio, como también se detalla en el texto inicial:
«En el transcurso de su vida ejerció su profesión de arquitecto de una forma cotidiana y metódica, pero, simultáneamente, desarrolló un trabajo creativo que le proporcionó un polifacético mundo en paralelo, un lugar solitario, en donde el mar fue su mejor aliado».
Ya antes de terminar la carrera, su pintura ilustraba las páginas de la Revista Nacional de Arquitectura, reproduciendo el primer premio obtenido en la III Exposición de Pintura, Escultura y Dibujo de los Alumnos de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid con su obra «Tarde». Años después, ya arquitecto, sus textos aunando oficio y literatura, acompañados siempre de un dibujo propio en blanco y negro, se convertirían en una colaboración habitual en la revista TA: Temas de Arquitectura y Urbanismo, editada entre 1958 y 1980. Por esas páginas desfilarían títulos tan elocuentes y enigmáticos como «Historia imprecisa de una ciudad de la costa», «Arquitecto de recursos», «En un día de lluvia» o «Arquitecto a la ventana». Este último desvelaba las inquietudes de un personaje que
«lápiz en ristre, se pasa la vida atacando como puede al rectángulo, armonizando, humanizando la relación de longitudes, superficies y volúmenes que implica el rectángulo, evitando que se le convierta en desfiladero, cuarto sin ventilación, espacio inútil».
Sobre una de sus primeras exposiciones de pintura, realizada en la Galería Da Vinci de Madrid en 1953, el crítico de arte José María Moreno Galván escribió que se trataba de una exposición «eminentemente literaria», añadiendo que el autor de las obras
«Es arquitecto, pero ese dato, afortunadamente para él, no se trasluce nada en sus dibujos. (Los dibujos de arquitecto siempre tienen un manierismo especial de cartabón y perspectiva)».
Aunque el interés por trabajar en diversos campos artísticos era algo frecuente en los arquitectos de la época, pocas veces nos encontramos con una obra tan extensa y diversa, merecedora de una divulgación específica, como sucede con la recopilación de «Mi silueta felina». Tampoco la producción arquitectónica de Pérez Bellas ha sido objeto de mucha atención, a pesar de la calidad de sus proyectos residenciales, equipamientos sanitarios o locales comerciales levantados en Vigo y alrededores. Tan solo la exposición realizada por la Comisión de Cultura de la Delegación de Vigo del COAG en 2001, comisariada por Jose Varela Alén, nos deja su pequeño catálogo como el único testimonio sobre el papel, hasta el momento, de este arquitecto al margen. Son solo unas pocas páginas, pero nos sirven para construir el gran libro de su vida.