La arquitectura es ante todo un proceso mental, una abstracción necesaria que bebe de contextos tangibles, y cuyo destino es de nuevo el espacio físico. Pero sin ese proceso, sin ese lugar del pensamiento que recoge, medita y proyecta, no es posible su existencia.
Adelantarse a los acontecimientos, imaginar una forma de vida o de uso que aún no existe, empatizar con sentimientos y percepciones de un sitio que aún no ha sido creado, reconocer las vidas anteriores de un lugar… no son más que parte de lo intangible y que sin embargo terminará erigiendo paredes o abriendo vacíos, insinuando recorridos e invitando al sosiego, o al bullicio, o a la observación.
Edificar el pensamiento como materia más de la construcción en un ejercicio racional; trabajar la imaginación y la percepción como elementos de proyecto. La obra «Espacio de Bienestar» para albergar la Clínica Carité, del estudio Piano Piano es un perfecto ejemplo de esa abstracción, proyección y percepción.
Este proyecto de reforma se realiza en un local comercial de 130m2 a pie de calle para su reacondicionamiento como clínica de bienestar. El local original es un espacio degradado, con una proporción de marcada longitudinalidad, adentrándose en la manzana 28,5m, y abriéndose a la calle con un estrecho acceso de pocos metros. Su planta aparentemente rectangular se desordena al fondo del local, produciendo ángulos e inclinaciones morfológicamente extraños para un telón de fondo. A pesar de estos condicionantes que podrían verse como desalentadores, el espacio cuenta con una importante altura libre, además de una extraña sensación de atracción hacia su interior, de movimiento, al igual que lo hace la luz.
El programa que Beatriz y Jessica, las propietarias, tenían pensado para Carité, partía de disponer de zonas privadas cerradas (dedicadas a usos de spa y estética, un espacio para el personal, almacén y baño), así como diferentes ámbitos más abiertos en los que poder llevar a cabo manicuras, pedicuras y sesiones de maquillaje. Como estrategia para llegar a ello, el estudio Piano Piano se apoya en unas premisas: perseguir una geometría flexible, la necesidad de llevar la máxima iluminación natural posible al interior del local, y buscar usos capaces de coexistir. La intervención desarrollada por Maria Donnini y Maria Grifo, las arquitectas al frente de Piano Piano, propone un escenario prácticamente desnudo, y que sin embargo, en su sencillez de trazo, da respuesta a todos los usos necesarios en el día a día de la clínica. Y no solo eso: también deja espacio a la proyección mental.
Inevitablemente viene a mi cabeza el plató de la cinta Dogville, que en su oscuridad y vacío permite la proyección de espacios a la propia mente, haciendo que a posteriori realmente recordemos las viviendas y las calles. Algo parecido ocurre en el Espacio para el Bienestar de las arquitectas con base en Valencia: su intervención es un plano extrusionado que fabrica espacios exteriores e interiores dentro del gran local, y hace que la percepción rellene el resto e intuya usos y recorridos.
El volumen original, el local, vaciado, vestido de negro, actuará como continente, como un plató que en su gran altura y oscuridad resuelve las instalaciones, sostiene la iluminación artificial y permite en sus vacíos los lugares de encuentro, de atención o de paso. Al nivel del suelo, a escala más doméstica, se colocan los diferentes espacios como cajas de manera alineada, sin renunciar a ese efecto de «corredor» que te lleva hacia el fondo del local. Éste se reordena con una última caja, la única que rompe la malla reticular, haciendo de espacio turbina, equilibrando el encuentro de planos con el espacio continente y asumiendo los usos más privados.
«Conseguimos de este modo la idea de tener un espacio continuo de principio a fin, un espacio no fragmentado», explican las arquitectas.
Las cajas, de altura menor, permiten la circulación de luz, aire y sonido por todo el local. Su dominancia blanca contrasta las diferencias de escala y por tanto, de comprensión espacial. Como vemos, el bicromatismo blanco-negro del local alimenta su percepción: transforma esas paredes blancas que dan al pasillo en un lugar expositivo, y los interiores de las cajas en un lugar neutro, de silencio, el lugar para la concentración y la relajación. Esta proyección hace que, de repente, el recibidor quiera ser un salón, el pasillo quiera ser escaparate. Este bicromatismo también convierte a todo aquel que ocupa el espacio en una nota de color, en calor y en vida. El pulular de personas entrando de la calle, siendo atendidas en una de las cabinas, esperando en la sala, o los productos de venta en sus estantes… todos son enfatizados y puestos en importancia gracias a este escenario, como aquellos que le dan significado al significante espacial.
No en balde, este esquema lo encontramos habitualmente en los museos y lugares destinados a exposiciones: el diálogo necesario entre un gran contenedor que se rellenará de contenido sin saturarlo, sin ruido ni estridencias. De hecho, la pequeña clínica guarda similitudes con lugares como las Galerías ARCO (Madrid), un gran arca que permite autodefinir las piezas en su interior como «espacios» y «vacíos» sin realmente acotarlos en sus 6 caras, definiendo en la mínima expresión recorridos, lugares y protagonistas.
En este proyecto, Piano Piano consigue llevar la sencillez a un nivel poético, abstraído, y que resuelve en su totalidad los requerimientos de sus propietarios en una obra prácticamente seca, de coste mínimo y rendimiento máximo, de manera elegante y limpia.
Obra: Clínica Carité. Espacio de Bienestar
Autoras: Piano Piano Studio (Maria Donnini Badia – Piano Piano Studio)
Objeto: Bajo comercial
Tipo: Reforma y acondicionamiento
Localización: Gran Vía Germanías, Valencia, España
Superficie: 130 m2
Año: 2018
Fotógrafa: Milena Villalba
Artículo Redacción: Ana Asensio
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