Estos días he vuelto a ver el ayuntamiento de Valdemaqueda (Madrid), de los arquitectos Paredes y Pedrosa, y he vuelto a rememorar aquella gloriosa intervención de la entonces presidente de la Comunidad de Madrid, la condesa consorte de Bonos (con grandeza de España), pidiendo la muerte de todos los arquitectos.
¿Qué le pasa a ese tipo de gente con este tipo de arquitectura? Es una arquitectura limpia, clara, yo diría que incluso ética. No presume de despilfarros formales, de eructos agresivos. Parece humilde y sencilla. ¿Qué daño hace? ¿A quién se lo hace?
Por otra parte, viendo ahora, muy a posteriori, aquellas orgías de la mafia púnica y sus ramificaciones, aquellas juergas en las que las adjudicaciones se hacían con pasta, cocaína y putas por medio, y en la que llovía dinero procedente del «hecho constructivo», no nos queda más remedio que hacer una lectura ética de la arquitectura, ya que la arquitectura, desgraciadamente, sale a colación a menudo en este tipo de culebrones, y también demasiado a menudo vemos en la tele a los arquitectos municipales saliendo con las muñecas juntas, acompañados por la policía.
Yo no podría imaginarme jamás (tal vez peque de ingenuo) que los concejales de urbanismo y los técnicos municipales de Saynatsalo (por poner un ejemplo) se dediquen a la pasta, a la cocaína y a las putas. Ni siquiera los veo atracándose a cigalas.
Quiero creer que la arquitectura elegante y sencilla, modesta, es además ética.
Sé que eso es mentira, pero me gustaría creer que la arquitectura sirve para algo.
Para lo que sí sirve es para picar. Si no vale para infundir buenos comportamientos en los administradores públicos, al menos sí sirve para picar a los malos, para escocerlos un poco.
Me imagino a todos estos políticos ignorantes y zafios como si fueran una especie de dráculas, y a estos edificios como si fueran ristras de ajos.
¡Ah, qué aroma saludable que molesta tanto a los vampiros!
Estos patosos quieren que los ayuntamientos recién construidos parezcan del siglo diecisiete. Bueno, o dieciocho. Grandes puertas de madera con remaches, arcos de piedra, canecillos de madera, cubiertas inclinadas de teja árabe o de pizarra y todo eso. Ya os lo podéis imaginar.
Pero al mismo tiempo caen rendidos ante los arquitectos más high tech. Esta misma condesa consorte de Bonos, que tanto despotricó del ayuntamiento de Valdemaqueda y que pidió la muerte de los arquitectos, le entregó una exorbitante cantidad de dinero a uno británico muy famoso por unos dibujos que al final no acabaron en nada.
Me parece muy curioso que los mismos que se escandalizan porque en un muro se vea el hormigón de que está hecho caigan rendidos ante fachadas con hectáreas de vidrio. No me pega.
Bueno, sí. Me parece que lo único que importa es que el autor sea muy glamuroso y que hacerse una foto con él dé una capa de barniz compensatorio a su ciclópea incultura.
No digo que la arquitectura del británico sea mala. No digo que la arquitectura modesta sea la buena y la otra no lo sea. Digo que una pica y otra no, y no termino de entender por qué.
José Ramón Hernández Correa · Doctor Arquitecto
Toledo · Noviembre 2016