Francisco Javier Sáenz de Oíza (1918-2000) fue uno de los arquitectos españoles más relevantes de la segunda mitad del siglo xx. Construyó obras tan importantes como la basílica de Aránzazu, los edificios madrileños del Banco de Bilbao y Torres Blancas, y el Palacio de Festivales de Santander. A pesar del reconocimiento del que disfrutó en vida y de su destacado papel en el panorama cultural español, pocas publicaciones han recogido su legado como se merece.
A caballo entre una biografía y una monografía, este estudio de Javier Vellés hace un repaso personal, desde su condición de discípulo, de la vida y la obra de Oíza. En palabras del autor del prólogo, Rafael Moneo:
“El libro es a un tiempo crónica de lo que fue la obra de Oíza como arquitecto y apunte biográfico lleno de valiosa información. Javier Vellés estaba allí y siente la necesidad de contarnos cómo se enfrentaba Oíza a proyectos tales como las universidades autónomas de Madrid o Bilbao, o a edificios construidos como el Banco de Bilbao o la casa Echevarría […].
Vellés rememora con gusto lo que fue su aprendizaje en el estudio de Oíza, quiere compartir con quienes no le conocieron su modo de enfrentarse al trabajo. Toda una actitud, por no hablar de metodología, se desprende de la lectura de estos textos que no me cabe duda serán de obligada consulta para quienes en el futuro estudien la obra de Oíza”.
Javier Vellés Montoya
(Bilbao, 1943) se tituló como arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Madrid (ETSAB) en 1971 y como doctor arquitecto en la Universidad de Castilla-La Mancha en 2012. Trabajó con Francisco Javier Sáenz de Oíza, cuatro años en el estudio y doce en la cátedra de Proyectos, y de 2011 a 2015 fue profesor asociado de Dibujo y Construcción en la Escuela de Arquitectura de Toledo.
Su obra ha sido ampliamente expuesta y publicada, así como recogida en una monografía de Antón Capitel (Javier Vellés, Fundación Argentaria, Madrid, 1995). Ha recibido y el premio de restauración del Ayuntamiento de Madrid (1990), la medalla de oro de Europa Nostra (1991) y el Premio Nacional del Ladrillo (Hispalit, 1991) y es autor de los libros Sor Ana de la Cruz (1997) y Melilla la bien Guardada (1997).