La arquitectura de Miralles tiene un trasfondo inequívoco: medir a la disciplina con el devenir. Por ello, no es de extrañar que la reflexión sobre el tiempo sea el hilo conductor de su trabajo. Tiempo implícito y provocador cuando Blanchot anunciaba que, en el recuerdo, se liberaba el pasado. Así Miralles, al pedirle un estudiante que le aclare qué entiende por tiempo, responde:
«[…] entiendo el tiempo físico que se obtiene en un lugar determinado…Cuando empiezas a trabajar la primera pregunta a hacerse es ¿cuál es la naturaleza del momento en el que empiezas? Eso no implica continuidad con el pasado. Si crees que el pasado es un aspecto del futuro, entonces te sorprenderías de lo que puedes hacer».
Esta presencia del tiempo en la actividad del arquitecto que Miralles desarrolla tiene un final previsible:
«Un proyecto no cierra diálogos: siempre deja cosas inacabadas, porque es imposible resolverlas y porque así es mejor. El diálogo puede resumirse en el próximo proyecto recuperando finales perdidos, trabajando con ellos en el tiempo. La duración del proyecto se traspasa de uno a otro, con relaciones invisibles y razones secretas que continúan existiendo.»
Miralles quiso representar ese devenir en sus proyectos y lo enunció sin ambigüedades:
«En el Parlamento de Edimburgo estamos interesados en mantener esta especie de temblor.»
Colección: arquia/temas
Nº de la colección: 33
Tema: Obra
Año de Edición: 2011
Formato: 24 x 22
Páginas: 409
Idioma: castellano
Ilustraciones: b/n y color
ISBN: 978-84-939409-0-4