La historia de la arquitectura contemporánea, es decir, desde “la muerte” del movimiento moderno, es la historia de la búsqueda del acercamiento a la sociedad.
Primero con la revisión que proponen los jóvenes miembros del CIAM en el TEAM 10, buscando un urbanismo más humano y más cercano a lo que hoy denominamos fenomenología. Esto quedó en una serie de tímidas intenciones, aisladas y poco efectivas. Mucho más notorio e influyente, especialmente en el mass media, fue el camino postmoderno, que, aunque pecaba de una cierta superficialidad, ponía sobre la mesa el que podría ser el principal problema del arquitecto a la hora de comunicar: la prepotencia. Venturi, al elevar a la ciudad de Las Vegas al nivel de lo arquitectónicamente valioso [dejémoslo así] estaba, en cierto modo, anticipando una de las reivindicaciones contemporáneas que podría resumirse así: “Tan importante puede ser el Vitrubio como la revista Hola, depende…”. La teoría de la relatividad empezó a servir para relativizar todo.
La buscada conexión con la sociedad [entiéndase la sociedad más alejada de los conceptos arquitectónicos] se derrumba en el momento en que los arquitectos comienzan a articular sus complejos discursos y transformar en práctica las “bienintencionadas” ideas de Venturi. Ahí nacerán los “estilos arquitectónicos” más complejos y difíciles de comprender para el “vulgo” de la contemporaneidad: el hight tech, la deconstrucción o la propia arquitectura postmoderna, que no por utilizar frontones y demás elementos clásicos resultó más comprensible para el gran público que los mejores edificios de Le Corbusier, Mies y demás miembros del criticado movimiento moderno.
En resumen, visto desde el siglo XXI esa idea de “contactar con el público” que tenían los primeros postmodernos resultó simplemente una excusa para que los practitioners hicieran lo de siempre: lo que les dio la gana.
Actualmente, por distintos motivos, los arquitectos estamos de nuevo buscando desesperadamente contactar con un público que, sinceramente, no se siente atraído por nosotros, no sabe para qué servimos y no nos necesita. Es una cuestión de supervivencia y, como tal, hemos decidido atacarnos a nosotros mismos, comenzando por el más débil de la manada.
Porque si se trata de demostrar nuestra labor social, nuestra trascendencia ciudadana, DEBEMOS [sí, con mayúsculas] matar a “los otros”, a los no sociales, a los arquitectos que conforman el Star System y que se han dedicado a sembrar nuestro planeta de nocivos edificios icónicos que han arruinado ciudades y arrasado pueblos. Está claro que esta es la tendencia porque el rey de las tendencias lo ha dicho ya claramente con el título propuesto para la Biennale 2014: volvamos a nuestra esencia…y la suya es la del amable holandés que prefiere la bici al mercedes, sin importar cuántos jet privados haya cogido en el pasado, eso queda olvidado. Holanda es un país social y Koolhaas lleva una vieja camiseta en la foto, eso es lo que cuenta.
Sin embargo cabría preguntarse qué hacemos con el hecho de que la arquitectura icónica haya sido, sin comparación [quizás con la única comparación posible de esas lejanas catedrales] el movimiento arquitectónico que mayor atención social ha conseguido.
Quizás los arquitectos deberíamos de apoyarnos en negarnos los unos a los otros para seguir creciendo y tendríamos que empezar a aceptar y asumir nuestra historia, no sólo para conseguir el reconocimiento social que tanto anhelamos, también para recuperar la credibilidad perdida, incluso entre nosotros.
Texto por bRijUNi arquitectos: Beatriz Villanueva Cajide -Arquitecto y Master en Proyectos Arquitectónicos Avanzados (ETSA Madrid)- y Francisco Javier Casas Cobo -arquitecto y Master en Teoría, Análisis e Historia de la Arquitectura (ETSA Madrid).
Luz que agoniza: las élites extractivas · Luis Fernández-GalianoEl otoño de Occidente puede ser crepúsculo o aurora. La profundidad de
la crisis nos ha instalado en una atmósfera de resignada melancolía,
pero ese mismo despojamiento contiene una promesa de renacimiento
emocional. Expertos ya todos en la ciencia triste,la economía
monopoliza conversaciones y ansiedades, fagocitando cualquier otra
dimensión de la existencia en su vientre nutricio. Más allá de sus
gigantomaquias, sin embargo, la vida persiste perezosa y obstinada,
esmaltada de hábitos o azares minuciosos que sobreviven a los grandes
sismos de las finanzas o la política, dos ámbitos que han trenzado sus
trayectos como pocas veces en la historia. Esa colusión de intereses ha
provocado la degradación de las élites y el desánimo ciudadano, una
lepra lenta que corroe el cuerpo social, inerme ante las convulsiones de
la historia y a la vez cautivo de una fiebre indignada que aflora
episódicamente en las plazas públicas o frente a los centros
financieros.
[…]
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http://elpais.com/elpais/2013/02/01/opinion/1359717688_922506.html
Rem Koolhaas contra las estrellas
“El arquitecto estrella es una figura que no existe, un lugar común para referirse a los que ganan montañas de dinero y realizan todos los proyectos que desean. Un invento de los periodistas perezosos”. Rem Koolhaas (Rotterdam, 1944) toca su cabeza con la mano derecha y hace una serie de círculos. Habla en un tono suave. Posa como un profesor apasionado por su asignatura favorita. Arquitecto, urbanista y prolífico escritor
de ensayos, viene del mundo del periodismo y del cine. Sus libros han sido el faro para unos y la tormenta para otros. De arquitectura del espectáculo no quiere oír hablar. La mirada del holandés, nuevo director de la Bienal de Arquitectura 2014, se aleja de todo convencionalismo y sigue la línea del anterior comisario, el inglés, David Chipperfield, que declaró sin reservas el divorcio del star system.“Es hora de ocuparse de arquitectura, no de los arquitectos”, asegura Koolhaas, premio Pritzker (2000) y León de Oro a toda su carrera en la Bienal de Venecia (2010).
[…]
Milena Fernández
http://cultura.elpais.com/cultura/2013/01/27/actualidad/1359314306_094188.html