“A la luz del sol, portón cortado por la sombra;
Y luego el aire facetado”
Ezra Pound
El hombre se valió del orden para sustentar su comprensión del mundo y mediante él reclamar un control. Su método más eficaz topológicamente es la geometría. Esta a su vez nos acerca a un cuerpo-materia mas sin embargo encontramos un vacío oculto en la mente; un deseo.
Antes de que todo existiese había un “abismo absoluto”, después la interacción de la criatura con esa “nada”. Por premisa epistemológica es el orden un desorden. Una alteración de quien lo intervino. Los pensamientos irracionales se tornan racionales al encausarlos al reino del mundo físico. Su anhelo como representación lo procesa y de allí se deriva la arquitectura.
El orden es sujetarse a un pensamiento bajo un criterio. En el bagaje del arquitecto estadounidense Frank Lloyd Wright abundan órdenes, del que se quiere referir es el de su etapa temprana (última década de 1800 y las casi tres primeras de 1900).
Un manto flotante que envuelve al edificio a manera de textura, esa capa que se adhiere como dialecto del tiempo. El pasado se hace presente con un lenguaje material moderno.
Las visitas al oriente resultaron reformadoras en su mente como también la arquitectura prehispánica y los templos de Konarak, sitios en que la pasiones se enrutan a las creencias y la poesía hace lo suyo. Donde se desborda el relieve y la sombra como aplauso deídico
“la piedra arde, las sustancias enamoradas se entrelazan”1.
Esta imaginación condensada de la textura guió a Wright a la urdimbre de tejido en la piedra donde exploró con varillas y patrones más allá de matemáticos la indumentaria textil-arquitectónica. Wright adquirió una categoría de fusión entre el ojo, lo táctil y la mente con un valor meritorio2, situación que hizo visible su primer orden identidataria distinguiéndose de la escuela temprana del arquitecto Sullivan3.
Mosaicos reforzados con paredes interiores y exteriores daban a Frank Lloyd caparazones para ejercer su orden geométrico. Fue hasta Millard House como adquirió astucia en sus observaciones4. Tanto el regionalismo como la vegetación se volvían una masa exhaladora. Por dentro de las habitaciones las perforaciones en patrón de los bloques permitían decenas de umbrales parlantes. En resumen,los exteriores de Frank se dimensionaban con la sombra y los interiores con la luz.
El orden exige un principio rítmico, diálogos que se vuelven figura, propiedades del material que trascienden con la forma. El ritmo como si fuese un imán sujeto al orden que evoca y reproduce todo como un conjunto.
El ritmo de Wright además no solo es una sucesión y espacio dividido con fundamento en lo cuantitativo: su ritmo hecho orden Incita. Paz habla respecto al ritmo
“…provoca una expectación, suscita un anhelar”5.
El orden Wrightiano no es estático, es un “ir hacia”. El ojo adjunto con una mente despierta; ágilmente acompañan al observador en el recorrido de sus patrones.
Desarrolló su estilo y complejizo los planos en muros y techos. El tiempo como el material requerían de un hombre como Wright.
“For the style is created by the material, the subject, the time, and the man”6.
Además aconsejo la prédica del bloque-textil a sus alumnos entre ellos McArthur7 quien asintió a tomar el orden del maestro para el hotel en Arizona Biltmore en Poenix, formula que repitió posteriormente. El influjo de Lloyd se extendió. Sus manos absolutas se tienden con el papel, tabaco y tintero. El completo dominio de los ángulos, la greca, los ochavos y el zig-zag lo valieron de infinitas posibilidades. “Hatches” que tramposamente ocultaban las dimensiones del edificio, pero que lo extendían a algo más contundente: el anhelo. La movilidad de signos en sus edificios hacen un querer buscar un significado, una conciliación con su alrededor en tiempo y espacio.
La síntesis de advenimiento del movimiento moderno como la depresión de tantos ejercicios que solo se quedaron en papel8 aplacaron con los años la intriga del bloque textil, depurando su orden y el estilo de un patrón menguado que dejo de habitar en su restirador.
Los años veintes hicieron de Wright el profeta de la arquitectura moderna9 ,“parecía” no ser un arquitecto de vanguardia ni tampoco del progreso10 según la crítica coetánea que se gestaba con el personaje de Le corbusier. Los ordenes Wrightianos no buscaban la universalidad, tan solo “ir”.
La ornamentación y su exceso del patrón fue el estandarte con quien Lloyd se sintió más cómodo y expuesto a su musa. Su moderno excéntrico buscaba la imagen como experiencia, realidades dueñas de su pensamiento, su arquitectura textil no “quiere” representar, tampoco remembrar. Más aun Representa y remembra pasados.
Mario Desaulo Pérez. Arquitecto
Junio 2020, México
Notas:
1. Octavio Paz, (1986) El arco y la lira. Fondo de cultura económica, (pp. 104) México.
2. Juhani Pallasma, (2009). La mano que piensa. Gustavo Gili., (pp. 79) Barcelona.
3. Henry Rusell Hitchcock, (1942). In the nature of materials. Duell sloan and pearce., (pp. 07) New York.
4. Ibídem, 75
5. Octavio Paz, (1986). El arco y la lira. Fondo de cultura económica., (pp. 57) México.
6. Steen Eiler Rasmussen, 1942. Experiencing architecture. Massachusetts Institute of Technology., (pp. 167) Cambridge.
7. Henry-Rusell Hitchcock, 1942. In the nature of materials. Duell sloan and pearce., (pp. 77) New York.
8. Ibídem, 81
9. Ibídem, 82
10. Ibídem, 82