En esta entrada se hablaba de la importancia que han tomado las pantallas en la actual situación de aislamiento dentro de los domicilios, unas pantallas que ya no sirven solo para recibir contenidos audiovisuales de un modo pasivo, sino que además se usan para comunicarse con otras personas, de una forma interactiva. En estas semanas, la imagen más recurrente en informativos y programas de televisión es la multipantalla, fraccionada en dos o más partes y cada una ocupada por una persona.
Este recurso no es nuevo en el cine, habiéndose denominado por la influencia anglosajona «split-screen«; en Construcciones filmadas: 50 películas esenciales sobre arquitectura, utilicé la película Timecode para hablar de este recurso, en el artículo «Architectures in the same shot: Construction of the filmic space», publicado hace unos años en la revista portuguesa Jack, escribí sobre la relación del «split screen» con la arquitectura y en mi tesis doctoral lo incluí dentro de la construcción del espacio escenográfico, fílmico, visual, temporal y en plano, estableciendo tres categorías según sus separaciones: limitado, difuso y esquemático.
La mayoría de los actuales «split-screens» son de la primera categoría donde los distintos espacios están claramente definidos dentro del mismo plano con bordes nítidos, casi siempre líneas, y no se superponen entre sí. En el cine este fraccionamiento se puede utilizar para mostrar en cada una de esas pantallas más pequeñas la misma acción pero desde puntos de vista distintos, con lo que el mismo espacio es mostrado desde lugares diferentes y lo que está ocurriendo en él en un mismo tiempo; sin embargo, los «split screens» se suelen usar mostrando acciones que suceden simultáneamente, pero en espacios separados entre sí; el caso más común es una conversación telefónica entre dos personajes, mientras cada uno ocupa un recinto distinto dentro de los límites de la pantalla, de hecho, ya en 1901 aparece este recurso en Are You There? Desde entonces se ha empleado en numerosas películas y una de las escenas con mayor número de subpantallas se puede ver en OSS 117: El Cairo, nido de espías, que comienza con una conversación entre el protagonista y una mujer, y según se van produciendo más llamadas, van aumentando las divisiones hasta llegar a doce ámbitos diferentes.
En este tipo de escenas los personajes no suelen mirarse entre ellos, ni dirigen su vista directamente a la cámara y por tanto, al espectador, sino que están con el auricular en el oído y mirando hacia un punto indeterminado; hay algún caso en que los personajes sí se observan unos a otros y quizás el más conocido no es diegético, ya que se produce en la presentación de La tribu de los Brady, una serie estadounidense de finales de los años sesenta muy empalagosa -puedo afirmarlo porque he visto su primeros cuatro episodios hace muy poco-, y en la que su protagonista es un arquitecto que trabaja en su casa; esta presentación ha sido copiada usando personajes tan dispares como los superhérores de la Marvel y políticos de un partido español de derechas, y establece una complicidad entre los personajes, al hacer creer al espectador que se encuentran todos interactuando en un mismo espacio, cuando en realidad se trata de un recurso conseguido con el montaje.
Evidentemente, las películas se han rodado o grabado antes que el público las vea, en la televisión los programas pueden estar siendo emitidos en directo, pero en ambos casos el espectador no puede intervenir, lo que sí ocurre en las comunicaciones realizadas a través de canales telemáticos, en los que además también hay multipantallas donde aparecen cada una de las personas que interviene en esas conversaciones.
La diferencia con las escenas antes mencionadas es que todos los participantes están mirando hacia el frente, hacia las cámaras que en muchos ordenadores están incluidas en la parte superior del marco de las pantallas; esta posición permite que estén mirando además a la cara de los otros interlocutores, de modo que sus palabras y su mensaje, sea más directo y quizás más convincente.
Si se analiza cada una de las pantallas, hay una figura humana destacada en primer plano y en el centro del encuadre, delante de un fondo doméstico, que podría equipararse al decorado de una película y que, como éste, no suele tenerse en cuenta, creyendo que lo único importante es el personaje y lo que pueda decir, algo parecido a lo que sucede con los «youtubers» de los que ya se habló en Arquitectura de «youtubers».
Estas son las nuevas imágenes en movimiento, que ya existían, pero que han tomado un protagonismo en estos momentos que quizás no vuelvan a perder.
Jorge Gorostiza, Doctor arquitecto.
Santa Cruz de Tenerife, mayo 2020
Autor del blog Arquitectura+Cine+Ciudad