El artista multidisciplinar Guillermo Charlín a lo largo de su biografía, ha pasado por la pintura, arquitectura, escultura, el diseño industrial y la iluminación.
Charlín, comenzó, sus primeras andaduras, hace 25 años, en un estudio de arquitectura en Vilagarcía de Arosa, trabajo que combinaba con la pintura. Posteriormente se trasladó a Santiago para cofundar Tokonoma, empresa de iluminación y promoción de diseñadores industriales. Su trayectoria profesional y su pasión por la pintura y escultura lo han llevado a estudiar los procesos donde interactúan todas estas disciplinas artísticas.
Con este proyecto y después de investigar profundamente en la iluminación, como integradora de los espacios y creadora de volúmenes, el artista, ha aunado todas estas disciplinas por las que ha pasado, dando como resultado el nacimiento de estos objetos, arquitecturas con luz, esculturas arquitectónicas. Cuyos vacíos o huecos nos desvelan su color particular que emana de una fuente de luz tan sutil como una pincelada.
Se trata de una serie de piezas de escala intimista, realizadas en diversos materiales, en la mayoría de ellas se combinan, maderas y metal. Todas ellas con incorporación de luz a través de led, para aportar el color (azul, rojo, blanco cálido), dándole a las esculturas un tratamiento pictórico a través de las fuentes lumínicas.
La relación y conexión entre escultura, arquitectura y pintura se hace notoria en la creación de estos objetos, una lucha persistente en el trabajo de este artista.
Se plantea la capacidad para desarrollar elementos considerados “arte útil”.
Le interesa manifestar al artista esa relación espacial entre el espectador, la escultura, la arquitectura y su entorno, jugando con las escalas.
La ilusión de la luz moldea el interior o vacío y define el espacio escultórico-arquitectónico que se tiñe de color para participar la pintura de la creación.
Concilia varios ingredientes de las disciplinas artísticas (escultura, arquitectura, pintura) en el mismo contenedor o volumen y su hilo conductor es la luz.
La colección la ha llamado Vagalume (Luciérnaga), por todo su simbolismo.
Las luciérnagas brillan en la oscuridad y por ello destacan, siendo presa de sus depredadores sólo por el hecho de brillar.
La luciérnaga representa el laberinto de los pensamientos en los que una persona busca transformar todas sus ideas en una idea concreta.
Con el “entorno”, la luciérnaga representa la palabra “investigación” igual a búsqueda, hasta hallar el objetivo o motivo.
Isabel Domínguez Pérez, historiadora del arte
Santiago de Compostela, abril 2015