Artista casi legendario entre la gran familia de los fotógrafos españoles, creador semiclandestino por culpa de mil y un avatares, Rafael Sanz Lobato (Sevilla, 1932) acepta salir de un ostracismo de años solo rasgado por el Premio Nacional que le fue concedido el año pasado
“por su forma de contar la trasformación del mundo rural tradicional y su influencia en el fotoperiodismo contemporáneo”,
según razonó entonces el jurado.
Cristina García Rodero le reconoce como uno de sus grandes maestros. Él no duda en asegurar que ella es la mejor fotógrafa española del siglo XX. Pero mientras que la obra de García Rodero ha sido justamente reconocida y aplaudida, la suya ha sufrido un castigo de oscuridad tan severo como injusto.
Sanz Lobato vive solo en un tercer piso sin ascensor, lleno de goteras, del centro de Madrid.
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Ángeles García