Ayer estaba buscando películas realizadas durante el periodo de tiempo que duró el fascismo en Italia y por casualidad encontré el cartel de Malombra, en el que destaca el rostro de la espectacular y olvidada Isa Miranda que parece estar sumergida en el agua y sobre ella un edificio monolítico y con forma de paralelepípedo, que podría ser racionalista, delante de unos cipreses y enmarcado por unos acantilados, que como los árboles, están directamente copiados de dos de las cinco versiones que pintó Arnold Böcklin sobre La isla de los muertos. Evidentemente es una imagen muy sugerente que merecía ser investigada, porque quizás incluso podría haber sido una película rodada en una casa como la Malaparte.
Afortunadamente encontré una copia de la película en buen estado y descubrí que todas las suposiciones eran falsas. El edificio se va viendo por primera vez poco a poco, cuando la protagonista, junto con su estricto tío y su doncella, va acercándose hacia él en una lancha propulsada por dos abnegados remeros.
Cuando la protagonista entra en el dormitorio que le han adjudicado, se asoma por la ventana y pregunta
«¿Y el lago?»
y su tío le dice que esa parte de la casa da hacia la montaña y está más protegida, ella insiste y su tío contesta:
«El lago solo es visible desde el lado Este, deshabitado desde hace tiempo y muy frío»,
ella vuelve a insistir y finalmente le dan un dormitorio con vistas hacia el lago, pero donde los sirvientes creen que habita el diablo, el abuelo de la protagonista. Sin embargo, la película no pertenece al género terrorífico, sino que es es un drama romántico con todos sus ingredientes. Volviendo al edificio, es interesante cómo las dos fachadas opuestas están orientadas de forma que sus condiciones climáticas y sus vistas son completamente diferentes.
Entre los títulos de crédito aparece uno que especifica el lugar del rodaje:
«Esta película se ha rodado en Valsolda y en la Villa Pliniana en el lago Como, con los medios técnicos de Cinecittá»,
efectivamente los exteriores están filmados en esos lugares y los interiores parecen construidos en el estudio en Roma, creados por el escenógrafo cinematográfico Gastone Medin .
Evidentemente la Villa Pliniana no es racionalista, ni del siglo XX, sino del XVI y no puede compararse con la casa de Curzio Malaparte y El desprecio, aunque tiene tanto protagonismo en Malombra como aquella en la película de Jean-Luc Godard, este es un ejemplo de que las apariencias engañan y se han de buscar todos los datos antes de empezar a lanzar hipótesis que luego pueden resultar ridículas.
Para finalizar hay que recordar que el director de esta última película, el también olvidado en España Mario Soldati, escribió en 1985 una interesante novela titulada El arquitecto.
Jorge Gorostiza, Doctor arquitecto.
Santa Cruz de Tenerife, julio 2020
Autor del blog Arquitectura+Cine+Ciudad