Cuando el antecesor del hombre, tal como hoy lo conocemos, incorporó su cuerpo sobre la vertical para superar un nuevo eslabón de la evolución, supo no sólo de la dificultad de la titánica tarea de erguirse y despegar la mirada del suelo hacia el horizonte sino del cansancio que esta acción le provocaba. Sentarse pues viene a significar, por obvia que nos parezca la reflexión, la búsqueda del inmediato descanso al esfuerzo de mantener la vertical. Parada en el camino del nómada Abel para, al menos por un momento, convertirse en un Caín que se hace parcialmente con un territorio. Un territorio mínimo, el que ocupa uno mismo y su capacidad de control alrededor siguiendo las pautas que Edward T Hall nos explica en “La dimensión oculta”, pues uno no ocupa sólo lo que su cuerpo, sino con sus posibles acciones. Sentarse, visto así, tiene relación entonces, no sólo con el descanso sino con la apropiación del lugar, al menos temporalmente y con todas sus manifestaciones culturales asociadas.
El significativo título de esta exposición: el asiento como arquitectura y la arquitectura como asiento, nos remite a una doble interpretación. Por un lado, el asiento como máquina, un invento que permite el descanso y que pertenece a la familia del pensamiento arquitectónico. Se trata del asiento fabricado como pieza que nos separa del suelo que cumple, al igual que la arquitectura, los tres preceptos clásicos, firmitas, utilitas, venustas, y que se enmarca, cuando no es nómada, en el recinto o territorio a cubierto y protegido de la arquitectura. Por otro lado, la propia arquitectura, la vernácula y la contemporánea, la primera de forma espontánea y la segunda creada y pensada ex profeso para servir también de acomodo, de asiento y descanso. Los bordes, los enlaces, interiores y exteriores de la arquitectura como lugares-forma donde acomodar el descanso e interferir en las relaciones de lo físico y estable con las acciones de uso de los ciudadanos.
El asiento en arquitectura a lo largo de la historia, ha sido un objeto máquina, poco frecuente fuera de las clases sociales prominentes y reservado únicamente a las jerarquías superiores hasta época muy reciente. Su uso, tal como lo conocemos hoy en día, sólo comenzó con la domesticidad holandesa del SXVI y se afianzó más recientemente en el SXVIII francés. Es sólo a partir de mediados del SXIX y más tarde a comienzos del SXX cuando en paralelo con la mejora de las condiciones domésticas y sociales, su uso se extiende paulatina y masivamente. Hasta entonces las silla, el asiento elevado del suelo prácticamente estaba reservado a las jerarquías más altas de la realeza, de la aristocracia y la iglesia.
En esta sucinta y general exposición de modelos del asiento en el SXX, nos interesa entonces el asiento en arquitectura desde dos ángulos contrapuestos:
1º como maquinaria menor y elemental a resguardo de la arquitectura que hace de complemento directo de la primera, en un claro sentido de mejora del confort, de acondicionamiento de una domesticidad interna y después de salvaguardadas las funciones base de la arquitectura. Una especie de arquitectura dentro de la arquitectura porque la mesa y el asiento, además de su función de descanso y uso, son elementos ordenadores del espacio, generando encuentros y disposiciones que pueden alterar las condiciones iniciales del recinto cubierto de la arquitectura.
La mayoría de las acciones desarrolladas en el espacio arquitectónico relacionadas con la socialización y el trabajo tienen como soporte la perfecta máquina del asiento. Comer, estudiar, trabajar, dialogar, discutir, jugar son acciones más o menos sociales que van la mayor de las veces unidas al asiento, es decir, las hacemos sentados.
2º como uso y subversión de la propia arquitectura para ser usada como mobiliario. Arquitectura pensada y flexibilizada para descansar y ofrecer lugar donde pararse. Muy probablemente aquí no haya mejor forma de hablar sobre esta percepción que remitirse a la arquitectura del maestro holandés Herman Hertzberger, tanto en el análisis de la acción como en el resultado de sus propuestas de usar su arquitectura, tanto al interior como al exterior, para sentarse y establecer frescas y básicas relaciones de socialización.
La exposición intenta abrir la puerta a la reflexión, en ambas acepciones expresadas, sobre la importancia de las acciones más básicas de los usos de los habitantes de la arquitectura, al sentarse y sobre el asiento, tanto a través de la visión de algunos de los modelos más conocidos del SXX como de la lectura de los textos del catálogo editados por Luis Gil y Cristina Nieto y escritos sobre la temática por:
Alvaro Siza, Carlos Puente, Luisa Castro, Luis Moreno Mansilla-Emilio Tuñón, Santiago Bouzán, Carlos Quintáns, Luis Gil Pita-Cristina Nieto Peñamaría, Herman Hertzberger y Alejandro de la Sota.
Comisario: unDO reDO [cristina nieto+luis gil]
Organiza: unDO reDO y Delegacion de A Coruña del Colexio de Arquitectos
EL ASIENTO COMO ARQUITECTURA Y LA ARQUITECTURA COMO ASIENTO
15 de noviembre 2011 – 15 de diciembre 2011
Sala de Exposiciones de la delegación de A Coruña del Colexio de Arquitectos de Galicia
Lunes a Viernes: de 8:00 a 15:00 h
Federico Tapia 64, 62 bajo – 15005, La Coruña
Tel: +34.981 122 255