Entiendo los diagramas en arquitectura como elementos gráficos que describen algo de modo indeterminado. No representan un objeto per se, sino una estrategia que permite ordenar un flujo de relaciones en el proceso de diseño. Por lo tanto, podemos decir que la arquitectura pensada de manera diagramática construye trayectorias de relaciones en la abstracción de una representación de la que se extrae lo figurativo.
Greg Lynn señala que
“los arquitectos producen dibujos de edificios y no los edificios mismos. Por lo tanto la arquitectura, más que cualquier otra disciplina, está involucrada en la producción de descripciones virtuales”.1
Es decir, las representaciones gráficas son frecuentes en cualquier período de la historia de la arquitectura, pero esta modalidad de dibujos geométricos2 adquiriere protagonismo en la última década del siglo pasado, y a diferencia de las representaciones tradicionales, no hay un objeto percibido desde el punto de vista de un observador, sino un código operativo que representa un proceso que puede rectificarse constantemente.
En un mismo sentido, Josep María Montaner observa que
“Por su carácter dual – concepto y práctica, herramienta de análisis e instrumento de proyecto -, los diagramas se han convertido en emblemas de cambio del siglo. Se han usado con la voluntad de relevar y superar el concepto de tipología de la década de 1970, y en la actualidad han pasado a ser el concepto estructurador entre la teoría y la práctica de la arquitectura”.3
Montaner observa que el diagrama permite operar una infinidad de datos heterogéneos producidos por los cambios de hábitos sociales y las nuevas tecnologías de comunicación sin las restricciones que propone el análisis tipológico. No es un tipo que tiene necesariamente un vínculo con la historia y una forma determinada, es decir, no forma parte de la materialización de la arquitectura, pero la intimida a un cúmulo de sugerencias.
Un defensor a ultranza del desarrollo de diagramas como método de reflexión es Ben van Berkel. En su escrito Diagrams señala que
“la técnica diagramática provee de un punto de apoyo dentro de las rápidas corrientes de información mediada. La falta de significado que la repetición y la mediación crean es superada por los diagramas, que generan significados nuevos e instrumentales, y que conducen a la arquitectura lejos de la fijación tipológica”.4
Este alejamiento de la fijación tipológica aparta el proceso de diseño a cualquier subjetividad, evita la lógica lineal y la aleja de las ideologías, para configurarse como un conjunto de situaciones sólidas, técnicas, tácticas y funcionamientos.
Para Ben van Berkel, el diagrama es una dirección experimental, instrumental y sugestiva, con una posible organización espacial y/o sustancia.5 Una táctica para indagar los diferentes flujos internos, pero también un sistema de organización que oscila entre la idea y la forma, donde la matriz organizativa está basada en signos gráficos de distinta procedencia, que inciden el desarrollo del diseño ordenando la energía de flujos internos. El diagrama resulta un método de reflexión táctica empleado para alcanzar una organización espacial acorde a las dificultades que ofrece cada programa.
Aplicado como un concepto que rompe la rigidez de los esquemas arquitectónicos tradicionales, el diagrama se ofrece como una herramienta que permite la resolución de los conflictos dinámicos propios de la actividad. Sin embargo, este proceso de transformación prescinde del análisis del entorno, y en esa prescindencia, el resultado fomenta la construcción de un objeto no contextual sin otro fin que atender su propia teoría gráfica. En esa omisión, converge una composición formalista de la idea que pone en riesgo la búsqueda intelectual de su propia arquitectura, cuyo resultado es un objeto cuasi tipológico, que tiene incidencia en la formalización de la arquitectura, como le sucede a Ben van Berkel en la materialización del diagrama basado en la cinta de Möbius.
El caso Möbius.
En 1993 UNStudio recibe el encargo de una vivienda con dos estudios independientes entre sí donde desarrollar la actividad laboral de los miembros del matrimonio, de diferentes profesiones, pero conectados a la vida cotidiana de la familia. El encargo exigía entrelazar las diferentes actividades familiares en una misma estructura sin que ninguna integrante perdiera su independencia.
Caroline Bos y Ben van Berkel desarrollan el programa partiendo de las propiedades geométricas de la banda de Möbius, una superficie de una sola cara y un solo borde que no es orientable y que simboliza la naturaleza cíclica de muchos procesos. Esta teoría de trayectorias basada en la banda de Möbius tiene un antecedente gráfico en la obra de M.C. Escher.
A partir de este diagrama, loa arquitectos construyen relaciones para estructurar el interior de la casa siguiendo la teoría de flujos, imbuidos en la idea de personas circulando sus propios recorridos las 24 horas del día.
Como resultado de esta operación, las habitaciones privadas se ubican alineadas a lo largo de la cinta, los lugares de trabajo se organizan en los extremos opuestos y las áreas sociales en los cruces de circulaciones. La circulación interior repite el recorrido del bucle, define las trayectorias internas y vincula todas las partes de la actividad diaria.
De este modo, el diagrama permite organizar un esquema distributivo interior. La organización del programa, la circulación y la estructura formal entrelaza las diferentes actividades y el movimiento de sus habitantes, incorporando la idea de tiempo a la arquitectura.
Sin embargo, las propiedades geométricas del bucle también se trasladan a la formalización de la arquitectura. Las líneas se materializan en superficies opacas y transparentes, al alternar el uso de hormigón y vidrio a lo largo del recorrido. La escasa altura y su excesiva longitud es resultado del estiramiento del bucle, con el objeto de alcanzar un mayor desarrollo y afianzar el vínculo con el entorno inmediato.
Diagrama y proyecto entran en un solapamiento de intereses cuando aparecen visibles semejanzas entre la concepción gráfica del esquema y la materialización definitiva de la arquitectura. En la Casa Möbius, el diagrama no solo resulta el elemento estructurador de la idea, también influye de manera determinante en la forma del objeto.
Así lo señala Clara Ben Altabef:
“la novedad en este caso es el procedimiento de traducción a través del diagrama conceptual en una forma tridimensional de carácter arquitectónico”.6
Sin poner en discusión el valor de su arquitectura, esa traducción del diagrama tropieza con su propia lógica. El resultado de la búsqueda experimental, instrumental y sugestiva a través del diagrama alcanza una dimensión que excede las trayectorias de relaciones hasta precisar las cualidades gráficas del esquema.
En tal sentido, la operación programática del caso Möbius, también debe asumirse como una operación programática de tipología virtual. Es decir, la intencionada implementación de un elemento gráfico que se desarrolla ajeno a un determinismo histórico, pero que influye de manera determinante en las características formales del objeto.
Marcelo Gardinetti. Arquitecto
La Plata, Argentina. Octubre 2017
Notas:
1. Greg Lynn, Animate Form, 1999
2. Según el diccionario de la lengua española, un diagrama es un dibujo geométrico que sirve para demostrar una proposición, resolver un problema o representar de una manera gráfica la ley de variación de un fenómeno.
3. Montaner, Josep Maria. La condición contemporánea de la arquitectura, editorial GG pág. 91
4. Ben van Berkel and Caroline Bos, Diagrams, 1998
5. Like Bijlsma, Between ideogram and image diagrams, in conversation with Ben van Berkel and Peter Trümer.
6. Ben Altabef, Clara. “Heurística en lo proyectual: los diagramas como estrategia”. Ensayo. Publicaciones ARQCHILE.CLSN431X Número 2 versión on-line