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Caricaturas · Alejandro de la Sota

Sin la exquisita obra y el discreto magisterio de Alejandro de la Sota, indudablemente uno de los pilares fundamentales de la arquitectura española de la segunda mitad del siglo XX, el definitivo ingreso de ésta a la modernidad se hubiese producido de otra manera, probablemente menos esencial y depurada.

No tan conocida es la afición que el maestro cultivó toda su vida con verdadero gozo y constancia: dibujar caricaturas de aquellos que le rodeaban.

 

El análisis certero de la figura hasta lograr la destilación de sus rasgos característicos y el posterior trazado resuelto y ágil de las líneas más reveladoras de la fisionomía se encuentran muy próximos, en realidad, al planteamiento que hay detrás de su quehacer arquitectónico. La reducción significativa de un rostro a su caligrafía elemental y la delicada purificación de sus edificios hasta quedarse con su sustancia medular surgen de la raíz común del dibujo entendido como herramienta suficiente de escrutinio y expresión, hasta tal punto que en alguna ocasión llegó a preguntarse a sí mismo: “¿Es éste el edificio o es su caricatura?”

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Surge enero de 2009 como búsqueda de satisfacer el conocimiento de la actividad arquitectónica y tangentes que se generan. La idea es crear un espacio para divulgar los diversos proyectos en busca de nueva inspiración y de intercambio.
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Alberto Alonso Oro
Alberto Alonso Oro
10 years ago

Caricaturas | Santiago de Molina
El Museo que Jörn Utzon proyectó en
Silkeborg, en 1963, es la caricatura de una sorprendida figura
«legeriana» con anteojos: Popeye o Mortadelo según el gusto.
Sabemos
bien que la arquitectura tiende al antropomorfismo, ¿pero qué es lo que
hace que una vez vista en esa planta una cara, sea imposible ya
desenlazarla, desembarazarla de ese significado indudablemente
voluntarista y casual?. Tal vez se deba a algo parecido a lo que sucede
en los juegos visuales de figura y fondo, de amantes y copas, lo que
bloquea la circulación de significados. O tal vez se deba a una cualidad
que surge en el dibujo de arquitectura a lo largo de su desarrollo:
existe un instante en que la planta adquiere, digamos, cierta capacidad
magnética.

Las plantas y los documentos se imantan. Llega un instante en que se
produce una elevación exponencial de la densidad debido a la coherencia,
que hace al dibujo capaz de atraer significados. Igual que un agujero
negro absorbe incluso la luz cercana. Ese
instante donde aparece la caricatura es sintomático y hay que estar
atentos a su signo: prueba indudable de la madurez de un proyecto
http://goo.gl/ByafB3

Alberto Alonso Oro
Alberto Alonso Oro
10 years ago

Chistes arquitectónicos | Santaigo de Molina

Hay que ser guasón para que en mitad
del diseño de una escalera, su conjunto recuerde a una foca y unos
juegos malabares y dibujarlo. Cosas de Don Alejandro de la Sota. Tal vez
sea fruto del placer de sumergirse en los derroteros a que suele
arrastrar el proyectar.
Sin
embargo otras veces, los chistes resultan de mal gusto. He ahí mucho de
los arrebatos de la posmodernidad: con sus tímpanos dóricos partidos,
sus sombreros de Merlín el encantador, sus enanitos de Blancanieves o
sus peces de colores. Todo muy irónico y cómplice. Pero sin pizca de
auténtica gracia. Y es que la mitad de los arquitectos posmodernos eran
unos borricos.
La fórmula
Bergsoniana para lo cómico venía de contemplar lo mecánico injertado en
lo vivo. “El dibujo es cómico en proporción a la nitidez y discreción
con que nos hace ver en el hombre un fantoche articulado”. Para el
chiste logrado deben ir, pues, encajadas dos imágenes. En el caso de la
imagen sotiana: una escalera y una foca malabarista.
Se
ve que en arquitectura hacer un chiste no es cosa fácil. Y seguramente
no porque la arquitectura sea una cosa muy seria, si no porque el chiste
es lo contrario a la poesía.
Hoy
en arquitectura esos guiños siguen la senda de lo sostenible, y de
estructuras que nada sostienen… Que distinto a los chistes de Giulio
Romano. Esos si que eran para desternillarse.Por
cierto, en torno a lo dicho sobre la posmodernidad, creo que he
cometido una injusticia imperdonable, hubiera debido decir: la mitad de
los arquitectos posmodernos NO eran unos borricos.
http://goo.gl/LKmwv7

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