Dada la gran volumetría del programa funcional (3 pistas polideportivas) en relación a la reducida dimensión del solar y la alta densidad urbana de la zona, se ha optado por semienterrar una parte importante del complejo polideportivo. A través del trabajo de la sección del edificio, se ha asegurado una buena iluminación y ventilación natural, un acceso cómodo y una evacuación segura incluso en las partes inferiores.
El hecho de enterrar parcialmente el volumen, no solo reduce el impacto visual, sino que genera un espacio urbano libre que se cede a la ciudad. Este espacio actúa como foyer público dada la posible afluencia puntual de gran número de visitantes y usuarios. El acceso se produce pues, a través de este espacio previo, una plaza de acceso, que a su vez, constituye el remate urbano del ensanchamiento de la calle.
El sistema constructivo se basa en gran parte en la cerámica, una recuperación revisitada e intencionada en memoria de las antiguas fábricas, almacenes, naves y talleres que abundan en la zona. La construcción y la materialidad del propio edificio constituyen de por si la expresión formal del mismo, el acabado final, sin elementos añadidos. La cerámica adquiere así un protagonismo. Las fachadas de obra vista, de bajo mantenimiento, alternan vacíos y llenos, partes opacas, traslucidas o transparentes, piezas cerámicas de formatos y colores diversos con la finalidad de aligerar el conjunto, otorgándole una textura, un grano, un “pixelado” vibrante al volumen construido, adaptándose su vez a las distintas orientaciones. Así encontramos celosías en fachadas expuestas protegiendo las pistas de la radiación solar y de los posibles deslumbramientos o por el contrario, grandes paños vidriados en la parte inferior de la fachada norte abriéndose a la plaza de acceso.
El volumen de la edificación sobre rasante se remata con una cubierta formada por unas suaves bóvedas invertidas que lo enlazan de alguna manera con el orden y la presencia de las cubiertas de las naves vecinas, integrándose en el contexto. Así mismo, este remate curvilíneo ayuda a aligerar la volumetría del conjunto y constituye parte de la expresión formal del mismo.
En el interior, la organización del programa es muy clara, tal y como se observa en la sección longitudinal y en planta, donde vemos, no solo la superposición de las pistas en distintos niveles, sino la disposición de un cuerpo central que contiene todo el programa de menor escala (vestuarios, almacenes, servicios), circulaciones (horizontales y verticales) e instalaciones. Se trata de un volumen compacto que separa las piezas de gran escala.
Otra consecuencia intrínseca y deliberada del hecho de semienterrar una parte importante, son las ganancias directas que se obtienen gracias al aumento de la inercia térmica del conjunto al disminuir las superficies expuestas. La eficiencia energética del edificio empieza con el planteamiento volumétrico del proyecto. Posteriormente, todo un conjunto de medidas a otra escala como pueden ser la protección solar, la ventilación cruzada, la iluminación natural o la utilización de las energías renovables, consiguen disminuir la demanda energética para su funcionamiento, lo que ha llevado a conseguir un certificado Leed Gold.
Obra: Camp del Ferro
Año: 2016-2020
Barcelona
Superficie: 7.237 m2
Cliente: Distrito de Sant Andreu / Ayuntamiento de Barcelona / BIMSA
Arquitectos
UTE: AIA Activitats Arquitectòniques | Barceló-Balanzó Arquitectes | Gustau Gili Galfetti
Estructuras: BAC
Eficiencia Energética: AIA
Constructor: UTE: OHL /Calaf
Dirección de ejecución: SGS
Project manager: Qstudi
Leed manager: Develop Index Ambiental
Fotos: José Hevia | Simón García (arqfoto)
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