Documental en blanco y negro de 14 minutos que cuenta la inauguración del pabellón Alemán en la Exposición Universal de Barcelona de 1929.
En 1929 los Reyes de España inauguraron uno de los más relevantes edificios del siglo XX, el Pabellón Alemán en la exposición Universal de Barcelona, del arquitecto Mies van der Rohe.
Muchos años después el narrador de esta historia, Juan Miralles, obsesionado por el Pabellón Alemán busca en las viejas fotos un misterio oculto, un enigma a resolver, tal vez la posibilidad de un crimen.
El pabellón alemán. Mies – Millares.
Jorge Gorostiza.
Vamos a lo importante, a la película, que por supuesto no voy a «destripar» por lo que no habrá lo que ahora se llaman «spoilers»; Juan siempre en primera persona y por escrito, porque no hay voz en off -que él ha declarado que detesta-, hace una ingeniosísima introducción refiriéndose a las fotografías del París despoblado que hizo Eugène Atget a principios del siglo XX, para después pasar al pabellón de Mies van Der Rohe, muestra ese bello simulacro que se ha levanta hoy en día en su
lugar -por cierto lleno de orientales armados con cámaras- y allí usando las reveladoras fotografías obtenidas el día de su inauguración descubre un crimen… o no.
En la película hay varios temas importantes, entre ellos uno arquitectónico, cómo un edificio que siempre se ha mostrado vacío, es ocupado y «colonizado» por la gente y además por personas relevantes que, la verdad, desentonan con el entorno y cómo ese edificio, aparentemente inmutable, se modifica por la acción de sus ocupantes, incluso de un modo físico; otro tema es el de la mirada a través de las imágenes fijas, que es un asunto apasionante y, como se sabe, el principal en Blow Up; por supuesto que hay muchos más temas, la subjetividad del narrador, la relación entre realidad y ficción, la resonsabilidad de la gente anónima en las atrocidades de la guerra, etc., etc., etc.
El pabellón alemán ya ha sido premiada en varios festivales y espero, sin conocer a sus contrincantes, que quienes pueden votar, le otorguen con toda justicia el Goya. Entre tantas cosas interesantes, sólo hay una pequeñez que desentona, su cartel, que por otro lado, es una buena fotografía, pero impropia del contenido de la película. En fin, como escribía al principio, una película estupenda muy recomendable para arquitectos y cineastas, de la que estoy seguro que se
seguirá hablando durante bastante tiempo.
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