Dibujar a mano es pensar lo que aún no aparece, es quizás ir trazando lo imaginado sobre el papel, el dibujo se va haciendo y cuando las líneas aparecen cada una va declarando su independencia, se emancipa en el mismo acto de aparecer, y todas las líneas tienen consiguen tener un valor propio, único, útil, porque todas aportan algo al todo, y ello termina configurando lo visible cada una a su vez va dejando rastro de lo que ha sido el dibujo, cuando aparece ya es pasado, el mismo acto de aparecer lo convierte en un acontecimiento pasado, porque fue pensado para ser dibujado, por ello el AutoCAD o cualquier otro programa para dibujar, la línea cuando aparece (como dibujo) en la pantalla tiene el mismo valor siempre – aunque los colores distraigan -, tiene el mismo protagonismo en su acto de aparición, no se puede determinar su orden, su lugar de aparición, termina por modelar un futuro no pensado, porque no hay huella, no hay rastro, y así como aparece, puede desaparecer y vaciarse de su pasado para dejar el espacio a un nuevo presente.
La punta del lápiz observa el lugar, lo traza antes de aparecer, delinea imaginariamente el dibujo pensado, cuando aparece quizás no fije nada, pero construye un juego a medida que sus propias reglas lo van determinando.
José del Carmen Palacios Aguilar, M.Arch. ETSAB
Lima, 2021
Es verdad, durante el proceso del dibujo hay un momento muy emocionante que es cuando se revela la forma y se construye el pensamiento. Tanto si se dibuja como si se ve dibujar.