Después de terminar sus estudios de arquitectura, Jorge Lobos viaja a Chiloé a realizar un trabajo de meses, que terminarían transformándose en años. Por entonces desarrolla su obra arquitectónica en conjunto con la agrupación de arquitectos que ya se encontraba en la zona, y estudia la cultura del territorio, hilvanando las primeras ideas sobre lo que definirá con posterioridad como “arquitectura cultural”.
El trabajo de Lobos ha manifestado constantemente una dirección hacia aquello o aquellos que están al margen de lo que fueron las tendencias de investigación de la academia y el quehacer de los arquitectos, tanto en Chile como en el mundo, ámbitos en los que aún predomina, aunque hoy en menor medida, el trabajo formal sin mayores cuestionamientos, centrado en lo artístico y estético.
De a poco, los problemas ligados a la sobrepoblación, las enormes desigualdades entre los habitantes de las ciudades, la falta de viviendas y el aumento de las masas migratorias en todo el orbe, han llevado a un cuestionamiento de los enfoques de la profesión, lo que ha puesto en primera línea una serie de temas que hace quince años un número muy reducido de profesionales ya estaba investigando.
Los problemas originados por las crisis humanitarias, así como aquellas nuevas necesidades surgidas de los enormes procesos migratorios en diversas partes del mundo, constituyen situaciones sobre las cuales se ha desarrollado en los últimos años el trabajo de Lobos y la fundación “Emergency Architecture & Human Rights”, enfocada en el desarrollo de soluciones aplicables a diferentes escenarios de emergencia y de manera específica para cada territorio y cultura; dos conceptos que son, por cierto, fundamentales en la obra desarrollada por Lobos desde su época en Chiloé.
Una parte esencial de su planteamiento, al enfrentar los problemas provocados por las crisis humanitarias, radica precisamente en entender el territorio y la cultura, sobre todo esta última, como guía del diseño arquitectónico, en la medida en que a través de tales nociones se valoriza e integra un aspecto esencial: los futuros habitantes del proyecto.
Este enfoque fue reconocido el año pasado en la XX Bienal de Arquitectura y Urbanismo de Chile, otorgándole a la fundación el primer premio de la muestra por el proyecto “100 aulas para refugiados” en Jordania, un proyecto en desarrollo hasta el día de hoy.
En las entrevistas que aquí se presentan, realizadas durante enero del 2014 y abril del 2016, se evidencia que esta forma de pensar y cuestionar la disciplina, así como la labor del arquitecto en el proyecto, son constantes en el trabajo y discurso de Lobos, un cuestionamiento y forma de trabajo que si bien no es nuevo, en estos momentos cobra un mayor valor, ya que genera nuevas preguntas y aporta a un proceso de cambio de enfoque que ha venido desarrollando muy lentamente la profesión y la academia.